SEÑORITA PURI COMENTA EL PROGRAMA 3 DE 'CASADOS A PRIMERA VISTA'

Somos una pareja feliz

Nuestra tuitera experta en "Cómo sobrevivir a tíos, primos, cuñados y la madre que los parió a todos", @SenoritaPuri comenta el tercer programa de 'Casados a primera vista'.

Bueno, pues nada, ya se ha desvelado el misterio. Todos han conocido por fin a su misteriosa pareja súper mega compatible, y todos han podido disfrutar de su gran noche, y el veredicto es unánime: Se odian.

Los hombres, optimistas como nadie, son fieles a la máxima “en tiempo de guerra, cualquier agujero es trinchera”, y las mujeres se han dispuesto en dos bandos: En uno, la camarera y la que parece la bruja malvada del mago de Oz (perdón pero soy fatal para los nombres), que van a aprovechar la ocasión y disfrutar lo que venga. En pleno baile la de Oz le soltó a su marido un noqueador “¿Te gusta el sexo?” que dejó claro que si no había valor, corazón ni cerebro que soportase el matrimonio, por lo menos mediaría un tornado de pasión que se llevaría por delante cualquier sinsabor de la experiencia. La camarera, en cambio, ya ha establecido que su marido no la va tocar ni con un palo de selfies, pero que al menos aprovechará para conocer mundo. No es mala opción, la verdad.

En el lado opuesto del cuadrilátero del amor están la mujer del belga y la divorciada, que se debaten entre huir por la ventana de la habitación sujetas a varias toallas con forma de cisne anudadas entre sí, o directamente vomitar a sus esposos a ver si por fin se enteran de que no les pueden ni ver. Yo apuesto más por lo segundo.  El pobre belga ha dormido más en sofás que el tío que inventó el sofá cama, que debía tener a su mujer con un cabreo cojonudo.

La mujer divorciada, la que se cogió un pedal importante durante la boda y casi hace un bungabunga con los amigos del novio, sólo habla de que todo es un infierno que le recuerda a su ex. Para colmo de males, los han mandado de viaje de novios a Roma, el mismo lugar donde fue con su ex.  Yo si fuera la directora del programa quitaría a su nuevo marido durante la noche y lo reemplazaría por el ex. Pagaría por ver la cara de ella al despertar.

Los próximos programas se antojan como aquella canción de Los inhumanos: “Somos una pareja feliz, tú me lanzas el televisor, yo te tiro el despertador.” De momento han avanzado imágenes del belga arrastrando una alfombra por el gran bazar de Estambul. Hay dos opciones, que el hotel no tenga sofás y le toque dormir ahí por mandato conyugal, o que su mujer la utilice para salir volando en busca, por fin, de un mundo ideal.

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