CRIMEN DE ASUNTA
Estas son las pruebas que incriminan a Rosario Porto
Varios e importantes indicios son los que refuerzan las sospechas de los investigadores que apuntan a que los padres de Asunta Basterra están detrás de la muerte su propia hija.
El primero de estos indicios acaba de ser constatado por los técnicos de laboratorio de criminalística de la Guardia Civil de Madrid. Los cabos de cuerda anaranjada hallados en la pista forestal de Teo junto al cadáver de la menor, pertenecen a la misma bobina encontrada, en la finca familiar de Montouto. Concretamente dentro de una cesta de mimbre en una habitación de la casa. La habitación en la que Rosario dormía cuando era niña. Los fragmentos son consecutivos del ovillo descubierto en el cesto, junto a una mascarilla y un pañuelo sucio.
El segundo indicio, la grabación de una de las cámaras de seguridad de Santiago, que se ha convertido ya en una de las pistas más contundentes. El sistema de videovigilancia sitúa a las cinco y media de la tarde del sábado 21 de septiembre, el día que desaparece Asunta, a la niña dentro el coche que conduce su madre, Rosario Porto, en dirección a la casa de Montouto. Un dato crucial ya que evidencia que, al menos, Charo no contó toda la verdad en un principio. Si inicialmente declaró que había ido sola a la finca, tras conocer que había sido grabada cambió sospechosamente su versión.
Determinantes son también para los investogadores los análisis toxicológicos. Análisis que han revelado que Asunta llevaba ingiriendo desde julio lorazepam, un ansiolítico cuya marca comercial es Orfidal, el mismo fármaco que tomaba su madre y que su padre ha admitido que compró en distintas farmacias en varias ocasiones. Resultados que coindiden con testimonios como el de varias profesoras que aseguraron que la niña acudió en alguna ocasion adormilada a las clases de música. Los padres se escusaron alegando que era la reacicón a un medicamento que la pequeña tomaba contra la alergia. Otra contradicción, la pediatra de la menor ha declarado ante el juez Vazquez Taín que Asunta no padecía ni alerga ni asma.
Pero además de este consumo anterior, la autopsia también ha desvelado otro dato clave. El día del crimen la pequeña ingiriró de manera prolongada una dosis letal de Orfidal, que le produjo inevitablemente la muerte entorno a las 6 o 7 de la tarde, hora en la que los investigadores y el juez señalan que Asunta estaba con su madre.