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'La Novia Gitana': La estilizada y oscura adaptación de Paco Cabezas vuela alto

Una inspectora de raza. Un doble caso de asesinato enrevesado. Un Madrid sombrío que late de rabia. 'La novia gitana' es eso y mucho más. Cada domingo un nuevo episodio en ATRESplayer Premium.

Como toda adaptación literaria que se precie, el resultado de su versión televisiva depende del material del que se parte (si se es fiel o vuela libre) y del pulso narrativo del director.

'La novia gitana' tiene más de Paco Cabezas que de Carmen Mola, el seudónimo tras el que se esconden los autores de la novela, Agustín Martínez, Jorge Díaz y Antonio Mercero (este último ha coescrito la serie junto a José Rodríguez). Para empezar, si los escritores apostaban por la sangre y la violencia explícita por delante del suspense, visualmente Cabezas se inclina más por lo segundo, dejando a un lado el punto más escabroso de los truculentos casos de la inspectora Elena Blanco, la gran protagonista de la saga.

Esta detective de raza, interpretada por Nerea Barros, se pone al frente de los crímenes más enrevesados desde la BAC (Brigada de Análisis de Casos). Es de esas mujeres aparentemente imperturbables, cuya mirada esconde un dolor inmenso, que lleva el pelo recogido en una coleta tirante, ahoga su pena en grappa (un aguardiente con alta graduación alcohólica), maúlla en los karaokes y se desata en la cama sin mediar palabra. Arrastra un enigma que corre paralelo al caso, pues su obsesión es encontrar a su hijo y, para ello, fotografía de forma compulsiva cada segundo del entorno de la madrileña plaza Mayor desde el balcón del piso donde vive. Allí, en plenas fiestas navideñas, se perdió su pista (algo que me recordó a la angustia de los padres de ‘The Missing’ cuando su pequeño se confunde hasta desaparecer entre los hinchas de un partido de fútbol). Para investigar el caso de ‘La novia gitana’, que da título a la serie, le acompaña el joven policía Ángel Zárate (Ignacio Montes), una dupla a lo ‘The Killing’ (ella más serena, él más impulsivo) que deberá dejar sus diferencias a un lado para resolver el doble asesinato al que se enfrentan.

Nerea Barros es Elena Blanco en 'La novia gitana' | ATRESplayer PREMIUM

Y es en su premisa donde encontramos el principal gancho, ya que, aunque la historia reúne algunos de los clichés habituales de la novela negra, Cabezas logra hacerlos suyos. La primera escena es la de un niño encerrado, atacado de forma agresiva por un perro. El chaval, contra todo pronóstico, mata al animal. Esta secuencia brutal adelanta la fuerza dramática que tendrán la mayoría de las escenas de acción. Cabezas, que pasa del ojo del animal al zoom de una cámara de fotos, no se regodea en lo cruento sino que estiliza la violencia, creando una atmósfera oscura, amarga, en la que mezcla lo emocional con lo social. Ya en su película ‘Adiós’ (2019), dirigida por Cabezas, unos padres, que habían perdido a su pequeña en un accidente de coche, acudían al clan familiar para tomarse la justicia por su mano.

En 'La novia gitana', es Susana Macaya, de padre gitano y educada como una paya, la que es encontrada asesinada vestida de novia en vísperas de su boda, tumbada en medio de un círculo rojo. Es de noche, llueve, en un Madrid callejero y sucio que es un personaje más, un submundo el que muestra Cabezas que parece latir de rabia. La joven fallece tras un minucioso y macabro ritual que, para más inri, es similar al sufrido por su propia hermana Lara hace siete años. Inevitables son las referencias a clásicos como ‘Seven’ (su punto sombrío y turbio) o ‘El silencio de los corderos’ (los gusanos por las polillas), una reinterpretación con el toque de aquí, un rompecabezas con la jerga y los chistes con marcado carácter español. Además cuenta con un posible falso culpable, algo que encanta a los lectores del noir. En aquel momento se encerró al sospechoso del crimen (Darío Grandinetti), un hombre temido y temible que gusta de leer a Santa Teresa de Jesús. Y ahora la gran duda es si este tipo (que por cierto es aficionado también a hacer fotos) es el verdadero culpable o ha surgido un imitador.

Blanco, Zárate y su equipo (a destacar Orduño interpretado por Vicente Romero, que le pone gracejo a la solemnidad de la propuesta) deberán investigar este macabro y complejo caso en el que se ven implicados gitanos que se han integrado en la sociedad, pero también aquellos que siguen sus propias costumbres. Una denuncia social que se expresa de forma manifiesta, como cuando se escucha decir: "Los gitanos somos mierda para los payos, eso es lo que piensan de nosotros". Un policial con un gran reparto, entre los que destacan, además de los ya mencionados, Lucía Martín Abello, Mona Martínez y Francesc Garrido (como parte del equipo de la BAC), Mónica Estarreado y Moreno Borja (los padres de las víctimas), Lola Casamayor (la mujer del policía que investigó el primer caso ––Miguel Ángel Solá– que sufre Alzheimer), Ginés García Millán (como resabido jefe de policía) o Emilio Palacios (el novio de la víctima).

Tras su paso por el Festival de San Sebastián, los dos primeros episodios (de ocho) ya están disponibles en ATRESplayer Premium y ya se ha confirmado una segunda temporada. Material no falta pues a la trilogía Inspectora Elena Blanco (compuesta por 'La novia gitana', 'La red púrpura' y 'La nena'), publicada a partir de 2018, se une un cuarto libro ('Las madres') que sale a la venta en estos días.

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