No sin mi taberna

La importancia del bar del pueblo

Los bares de la España que se vacía serán considerados Bien de Interés General a propuesta de Teruel Existe

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No saben muy bien lo que será eso de “Bien de interés general”, pero no les parece mal que se les tenga en cuenta. Como dice Remigio, único cliente del bar Potros de Navalilla en Segovia, “un pueblo sin bar no es nada”. Basta llegar y charlar con quien haya. Muchas veces no más de dos o tres personas a lo largo del día. Suficientes o casi para echar una partida de cartas, tomar un vino y socializar con el vecino.

Quizá no sea una exageración aquella estrofa de Sabina que aseguraba que “sólo en Antón Martín hay más bares que en toda Noruega”. Vivimos en el país con más tabernas del mundo: unas 280.000. Y estos establecimientos son cuestión de supervivencia para sus vecinos. Lo dicen ellos mismos: “si no fuera por el bar, estaríamos muertos. Es un seguro de vida y de entretenimiento”. Por eso tampoco parece exagerada la iniciativa de Teruel Existede calificarlos “Bien de interés general” dotándolos de cierta protección.

España es el país con más bares del mundo: 280.000

Antonio acaba de hacerse con el bar de Navalilla, localidad de menos de 100 habitantes. Cuando llegamos sólo está Remigio (el vecino de antes) pero en apenas media hora se llena… con 5 parroquianos. Uno pide un café, el de más allá acaba de llegar de Madrid y para en el bar para echar una charla. Raúl es el más joven. Roza los 40 y sostiene, melancólico, que sin el bar en invierno, a 7 bajo cero, nadie saldría de casa. Es el lugar de encuentro necesario. Por cierto, Antonio le entrega a Raúl el paquete que dejó por la mañana un mensajero. Porque el bar también es la improvisada estafeta cuando el vecino en cuestión no está en casa.

"Un pueblo sin bar no es nada", coinciden los parroquianos

La guarida de Judas” se llama el bar de Fuenterrebollo, también en Segovia. Su propietario asume que entre semana el bar más que un negocio es una labor social. Recuerda que durante la pandemia, cuando cerró, “Los viejecillos estaban desnortados”. Un vecino sentado en un taburete nos cuenta que acaba de instalarse en el pueblo y que si no hubiera bar, no se habría quedado en esta localidad. “Aquí siempre encuentras a alguien. Para estar sólo me quedo en Madrid, que allí tengo toda la soledad del mundo”.

Acabamos nuestro recorrido tabernario con la conclusión de que es el lugar de encuentro por antonomasia… para los hombres del pueblo. Durante la grabación no encontramos a ninguna mujer alguna acodada en barra alguna.

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