El guionista de 'Los Simpson' bajó al Titanic en el Titan un año antes y habla de su gran fallo: "La muerte se cierne sobre ti"
NÚMERO DE SERIE
Tiene mérito que en pleno siglo XXI estemos hablando de un cómic creado en los años 40, que, a su vez, se inspiraba en una serie de comedias de Mickey Rooney de una década atrás. Los creadores de 'Riverdale' le sacuden el polvo a las viñetas del pelirrojo Archie Andrews –muy popular en EEUU– y se marcan un piloto enigmático, retorcido y bastante canalla, donde proliferan los diálogos con mordida, constantes guiños metareferenciales y/o nostálgicos y una ambientación tan oscura que parezcan haberse propuesto ser el relevo generacional de la mismísima 'Twin Peaks'.
No hay enanos bailongos ni espectros gigantes, pero ni falta que hace en este pequeño pueblo de los malditos, donde una panda de pelirrojos dan más "yuyu" que los niños del maíz y nuestros protagonistas no dudan en sembrar el conflicto allá por donde van. Tiene mérito, insisto, porque Archie, en la historia original, no deja de ser un chaval normal y corriente, que se mete en líos, sí, pero cuya máxima existencial se centra en elegir entre dos antagónicas chavalas de su high school: como en el chotis, la rubia (Betty) y la morena (Verónica).
En la serie, los personajes van mucho más allá. Archie, pelirrojo y blanquecino, parece un émulo del Edward Cullen de 'Crepúsculo', pero en mazado. Observa, pero se contiene; si tiene que quitarse la camiseta se la quita, y esconde uno de los grandes secretos de la trama. Verónica provoca el mismo rechazo visceral que la (bruja de) Blair de 'Gossip Girl' (también le sobra la pasta y la soberbia de niña rica), aunque, como veremos, de consentida tiene poco y es más lista de lo que parece. Y Betty crea ternura por su apariencia naif, aunque ya sabemos lo que ocurría con las rubias de Hitchcock. Vamos, que ellas son tías decididas, inteligentes y, lo que es más importante, amigas a pesar de todo.
El más carismático de los personajes de los cómics de Archie, Jughead, el leal amigo del prota, el que parece ponerle los pies en el suelo, sin embargo, pasa como un suspiro en el piloto, cambiando su icónica corona por un gorro de lana (esperemos que a Jughead le den el lugar que se merece). Con todo, 'Riverdale' viene a ocupar el corazoncito de aquellos que acabamos hartos del embrollo surrealista en que se convirtió 'Pequeñas mentirosas' ('Pretty Little Liars'), pues propone parecido juego cuando uno de los personajes aparece asesinado.
Pero si algo destaco de 'Riverdale' es su afán por dejar claro desde el principio que está todo inventado, que sus guionistas beben de referencias por todos conocidas, haciendo hincapié en los homenajes, desde Mad Men o James Franco, a series míticas de los 90: el padre de Archie es Luke Perry (Dylan en 'Sensación de vivir') y la madre de Betty, Madchen Amick (Shelly, la camarera de 'Twin Peaks'). Estos apuntes cachondos (los comentarios del amigo gay son de traca) mezclados con el dramatismo de un thriller juvenil hacen de 'Riverdale' una serie insólita en la parrilla actual. Ojalá mantenga el nivelazo del piloto y que la expectación creada no se quede en mero espejismo.