BETTY VE TELENOVELAS
Hay actores que, queriendo o no, consciente o inconscientemente, quedan encasillados en determinados roles: el galán, el héroe, el villano…. Sin embargo, otros intérpretes logran esquivar esa circunstancia y sorprendernos con cada nuevo proyecto. Es el caso de Serhat Teoman. Los domingos nos acostamos odiando profundamente al Cemal de ‘Mi hija’ en Antena 3, pero de lunes a viernes nos conquista como el Sinan de ‘Madre’ en Nova
¿Hay algo bueno en Cemal? ¿Ha habido algún instante en el que lograse conmovernos, emocionarnos o enternecernos? Es posible que en alguna milésima de segundo mostrara algo de humanidad, pero, en líneas generales, todos y cada uno de sus actos han estado marcados por una absoluta falta de empatía hacia todo y todos.
A estas alturas podemos decir sin equivocarnos que Cemal es el gran villano de ‘Mi hija’. Es más, si Demir, en vez de ‘El Principito’ le leyese a Öykü cualquier cuento de hadas convencional, ese libro podría tener una foto de Cemal para ilustrar al personaje de ogro, brujo, dragón u hombre del saco.
Porque si los malos de los cuentos tienen la misión de obstaculizar la felicidad de la princesa protagonista, Cemal tiene como único objetivo vital vengarse de quien un día fue su mejor amigo.
Cemal se levanta, desayuna, se ducha, se viste, hace la compra, conduce, sale a la calle, bebe, come, va al baño, se acuesta pensando única y exclusivamente en destrozarle la vida a Demir.
Si ya sería criticable tal obsesión enfermiza, la situación se vuelve insostenible cuando Cemal no muestra absolutamente ningún escrúpulo. Le da igual cómo conseguir su objetivo y, lo que es peor, no le importa nada quién pague las consecuencias de sus actos.
Y es en ese punto donde concentra todo nuestro odio. Es ahí donde pierde esa pizca de comprensión que nos provoca el conocer su historia de huérfano criado en un orfanato y sus años encerrado en la cárcel. Podríamos llegar a entender, que no compartir, su sed de venganza, pero nunca jamás pasaremos por alto que no le importe lo más mínimo arruinarle la vida a una niña con tal de salirse con la suya.
Es cierto que Asu también sumó muchos puntos como personaje más odiado, pero, al menos ella, puso algo (poco) de su parte para cuidar lo mejor posible a Öykü y tuvo la generosidad de desaparecer cuando comprendió que la niña estaba mejor sin ella que con ella. Y, claro, cuando su herencia también desapareció.
Sin embargo, Cemal solo ve a Öykü como un instrumento. Incluso durante el tiempo que nos engañó haciéndonos creer que él era el padre de Öykü no mostró el más
mínimo instinto paternal. No quería recuperar a Öykü para tener esa familia que nunca tuvo, o como recuerdo de su romance con Asu, o para recuperar el tiempo perdido con su hija.
No. Cemal solo pensaba en el daño que esa “verdad” le causaría a Demir. Es más, ahora que ya sabemos que todo era una treta, además de entender aquella falta de sentimientos paternos, la situación aún resulta más espeluznante.
Cemal sabe que él no es el padre de Öykü. Cemal sabe que Öykü está gravemente enferma. Pero todo le da igual. Él solo quiere que Demir sufra y los efectos colaterales le traen sin cuidado.
Ahora mismo, solo cabe esperar que el encanto y la ternura de Öykü obren el milagro. Ella ya logró establecer una conexión muy especial con un Demir que en un primer momento no tenía nada clara su paternidad. ¿Será capaz de conseguirlo de nuevo? A fin de cuentas, no se trata de establecer un vínculo paterno-filial, sino de lograr que Cemal entienda que destruir esa familia no le va a devolver nada de lo que perdió.
