BETTY VE TELENOVELAS
Hermanos es sinónimo de dramas, hospitales, comisarías, cementerios, pero también de evolución porque son varios los personajes que empezaron siendo muy odiados por la audiencia y han conseguido ganarse el cariño de los espectadores.
Dice el dicho que del amor al odio hay un paso. No está tan claro que esa pauta se cumpla en dirección contraria, pero en el caso de Hermanos, la serie turca que triunfa los lunes y los martes en Antena 3, tenemos varios ejemplos de personajes que se ganaron a pulso el rechazo de la audiencia y que, sin embargo, con el tiempo, han conseguido hacerse merecedores de todo el cariño de los espectadores.
Si echamos la vista atrás, al momento en que los hermanos y los primos Eren cruzaron por primera vez las puertas del colegio Ataman, sin duda recordamos dos cuestiones. La primera, Ogulcan diciendo su clásico 'familia Eren, bienvenidos un día más al colegio Ataman'. La segunda, la pandilla de los niños ricos dejando constancia expresa, evidente y reiterada de su rechazo a la presencia de los inquilinos del gallinero en su selecto centro educativo.
¿Y quiénes formaban esa pandilla que tantos disgustos nos dieron? Pues un buen número de elitistas alumnos encabezados por dos nombres propios: Doruk y Berk.
Ambos convirtieron los primeros días de la familia Eren en el colegio en una auténtica pesadilla. Es más, su acoso iba más allá del horario escolar y no tenían ningún problema en crear conflictos allí donde se encontraran. Y, por si no fuera suficiente con lidiar con Doruk y Berk, poco tiempo después llegó un nuevo miembro al club de enemigos acérrimos de los Eren: Tolga.
Es imposible recordar todas las veces que ese trío provocó a los Eren. Cualquier oportunidad era buena para humillarlos, golpearlos o enviarlos a comisaría. Todo con tal de dejarles claro que el colegio Ataman no era su sitio.
Sin embargo, hubo algo que hizo que la actitud de Doruk y Berk cambiase por completo. Hubo algo que hizo que pasaran de utilizar a Ömer y Ogulcan como sacos de boxeo a convertirse en buenos compañeros y mejores amigos. Hubo algo que hizo que pasaran de enviarlos al hospital a acompañarlos en la sala de espera de incontables centros sanitarios. Hubo algo que hizo que pasaran de burlarse de su domicilio en un gallinero a convertirse en visitantes asiduos y residentes ocasionales.
¿Qué fue ese algo? El amor.
Doruk descubrió que la pobreza es compatible con el encanto, la dulzura y la belleza. Y ese descubrimiento lleva el nombre de Asiye. Apenas hizo falta una canción para que el líder de la pandilla de los acosadores descubriera que encajaba a la perfección en el Team Gallinero. Su relación fue una intensa combinación de momentos buenos y malos, pero, sin duda, fue la base que convirtió a Doruk en uno de los príncipes azules de la serie.
Cada vez que le tendía su mano a Asiye, cada vez que aceleraba su coche para acudir al rescate, cada vez que bromeaba con la princesa Asiye, cada vez que peleaba hombro con hombro con su cuñado, cada vez que defendía a su novia de los ataques de su madre… Cada una de esas veces Doruk hacía que nos olvidásemos de aquel adolescente chulo y arrogante que se creía por encima de todo y de todos por el mero hecho de apellidarse Atakül.
Y lo mismo podríamos decir de Berk, que ha conseguido que el apodo de "vampiro" haya pasado de ser el mayor de los insultos a un mote cariñoso y simpático. De hecho, a pesar de todos sus lamentables antecedentes, a día de hoy es uno más de la familia Eren, aunque aún tenga que mantener cierta distancia en presencia de Sengül y Orhan.
En cuanto a Tolga, el punto de inflexión de su comportamiento fue también por amor, pero, en este caso, fraternal. La llegada de Leyla al colegio fue un auténtico antes y después en su actitud. Eso sí, poco antes ya habíamos descubierto que su actitud permanentemente hostil y beligerante se debía al infierno que vivía en su propia casa.
Tolga no sabía querer porque nadie le había enseñado a querer. En el colegio solo repetía lo único que había aprendido en casa: violencia, malos tratos, humillación, soberbia. Sin embargo, cuando alguien le tendió la mano, cuando descubrió lo que significaba la amistad, cuando entendió lo que era una familia, Tolga cambió.
