Empresas sin jefe
Empresas sin jefe: así funciona una empresa de Sevilla sin rangos ni jerarquías
Trabajar en una empresa sin jefe es posible. Con este modelo todo el mundo sabe lo que cobra y todos toman decisiones. Y no es una cooperativa. ¿Es posible aplicar esta idea en todas las compañías?
¿Qué es lo que más odias de tu jefe? ¿Alguna vez se ha metido en tu vida personal? ¿Te ha exigido demasiado y no ha predicado con el ejemplo? Lo habitual es que haya una figura que lidere, pero existen algunas excepciones. Es el caso de una empresa de Sevilla que fabrica componentes para aviones y para satélites. Allí no existen las jerarquías: se organiza entre todos.
En Más Espejo hemos hablado con Darío González, que fue CEO de la compañía y ahora es uno más de la plantilla. Su modelo de gestión se transformó hace un año y medio, y desde entonces, dice, "el resultado ha sido muy positivo. Hemos aumentado un 40% las ventas de la empresa en un año". Cuando él era jefe estaba "siempre encima de la empresa, de los problemas, echándome a la espalda las crisis diferentes que ha habido, y ahora el trabajo está repartido. Ahora somos 46 empleados, que todos son jefes", detalla.
Esta idea podría parecer una cooperativa, pero González aclara que no es así porque "ha entrado un fondo de inversión con unos gestores que están implantando y transformando este sistema. Los empleados no son propietarios de la empresa, pero sí son dueños de sus decisiones y de cómo la empresa se dirige".
¿Cómo se toman las decisiones?
Darío González explica que la ausencia de jefes "no quiere decir que sea una empresa anárquica. Hay diferentes foros en los que todos los empleados están representados. Cada equipo lleva al foro un representante y ahí es donde se toman las decisiones. La gestión del salario o los despidos también están sujetos a una normativa: "No se despide a nadie por motivos económicos. Cuando hay problemas, entre todos se decide qué se va a hacer", detalla.
En cuanto a los sueldos, asegura que "son transparentes. Todo el mundo sabe lo que cobra. Todo el mundo conoce, mes a mes, cómo va la empresa y cómo influye su trabajo en el desarrollo de los números de la compañía". A pesar de esta metodología, reconoce que "no es nada malo que haya líderes o personas que tengan iniciativas. Yo soy uno más en la empresa y, al haber sido jefe, mi opinión quizás se escuche más, pero mi opinión no tiene más valor que la de cualquier otra persona".
La visión opuesta
A Juan Carlos Fernández, un empresario a favor de la jerarquía tradicional, no le gusta este modelo. Desde su punto de vista "no es una iniciativa que se pueda meter en todo tipo de compañías. Una cosa es darle al empleado la capacidad de hacer cosas y otra cosa es que le dejemos total libertad, más que nada porque a veces en las empresas hay que tomar decisiones muy rápidas y muy complejas", argumenta. Además, cree que confiar en todo el mundo por igual puede ser perjudicial.
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Darío González coincide en que, con jefes, las hay decisiones que se toman de forma más rápida. "Sin embargo, si se toman en conjunto llegan más lejos, no es lo mismo que se la impongan cuatro o cinco personas de un equipo directivo", sentencia.