Habla sobre su homosexualidad
El arquitecto Joaquín Torres se confiesa en Espejo Público: "El sexo con mi mujer era terrible, llorábamos los dos"
El arquitecto Joaquín Torres ha querido relatar en Espejo Público cómo vivió ser homosexual teniendo unos padres que como él mismo señala "eran homófobos por la educación que habían recibido".
A pocos días de que se celebre el orgullo gay, el arquitecto Joaquín Torres reconoce que si hubiera podido elegir no le hubiera gustado ser "el rarito" y aquel al que llamaban "maricón", pero considera que eso es algo que no se puede elegir.
A los 14 años sus padres le llevaron al psicólogo para intentar 'curar' sus formas amaneradas con una terapia. Señala que aquello retrasó años el que reconociera su propia sexualidad. "Eso quedó escondido, pero luego fue peor", lamenta.
Cree que en cuanto a la aceptación de la homosexualidad en la sociedad "hemos mejorado mucho en las formas pero no en el fondo" y a día de hoy todavía conoce a "grandes empresarios de este país que siguen ocultando que son homosexuales".
La palabra 'maricón' ha supuesto para Joaquín una gran losa a lo largo de su vida de la que hoy ya se ha liberado. "Para mi padre que su hijo fuera maricón es una grandísima decepción aunque luego lo haya aceptado y me quiera", destaca. El famoso arquitecto creció escuchando frases como que lo peor que podía pasarle a un padre era tener un hijo maricón.
Reconoce que se casó con la sospecha de que le gustaban los hombres. "Yo me caso sabiendo que no quería ser homosexual y diciéndole a mi mujer todo lo que le podía decir y de lo que era capaz en ese momento, no la verdad porque yo mismo no me la decía".
Su mujer sabía que su relación con el sexo "era complicada" y también que se sentía atraído por hombres. Cuando se casó puso dos condiciones: no tener hijos y no dejar el trabajo. Pese a que luego el empresario sí ha tenido descendencia y sus hijos han sido uno de sus grandes apoyos en este trance.
Cuenta que las relaciones sexuales se convirtieron en un infierno para la pareja. "En esa relación yo me sentí muy culpable porque no la deseaba. Me acostaba con ella pero no la deseaba, era muy insatisfactorio, era horrible y llorábamos los dos".
Recuerda que en esa época mucha gente le tachaba de vivir una doble vida y asegura que nunca engañó a nadie, tan solo a sí mismo. En un momento dado decidió sincerarse con él y con la sociedad. Dejó a su mujer, se lo contó a sus hijos y reconoció su propia sexualidad.
Lo que más le dolió de todo aquello es que su salida del armario estuvo orquestada por Susana García Cerezeda que contrata a Villarejo para chantajearle "de una manera sórdida diciendo que iba a las saunas buscando jovencitos".
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