ASESINÓ A TRES PERSONAS EN LA LOCALIDAD DE CASTELLAR
José Francisco Planells no recuerda su noche de locura
Llevaba una vida normal, acababa de tener una hija, pero una noche de octubre, asesinó sin mediar palabra a 3 de sus vecinos. José Francisco Planells no recuerda lo que ocurrió.
José Francisco Planells, un vecino de la localidad de Castellar y padre de un bebé de 7 meses sembró el pánico en el barrio donde vivía. En torno a las ocho y media de la tarde llamó a la puerta de sus vecinos del segundo piso. Héctor, el hijo pequeño del matrimonio de tan sólo 13 años abrió la puerta y, sin mediar palabra, el agresor le asestó 5 puñaladas mortales. Su padre salió en su auxilio y encontró la muerte al recibir 20 cuchilladas. Tras ellos, Carmen, la madre también fue agredida pero logró sobrevivir a la tragedia.
Pero la pesadilla no terminaba ahí. José llamó a la puerta de otra vecina de 80 años quien también encontró la muerte al abrirle. Y así, con otros dos vecinos más que se enfrentaron a él pero que lograron sobrevivir. Los gritos alertaron a un policía local de paisano que logró detener al agresor. Al verse acorralado no opuso resistencia. Tenía la mirada perdida y negaba, con la ropa ensangrentada haber cometido los crímenes. Al parecer habría consumido una gran cantidad de cocaína.
Para sus vecinos, José Francisco Planells era un hombre normal y educado, feliz con su primera hija, que acababa de cumplir 7 meses, pero tras él, arrastraba un historial de adicciones y traumas infantiles que la noche del 23 de octubre mostraron su peor cara. En el informe psiquiátrico forense al que ha tenido acceso Espejo Público, se refleja que de niño fue objeto de burlas por parte de sus compañeros, lo que se podría entender como bullying, hostigamiento o acoso escolar.
Las adicciones a la cocaína y a las tragaperras, habían sido su perdición desde hace 6 años. Sufrió de ludopatía con máquinas tragaperras desde poco después de su matrimonio, en 2005. Asegura que llegó a gastarse en el juego unos 10.000 euros y que acabó estafando a la funeraria en la que trabajaba para conseguir más dinero. Por eso ya le juzgaron y condenaron en 2006.
Se inició en el consumo de cocaína inhalada hace cinco años. Al principio era ocasional y después pasó a ser quincenal. Dice que creía tenerlo controlado, pero en aquella maldita madrugada se le fue de las manos tras inhalar ocho o nueve rayas de cocaína, aproximadamente un gramo. Lo combinó con unas diez cervezas, el equivalente a 80 gramos de alcohol puro y también tomó varios cafés. Una mezcla explosiva que desencadenó la tragedia.