¿Quién nos iba a decir que aquel psicópata que encerró a una de sus primeras novias sería capaz de casarse solo por ayudar a una desconocida? ¿Quién nos iba a decir que aquel psicópata que ideaba los planes más crueles se convertiría en un buen compañero de Ömer y casi en el mejor amigo de Ogulcan?
Y, por supuesto, no podemos olvidar que en esa pandilla de acosadores escolares también estaba la hoy enamoradísima Süsem, que por aquel entonces era una de las fieles escuderas de Harika, quien, por cierto, también llegó a convertirse en inquilina ocasional del gallinero.
A Susëm le pasó un poco como a Tolga. En el entorno Eren encontró el cariño, la compañía, la comprensión y el calor que no tenía en su casa.
Porque tal vez en el gallinero no hiciera tanto calor como en las mansiones de los niños ricos, pero entre esas cuatro paredes mal aisladas sobra calor de hogar, que es lo que encuentran todos los que cruzan su destartalada puerta.
Pero no solo los niños ricos se han ganado nuestro cariño y nuestro respeto, sus madres también han abandonado el lado oscuro en el que vivían. Tanto Nebahat como Ayla hicieron todo lo posible (y hasta lo imposible) por separar a sus niños de la mala influencia de los Eren. Intentaron echarlos del colegio, de sus trabajos,... No tuvieron ningún escrúpulo a la hora de burlarse de Sengül y estafarla hasta el punto de dejar a la familia literalmente en la calle.
Es cierto que su transformación se debe en gran medida a los secretos que comparten con Sengül y/o Orhan, pero, sea como fuere, en este momento son algo parecido a las protectoras de los Eren. Tal vez no estén todos los días pendientes de sus asuntos cotidianos, pero, cuando tienen un problema, son de las primeras en presentarse para ayudar y, sobre todo y más importante, no son las causantes de sus desgracias.
En este grupo también deberíamos incluir a Suzan. Eso sí, tenemos que aclarar que la mención a la madre biológica de Ömer es más por omisión que por acción. Es decir, nuestra animadversión hacia Suzan se debe a que durante mucho (demasiado) tiempo se limitó a ver a su hijo afrontando un problema detrás de otro sin hacer absolutamente nada. ¿Cómo puedes permitir que tu hijo llegue a pasar hambre y frío sin tenderle la mano?
Ahora parece que se ha despertado su instinto maternal y, de vez en cuando, aparece por el gallinero con algún que otro tupper y hasta ha contribuido con la economía familiar.
En Hermanos, como en la vida, nada es blanco o negro del todo. La gama de los grises también tiene su espacio en esta serie y en nuestros sentimientos como espectadores. En concreto, hay dos personajes que podríamos decir que amamos y odiamos a partes iguales, alternativamente y, a veces, hasta de forma simultánea.
Son Akif y Sengül. Ambos han hecho méritos de sobra para estar en nuestra lista de personajes más odiados. Por poner solo un par de ejemplos de cada uno. Akif mató al padre de los Eren y ocultó lo que había pasado con Kadir. Sengül echó a sus sobrinos de su casa y llegó a vender a Emel por una buena suma.
¿Podíamos decir más fechorías? Sin duda. Pero también debemos ser justos. Es cierto que han causado muchos de los problemas de los Eren, pero también es verdad que en muchas ocasiones han acudido en su rescate. Sengül puede ser una inconsciente en cuestiones financieras, pero las puertas de su casa están abiertas para sus sobrinos. Akif puede ser el peor de los socios, pero no duda en mover todos los hilos a su disposición para proteger a quienes tanto daño causó.
Y, por otro lado, ¿alguien se imagina esta serie sin las ocurrencias de ambos? En el caso de Akif, es el peor de los maridos, el más sinvergüenza de los socios, un empresario de reputación cuestionable, pero nos da momentos tan divertidos en cada capítulo que somos capaces de olvidar momentáneamente su peor cara.
Hay otros personajes que también abandonaron el lado oscuro, como Ahmed. Otros están como en un limbo entre uno y otro, como Yasmin que parece dar dos pasos hacia la luz y uno hacia la oscuridad de nuevo. Otros demuestran estar muy cómodos viviendo en la rabia y el rencor como Sarp y Sevval. Y, finalmente, otros son una incógnita aún por despejar, como Ayaz.
Así pues, solo nos queda estar atentos ante posibles nuevas incorporaciones al Team Gallinero y, sobre todo, cruzar los dedos para que no haya ninguna deserción.