Mientras Cemal sigue planificando sucesivas estrategias para separar a Demir y Öykü en ‘Mi hija’, Sinan hace todo lo que puede por acercar a Zeynep y Melek-Turna en ‘Madre’. Si en una historia Cemal es el demonio que provoca pesadillas a una niña, en la otra es una especie de ángel de la guarda que trata de protegerla en la medida de sus posibilidades.
Sinan apareció en escena cuando ya habíamos perdido la esperanza de que los profesores, la policía, los servicios sociales y demás entes competentes comprendiesen la situación real en la que vivía, o, mejor dicho, malvivía Melek. Todos tenían indicios de que algo no iba bien en esa familia. Todos vieron las señales luminosas que lanzaban Sule y Cengiz, pero todos miraron hacia otro lado.
Todos menos Zeynep. Ella no pasó de largo ante aquella bolsa de basura. Ella no apartó la vista de la mirada de una niña indefensa. Ella actuó y asumió las consecuencias de sus actos. Zeynep no dudaría en estar en la cárcel el tiempo que fuera necesario si eso significaba que Turna estaba a salvo.
Y en la misión ‘Salvar a Melek’ Zeynep ha tenido muchos aliados: la señora Torpe, sus hermanas, Ali y ahora Sinan. Y justo es reconocer que este último adepto a la causa es especialmente importante por su función de comisario.
Todos quieren ayudar a Zeynep y Turna, pero Sinan es casi el único con las herramientas, los conocimientos y el poder necesarios para ofrecer una ayuda provechosa. Sinan quiere ayudar a Zeynep, pero también sabe aconsejarla para que no vuelva a cometer los mismos errores. Sinan quiere que Zeynep esté con Turna, pero no quiere que tenga que verla a través de las rejas de una prisión.
Además, Sinan tampoco se ha dejado ni embaucar ni atemorizar por Cengiz. Y Cengiz sabe que ese comisario es peligroso para su modo de vida.
Quien también ve a Sinan como una amenaza, aunque desde otro punto de vista es Ali. El periodista acompañó a Zeynep en su maternidad casi desde el principio (con alguna que otra situación un tanto desagradable) y ahora se siente desplazado por el comisario.
Zeynep ha encontrado en Sinan no solo un consejero, sino un compañero de lucha, un confidente y tal vez algo más si es que todos sus problemas le permiten darse de cuenta de cómo la mira el comisario.
Es indudable que Serhat Teoman logra hacer totalmente creíbles y convincentes ambos personajes. Y resulta especialmente llamativa la conexión que ha creado con Beren Gökyildiz.
Cuando Sinan está ante Melek, es todo ternura y cariño. Intenta por todos los medios que la niña se sienta segura, que confíe en él, que lo vea como alguien a quien le puede contar el infierno en el que vive. Y, de hecho, es al comisario al primero (después de Zeynep) al que Melek confiesa lo que pasa en su casa.
Sin embargo, cuando Cemal está ante Öykü, la niña está en permanente tensión, en estado de alerta, esperando la oportunidad para salir huyendo de ese hombre que no tiene buenas intenciones.
Esa dualidad de emociones solo es posible gracias al gran trabajo de ambos actores y, sobre todo, a la complicidad que han establecido entre ambos. Hay que tener mucho talento y mucho feeling para conseguir que el domingo deseemos con todas nuestras fuerzas que Öykü y Cemal estén a kilómetros de distancia el uno de la otra y que al día siguiente ansiemos que Sinan agarre de la mano a Melek para llevarla junto a Zeynep.
Tanto Cemal como Sinan son personajes aún en desarrollo. Ahora mismo, tienen unas posiciones muy marcadas y muy antagónicas. Uno es el malo oficial de una historia y el otro es el candidato mejor posicionado a héroe de la otra. ¿Seguirán en esas dinámicas o habrá cambios? ¿Se convertirá Cemal en un tío más para Öykü? ¿Decepcionará Sinan a Turna y Zeynep?
Pase lo que pase, lo que no va a cambiar es la percepción de que Serhat Teoman tiene el preciado don de traspasar la pantalla y convencernos de que puede ser el peor de los villanos y el más valiente de los héroes.
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