¿QUÉ HARAN SI CONSIGUEN SALIR?

La vida de los hermanos Menéndez fuera de la cárcel: Lyle se ha casado 2 veces y Erik tiene una hija

Tras años en prisión, los hermanos Menéndez han construido vínculos, sueños y una vida simbólica fuera de sus muros. Ahora, ante la posibilidad de una revisión de sentencia, se aferran a la esperanza de una libertad que les permita cumplir con sus planes de paz familiar.

No es novedad que el caso de los hermanos Menéndez, condenados a cadena perpetua por el asesinato de sus padres en 1989, ha vuelto a ser el centro de atención pública. Recientemente, el fiscal de distrito de Los Ángeles, George Gascón, ha solicitado una revisión de la sentencia, considerando que podrían ser reevaluadas las condenas en base a nuevas evidencias y argumentos sobre los abusos sexuales que habría sufrido.

Esta posibilidad de revisión ha generado dudas sobre la vida de Lyle y Erik Menéndez, no solo en el aspecto judicial, sino también en cómo han llevado sus vidas personales tras las rejas y como la continuarían si finalmente consiguen salir de la cárcel.

Pese a las limitaciones de su encarcelamiento, ambos hermanos han encontrado el amor y han construido relaciones matrimoniales estables que les han servido de apoyo emocional.

Lyle se ha casado en dos ocasiones: su primer matrimonio fue en 1996 con Anna Eriksson aunque terminó en 2001, y en 2003 contrajo matrimonio con Rebecca Sneed, una periodista que lo contactó durante el juicio. Rebecca, hoy convertida en abogada, es un pilar fundamental para Lyle, con quien mantiene un contacto constante a través de cartas y visitas. En una entrevista, Lyle confesó que esta relación le permite mantener una conexión emocional intensa y de apoyo, aún sin los elementos tradicionales de una vida matrimonial.

Por su parte, Erik Menéndez conoció a Tammi Saccoman después de que ella le escribiera durante su juicio. La relación evolucionó hasta que se casaron en 1999. Aunque no tienen hijos biológicos, Erik ha desarrollado un lazo significativo con Talia, la hija de Tammi de un matrimonio anterior, a quien considera su propia hija. Talia, junto con Tammi, visitan regularmente a Erik, quien ha encontrado en esta relación familiar una fuente constante de motivación. Tammi ha sido una defensora activa de Erik, apoyando públicamente su versión de los hechos y escribiendo un libro sobre su vida juntos, titulado Dijeron que nunca lo lograríamos: Mi vida con Erik Menéndez.

Con la posibilidad de una revisión de la sentencia en el horizonte, ambos hermanos han manifestado el deseo de vivir en paz fuera de la cárcel, enfocándose en reconstruir sus vidas y aprovechar la estabilidad emocional que han mantenido junto a sus esposas. Los años en prisión les han hecho valorar la importancia del apoyo emocional por encima de lo material, y ambos están decididos a llevar una vida tranquila si finalmente logran obtener su libertad.

Esta posibilidad de un nuevo comienzo les brinda esperanza, con el respaldo inquebrantable de Rebecca y Tammi, quienes han sido un pilar esencial para los hermanos Menéndez en las últimas tres décadas.