HUELVA | NUEVOS DATOS DEL CRIMEN
El drama de Fátima, la compañera de trabajo de Laura Luelmo que le ofreció su casa en El Campillo "con la mejor de las intenciones"
Laura Luelmo llegó hasta Huelva proveniente de su Zamora natal para cubrir una baja en el instituto de Nerva. Estaba buscando piso y Fátima, una compañera del centro que se había comprado una casita en el pueblo cercano de El Campillo, le ofreció su vivienda. Con tan mala suerte de que el vecino de en frente fuera Bernardo Montoya, un exconvicto con delitos de sangre que había pasado desapercibido para los vecinos de esta localidad andaluza.
Joan es profesor del instituto de Nerva en el que estaba trabajando Laura. Solo les dio tiempo a tomarse un café. Encontró a Laura "muy sonriente, transmitía mucha alegría y vitalidad". Fátima, una compañera del centro, le alquiló su casa en El Campillo. Lo hizo con la mejor de las intenciones, pero se encuentra devastada por el fatal desenlace de la zamorana. Joan ha preferido no hablar de ella. Sólo ha asentido cuando Susanna Griso le ha dicho que debe encontrarse destrozada. "Así es", ha lamentado.
"Nadie sabía quién era este energúmeno y no hemos podido avisarla"
Este docente que conoció a Laura días antes de su muerte ha aclarado que tanto los profesores como los vecinos del pueblo desconocían que Bernardo Montoya se había mudado a El Campillo. "Nadie sabía quien era este energúmeno, nadie podía avisarle. Estamos en un momento emotivo difícil para recibir acusaciones injustas", señala.
Tal y como ha confirmado Alfonso Egea la última vez que alguien de El Campillo se cruzó con Bernardo Montoya su aspecto no tenía nada que ver con su imagen actual. "Le describieron como mal oliente y con un pelo largo negro zaino", aclara.