El guionista de 'Los Simpson' bajó al Titanic en el Titan un año antes y habla de su gran fallo: "La muerte se cierne sobre ti"
NÚMERO DE SERIE
Los Jenning parecían la pareja perfecta. ¿Espías rusos infiltrados en Washington en plena Guerra Fría? Resultaba imposible y más para su vecino, agente del FBI. Después de seis temporadas de 'The Americans', sus seguidores estamos satisfechos con un final que hace justicia al origen de la serie: ¿puede la lealtad hacía tu país ser más poderosa que el amor por tu familia?
COMENZAR DE NUEVO
Ni los Jenning mueren ni son detenidos por el FBI ni se pasan al otro bando. Los guionistas liberan al matrimonio de la culpabilidad política, dejándoles huir a Rusia, pero sin sus hijos. Sin embargo, lo que pudiera parecer un castigo es, en realidad, un golpe de suerte. Ésa de la que han podido presumir Elizabeth (Keri Russell) y Philip (Matthew Rhys) durante seis temporadas, siempre tan escurridizos bajo sus ridículas pelucas.
Henry (Keidrich Sellati), el único que ha vivido en la inopia, podrá seguir estudiando en EEUU, bajo la protección (nada menos) que de su vecino Stan (Noah Emmerich), algo que parecía más que improbable. Qué culpa tiene el chaval, ninguna. Paige (Holly Taylor) también se queda pero, a diferencia de su hermano, no huye con sus padres por decisión propia. Y esto, a pesar de haber odiado a la niña en momentos puntuales, se merece un ‘standing ovation’ para los creadores de la serie. Paige puede elegir y prefiere no abandonar a Henry, cueste lo que cueste. Al fin y al cabo, sus padres se tienen el uno al otro y regresan a un país que los vio nacer, nada que ver con ellos.
Elizabeth y Phil, sí, puede que piensen que no volverán a ver a sus hijos ("Nos recordarán", se dicen en la última escena) y se intentan autoconvencer, ya en ruso, de que no queda otra: "Nos acostumbraremos". Pero los Jenning, que contemplan un país que ya no reconocen, no adivinan las reformas y las libertades que aún están por llegar, gracias, en parte, a su pequeña rebelión de última hora en contra de la facción más radical del KGB. Que puedan ver o no a sus hijos en el futuro no creo que vaya a ser el mayor de sus problemas.
CON O SIN TI
Los pelos de punta con la canción de U2, "With or Without you", un poderoso tema que enmarca dos de las mejores escenas del episodio: cómo Paige se aleja de sus padres desde el andén de un tren y cómo Stan arropa a su novia Renee (Laurie Holden) obviando el comentario de Philip de que pudiera ser también una espía. Es Navidad, y no puedo evitar imaginarme la feliz estampa: Stan, Renee y Henry. ¿Intentaría Paige colaborar con Stan, o seguiría volviendo al piso franco y a los chupitos de vodka con Claudia (Margo Martindale)? Nunca lo sabremos.
Fuese lo que fuese, lo que está claro es que la decisión le podría costar el puesto a Stan, pues, a diferencia de 'Breaking Bad', por ejemplo, donde el agente de la DEA también descubre en el último momento que su cuñado es un traficante, Stan mira hacía otro lado en uno de los momentos más determinantes de su carrera. Un aplauso cuando Stan simula su sorpresa ante su colega Dennis (Brandon J. Dirden) ante la evidencia de que los Jenning son los culpables.
La complicidad o no de ese vecino, agente del FBI y colega era uno de los platos fuertes del final de temporada. Sabíamos que Stan se enfrentaría a Philip, su mejor amigo, y necesitábamos que ocurriera, como así ha sido, dentro del ámbito personal, no rodeado por otros agentes del gobierno. Toda la secuencia en el garaje de la casa de Paige es de lo mejor no sólo del episodio si no de la serie. Un último cara a cara que posicionase de una vez por todas a Stan frente a la mayor mentira de su vida.
Y es una escena que gana por la tensión, no tanto porque Stan pudiera disparar (que no) si no por el sugestivo discurso de un Phil que debe salvar la vida de su familia. Sabiendo que su hijo Mathew (Danny Flaherty) no estuvo involucrado y que su querido Henry no sabía nada, Stan se va aflojando, intentando comprender. Los rusos le mienten, sí fueron asesinos, claro, pero un delito de sangre no lo hubiera perdonado jamás Stan. Y conocían a Oleg, obvio, pero lo callan. Los Jenning nunca llegan a besar el suelo, por mucho que Stan insista. Hicieron lo que creyeron correcto por su país, como también hace Stan por el suyo. "Sólo soy un agente de viajes fracasado", se exculpa el perspicaz Philip. "Mi vida sí que ha sido un chiste". Los Jenning escapan, dejando a Stan descolocado. Que suene Brothers in Arms, de Dire Straits, no es gratuito. Fueron como hermanos, en una guerra silenciosa que ha durado seis temporadas y que acaba con uno de esos finales tan ambiguos como evocadores, con un toque melancólico que esconde una esperanzadora continuidad de futuro para sus protagonistas. Ojalá todos los premios para ellos.