DESCUBRE FRINGE
Durante sus cinco años de existencia estuvo siempre al borde de la cancelación, pero a día de hoy se la recuerda como una de las series de ciencia ficción más relevantes de las últimas décadas. Ahora puedes verla entera en Amazon Prime Video.
No nos quedaríamos cortos si dijésemos que si Expediente X fue la serie de género de referencia en los años noventa y principios de los dosmil, su sucesora moral, aunque no tuviese en vida el mismo reconocimiento, sería Fringe.
Dos propuestas de género, aunque, eso sí, con matices de subgénero, pues si una se mueve más en el campo del terror y los alienígenas, la otra abrazaba de lleno la ciencia ficción. Entonces, ¿por qué establecer este paralelismo de entrada? Por su complejidad, por ser únicas en su momento, porque han envejecido sorprendentemente bien y porque ambas partieron de la fórmula clásica del "monstruo/caso" de la semana y pudieron, gracias a su longevidad, forjar universos complejos y con una mitología vasta para hacer las delicias de sus seguidores.
Fringe alcanzó los 100 episodios, repartidos en cinco temporadas, una cifra nada desdeñable, pero cabe recordar que siempre estuvo en el filo de la navaja de la cancelación. Su llegada hasta esa meta, y con un último episodio pensado como dignísimo final, fue todo un milagro. Tuvo de su lado a un buen puñado de críticos que la amaban y a un fandom entregado, pero los premios, en cambio, la miraron por encima del hombro. Sin embargo, el tiempo le está dando a Fringe el lugar que se merece en la historia reciente de la televisión: una serie por la que siempre será un buen momento para reivindicar; por ejemplo, ahora que Amazon Prime Video la ha incluido completa en su catálogo.
Llegó a la pantalla del canal norteamericano FOX en 2008 precedida de un gran hype: era la primera serie creada por JJ Abrams tras el éxito de Perdidos (hizo otro piloto en 2005, The Catch, que no salió adelante), y estaba acompañado por Alex Kurtzman y Roberto Orci. Fringe seguía las investigaciones de un equipo poco convencional compuesto por la agente del FBI Olivia Dunham (interpretada por Anna Torv), el brillante pero inestable científico Walter Bishop (John Noble) y su inteligente hijo Peter Bishop (Joshua Jackson). Juntos, investigarían en adelante una serie de extraños y perturbadores sucesos que desafían la comprensión humana y que se encuentran en la frontera entre la ciencia y lo sobrenatural.
Pero, como decíamos al principio, antes de desplegar todo su potencial narrativo (avisamos, es una serie que requiere cierta paciencia, al menos durante su primera temporada), se adscribió a la fórmula procedimental, con un caso que se presentaba y resolvía en cada capítulo, empezando por uno relacionado con un misterioso avión (no parece casual aquella elección, viniendo la serie de Abrams) y que mostraba su capacidad para crear tensión y misterio.
Después, a a lo largo de las temporadas, los espectadores se adentrarían en un laberinto de realidades alternativas, experimentos científicos inquietantes y un universo que desafiaba las leyes de la física tal como las conocemos. No obstante, la propuesta no se quedaba ahí, pues, al margen de las imaginativas tramas y de los conceptos científicos interesantes que ponía sobre la mesa, Fringe también brillaba gracias a las complejas relaciones entre los personajes principales (yendo más allá de la clásica tensión sexual no resuelta entre los protas) y explorando temas como la redención, la pérdida y la lealtad o las relaciones paternofiliales.
Si bien la comparación con Perdidos no procede demasiado, pues son series muy diferentes entre sí, la sombra de su creador es alargada y quizás quien nos lea se esté preguntando una cosa: ¿tiene sentido el asunto tras todo esto o después de un centenar de episodios me sentiré estafado? Duda legítima, sin duda. Y la respuesta es positiva: la paciencia que tuvo FOX con Fringe en su recta final dio sus frutos y los guionistas pudieron trazar un plan de salida que resultó bastante satisfactorio. Si Perdidos vale más por sus temporadas iniciales que por las últimas (sí, aceptamos que esto es debatible), con Fringe quizás pase lo contrario: es una serie que cuesta entrar, pero, una vez dentro, la vas a gozar. Y hay una vaca, pero eso dejamos que lo descubráis vosotros.