Inquiokupación

José recupera su vivienda inquiokupada tras 9 meses viviendo en su furgoneta: "Ellos se sienten amparados por el sistema"

Este valenciano de 51 años, con trabajo y una vivienda en propiedad, se ha visto obligado a vivir en su furgoneta durante 9 meses, desde que sus inquilinos dejaron de pagarle el alquiler.

Nueve meses ha estado José viviendo en una furgoneta, desde que sus inquilinos dejaron de pagarle el alquiler el pasado mes de enero. Hoy, tras varias denuncias y muchas penurias, este valenciano de 51 años ha recuperado por fin su casa. Un final feliz que, sin embargo, no ha estado exento de sorpresas y es que, al entrar, acompañada de su abogado y de nuestro compañero Raúl García de Espejo Público, se han encontrado con un gato, mal olor y múltiples desperfectos en la vivienda.

Los inquiokupas recibieron la orden del juez para abandonar el piso el pasado 29 de junio pero hicieron caso omiso. Durante este tiempo, José ha seguido viviendo en su furgoneta, sin faltar a su trabajo de cara al público y sufriendo robos y hasta dos golpes de calor por las altas temperaturas. Una situación que ha ocasionado también problemas de ansiedad y estrés a José, que se ha sentido desesperado y "abandonado" por las autoridades "a pesar de haber hecho las cosas bien y sin saltarse ninguna regla", explica.

Un calvario de nueve meses

El drama de José comienza a principios de 2024, cuando sus inquilinos, hijos de los vecinos del piso superior, dejan de pagarle la renta. A esta complicada situación se une la circunstancia de una ruptura con su pareja, con la que convivía. José adquirió ilusionado esta casa porque había pertenecido a sus padres, personas muy conocidas y queridas en el barrio ya que regentaron un kiosco durante años.

A la deuda por el impago del alquiler por parte de los inquilinos se suman otros problemas: estos tampoco han pagado las mensualidades de electricidad, lo que ha llevado a José a formar parte de una lista de morosos. Y también los continuos conflictos con el padre de su inquilina, vecinos de toda la vida del edificio y, por lo tanto, de los padres de José. Gritos, amenazas e intentos de agresión que también sufrió en primera persona el equipo de Espejo Público en el mes de abril, cuando el hombre les increpó asegurando que José "es un embustero", que no vive en la furgoneta y que tiene dos pisos en propiedad. Algo que José ha desmentido taxativamente.

Diez meses después de comentar este calvario José podrá, finalmente, disfrutar de su vivienda, aunque es probable que la venda ya que todos estos problemas han acabado con el proyecto ilusionante de recuperar la que en su día fue la casa de sus padres. Además de ocasionarle grandes problemas psicológicos que requerirán de ayuda profesional.