SU NOVIO, SOSPECHOSO

17 Años después, sigue el misterio de la desaparición de Cristina Bergüa

Cristina lleva 17 años desaparecida. Su rastro se pierde cuando su novio, único sospechoso, la acerca a casa pero no la deja en su domicilio sino a mitad de camino. Ella tenía 16 años, él 26. Sus padres han logrado reabrir el caso.

Cristina salió de casa para encontrarse con su novio, Javier Román, de 26 años, 10 más que ella. Según algunos testimonios, la joven tenía intención de dejar la relación. A las 9 de la noche, Cristina decidió volver a casa y su pareja la acompañó hasta la mitad del camino, despidiéndose de ella en un semáforo en la carretera que va de Esplugues a Cornellá. En ese punto se pierde su pista. Cristina no llegaría a su destino. Comienzan las investigaciones en busca del paradero de la joven y todas las sospechas se centran en su novio, Javier Román, por ser la última persona que la ve con vida pero nada se encuentra en su contra.

La primera pista llega 3 meses después de la desaparición. Una llamada anónima indica que el cuerpo de Cristina podía haber sido envuelto en una manta y tirado a un contenedor. Inmediatamente los investigadores ponen en marcha un amplio dispositivo de búsqueda en el vertedero de Garraf. Es uno de los más grandes de España. A él van a parar entre 3000 y 4000 kilos de basura al día de distintas poblaciones cercanas a Cornellá. Ataviados con trajes espeiales y máscaras de oxígeno la policía comienza la búsqueda. Unos rastreos, hasta el momento, sin precendentes y que se prolongaron durante 2 meses. Se removió una superficie equivalente a la de un campo de fútbol, pero ni rastro de Cristina.

La investigación se cerró en 1999, poco después de que el sumario cambiara de juzgado, pero los padres de Cristina no se daban por vencidos. En enero 2008 logran que un juez de Cornellá autorice la reapertura y se encargue la investigación a la unidad central de desaparecidos de los Mossos de esquadra. El argumento de los progenitores fue que, cuando se produjo la desaparición los amigos de Cristina eran como ella, unos adolescentes y que quizás, 10 años después podrían aportar detalles que en su momento, la inmadurez no les permitió dar.

Desde aquello han pasado 6 años más y la investigación vuelve al punto de partida, con un sospechoso pero sin pruebas en su contra y ni rastro de la menor. Los padres de Cristina siguen luchando pero para ellos, olvidar es imposible.

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