¡Qué ritmo tiene Mancarena!
Camilo alucina con la orquesta fantasma: así suena la última locura robótica de El Hormiguero
Los propios instrumentos son los músicos: ¡tocan solos! Tenemos una batería, un bajo y una maraca. El resultado ha sido sorprendente, desde Black is black hasta Vida de rico, del artista colombiano.
Batería:
Cada una de las baquetas de la batería tiene acoplado un solenoide, una bobina que al pasar corriente induce un campo magnético que mueve un vástago. Los solenoides van conectados a unos relés controlados desde un microcontrolador, en el que se ha programado una interfaz MIDI que permite transformar la señal que entra desde el ordenador a una señal de ON/OFF en cada uno de los relés, de esta forma transformamos las pistas de audio enviadas desde un programa de música en el ordenador en encendido y apagado de los relés que accionan los solenoides y golpean cada uno de los instrumentos.
Bajo:
En este caso utilizamos servomotores que rasgan las cuerdas como si fueran una púa, y otros servomotores que pisan los trastes adecuados. Todas las señales son gestionadas por un microcontrolador, en el que se ha programado una interfaz MIDI que permite transformar la señal que entra desde el ordenador a una señal eléctrica que mueve los motores en el momento adecuado.
Guitarra de Pesca:
Hemos combinado dos objetos que nunca han estado relacionados de ninguna manera. Una guitarra y una caña de pescar. Podemos crear sonidos muy interesantes, que imitan un rasgueo muy rápido que oímos en muchas canciones, como por ejemplo Misirlou de Dick Dale (Pulp fiction)
La tierna historia de Camilo sobre Índigo, su hija: "No asocia quién soy yo"
Durante la entrevista, Camilo ha hablado sobre una de las figuras más importantes en su vida: su hija, que se llama Índigo. La pequeña es una enamorada de sus canciones, aunque no termina de comprender que su padre es ese artista que tanto le gusta.
El colombiano ha contado la anécdota de que, cuando él se pone a cantarle en casa, la niña dice que no le gusta y pide que le pongan... ¡a Camilo!