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'The Americans': mamá, quiero ser espía

'The Americans' ha vuelto con sus pelucas, sus disfraces y algunas de las más impactantes secuencias de la parrilla televisiva, pero también con una nueva y refrescante trama que abre insólitas vías y en la que podría pesar más el amor de madre que la lucha por unos ideales.

'The Americans'FX

Le ha costado su tiempo, pero a 'The Americans' se le comienza a hacer justicia. Matthew Rhys y Keri Russell, los Jennings, fueron nominados, por primera vez este año, a los Globos de Oro. Los Emmy se han ido fijando, edición tras edición, en Margo Martindale, que se lo ha llevado en un par de ocasiones por interpretar a la fría espía Claudia.

Tras confirmar la quinta temporada que se estrena hoy en Fox Life, los creadores también anunciaron que la serie de espías ambientada en los años 80 acabaría en la sexta entrega, algo que, como fans, nos tranquiliza, pues eso significa que los guionistas podrán cerrar sus tramas y que éstas se acelerarán en los próximos episodios.

Aunque el primer episodio de la quinta temporada hace mención en varias ocasiones a algunos de los relevantes acontecimientos que nos dejó la última entrega no está de más refrescar la memoria para aquellos que siguieron con pasión la magnífica cuarta temporada. Recordemos (y hay spoilers, claro) que la serie nos dejó huérfanos de dos grandes personajes femeninos, Nina y Martha, y que se nos insinuó que Oleg (el enlace de Stan) dejaría EEUU para volver a la Unión Soviética. Por otro lado, y para reforzar este vacío, ¡sorpresa! se sacaban de la manga a Mischa, un hijo secreto de Philip, esperanzado por conocer a su padre. Habrá que ver cómo respira el chaval una vez que descubra todo el tinglado.

Esta trama de hijos y padres no es gratuita en 'The Americans', una serie que se ha esforzado por mostrar el día a día de un matrimonio de espías cuya hija adolescente comienza a sospechar de sus escapadas nocturnas. Paige, interpretada por Holly Taylor, es, posiblemente, el gran personaje de esta temporada (ya lo fue el año pasado), pues no hay nada peor que aspirar a saberlo todo y pretender no sentirse afectada. Y ya sabemos, por otra parte, que la curiosidad mató al gato.

¿Podrían ser Paige y su hermano Henry –que no se entera, por ahora, de nada– el nuevo relevo? Mientras Gabriel y Claudia, los jefazos, aspiran a ello, los Jenning hacen lo posible por evitarlo. De ahí que el flirteo entre Paige y Matthew, el hijo de Stan, su vecino el agente del FBI, sea algo difícil de digerir para estos espías a los que se les va cercando cada vez más.

Mientras Paige pretende emular a su madre (a la que ha visto asesinar a sangre fría a un tipo que la quería violar), ésta se resiste a aleccionarla, aunque, por lo que parece, no le quedará otra que apechugar con los nuevos acontecimientos, incluido el affaire con el hijo del policía. Es una situación que, paradójicamente, han creado los Jenning, ahora inmersos en una nueva misión en la que se hacen pasar por un matrimonio (piloto y azafata) con un hijo adolescente (el tal Tuan representa a la nueva generación de espías rusos que odia 'El equipo A' y eliminaría sin pestañear a todos aquellos enemigos de la patria).

Esta doble vida y, por tanto, su ausencia en casa, provoca que Paige y Henry pasen más tiempo con Stan y su hijo: con el enemigo. En una época pasada Paige podría haber sido Tuan, pero, cada vez más, los Jenning se dan cuenta de lo que significa vivir con tranquilidad sin mirar atrás.

La larga secuencia del final del episodio demuestra cómo se las gastan los rusos si algo no sale del todo bien. Philip y Elizabeth, visiblemente agotados por llevar la vida que llevan, toman decisiones drásticas, no les queda otra. Pero, ¿y si la víctima fuera uno de sus propios hijos? Esa mirada entre ellos lo dice todo.

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