DANA

La lección de vida de una superviviente de la DANA que cumple años justo un día después de la riada: "Estamos vivos, no hay más"

Rosa cumple años con su casa destruida, lo que era su calle en Picaña (Valencia) convertido en un lodazal y rodeada de la imagen apocalíptica de destrucción que ha dejado la DANA. Aún así se muestra agradecida con la vida, por seguir viviendo. "Pensé que no salía de esta", confiesa.

Susanna Griso se ha trasladado a Picaña, una de las zonas de la Comunidad Valenciana más afectada por la DANA, para comprobar de primera mano cómo viven los vecinos el día después de la catástrofe. En este pueblo, donde antes había calles ahora hay agua embarrada estancada. Las casas han perdido sus vigas, sus paredes y son un conglomerado de muebles rotos, lodo y agua. Los vecinos amanecen intentando restaurar lo poco que les ha quedado. Con un cepillo intentan limpiar los destrozos de una DANA que ha arrasado todo a su paso.

Las cifras de víctimas mortales, por el momento, son ya más de 100. Mientras que los desaparecidos todavía se cuentan por decenas. Esas pérdidas humanas resuenan en la cabeza de quienes aunque lo perdieron todo, siguen vivos. Muy agradecidos porque la vida les haya permitido salvarse, la mayoría relativiza esas pérdidas materiales.

La vivienda de Rosa es un primer piso y muchos vecinos acudieron a protegerse a su casa

Hay quienes hoy, paradojas de la vida, cumplen años. Es el caso de Rosa. Habla con Susanna Griso, cepillo en mano. Intentando limpiar la huella imborrable que la DANA ha dejado en su casa. Su vivienda es un primer piso y eso ha hecho que pudieran salvarse de la tragedia. Junto a ellos se refugiaron otras familias con sus mascotas, que consiguieron sobrevivir.

A pesar de la destrucción Rosa celebra hoy su cumpleaños. Sobre todo, reconoce, celebra la vida, porque pensaba que de esta DANA no salía viva. Su vivienda tiene una planta superior y vio como el agua subía incesante hacia arriba, por suerte pudieron protegerse en esa altura.

La solidaridad siempre aflora en la tragedia y a Rosa hoy sus vecinas le llevan un pastel de cumpleaños. "Para poner el toque dulce", dice la joven que levanta el pastel acompañada de su madre. Esta joven cuenta que después de 6 meses en el pueblo de Picaña es la primera vez que habla con alguien. La DANA ha hecho que se abra a hablar con sus vecinos y dice con una sonrisa que está contenta de poderlo haber hecho y darles la ayuda. Localidades como Picaña son ciudades dormitorio de Valencia capital en las que la gente se establece pero acude a dormir sin hacer más vida. Hoy, con la tragedia sobre los hombros esos vecinos se lanzan a las calles a conocer a quienes viven en sus mismas calles porque quieren celebrar, como Rosa, que están vivos.

No se pueden quitar a las víctimas mortales de la cabeza. "No nos conocemos pero tenemos mucha pena porque ha muerto mucha gente pero estamos vivos por lo menos. Conocen a un chaval de 20 años que ha muerto por intentar recuperar su coche", cuenta esta joven.