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'El método Kominsky', las claves de su emotiva despedida

Michael Douglas toma el timón en esta tercera (y última) temporada con la ayuda de Kathleen Turner y Morgan Freeman. Estas son las claves de su definitivo adiós que llega el 28 de mayo.

Michael Douglas en 'El método Kominsky'Netflix

Michael Douglas y Alan Arkin se convirtieron en uno de los tándems más divertidos de la tele con las dos primeras temporadas de 'El método Kominsky'. Una especie de respuesta masculina a la 'Grace y Frankie' de Jane Fonda y Lily Tomlin.

La serie ganó el Globo de Oro a mejor comedia y Douglas se llevó otro como mejor actor en 2019. En la tercera entrega de seis episodios (dos menos de los habituales) que se estrena este viernes, los seguidores de la extraña pareja se preguntaban qué ocurriría ahora tras confirmarse que Arkin no regresaría. Su creador Chuck Lorre, acostumbrado a lidiar con imprevistos (en 'Dos hombres y medio' no dudó en cambiar a su protagonista y la serie continuó como si nada), opta por tirar de cameos potentes y por arropar a Douglas con pequeñas y variadas subtramas. Pero hay más.

Sandy se queda sin Norman

Fue una muerte anunciada. En el poster de promoción, aparecía un Sandy (Michael Douglas) apesadumbrado bebiendo su habitual whisky Jack Daniels con Dr. Peppers Zero al lado de un Martini sin dueño. Chuck Lorre confirmó que Alan Arkin, de 87 años, no regresaría en la última temporada. El actor reconvertido en profesor de interpretación se quedaba sin su amigo del alma, el ex agente de actores Norman Irving. El tráiler ya no dejaba lugar a dudas ante la incógnita. Norman moría y el primer episodio arrancaba con su funeral. Algunos flashbacks con Arkin recuerdan su magnífica relación, pero ya no vuelve a aparecer y es Sandy el que soporta todo el peso de la trama. Para entendernos: 'El método Kominsky' no se centra en el duelo como hace por ejemplo 'After Life', de Ricky Gervais, sino que sigue adelante con otras historias más luminosas y divertidas. Pero la despedida sigue siendo muy emotiva.

Es cierto que en una serie en la que se reflexiona sobre los temores propios de la edad por boca de dos "jubilados", la muerte siempre ha sobrevolado en todas las conversaciones. Sandy sobrevivió a un cáncer y, de hecho, ¡El método Kominsky¡ arrancaba cuando fallecía la mujer de Norman y este necesitaba el consuelo de su amigo. Como recuerda el propio Sandy ahora, han estado juntos 50 años, más que cualquier relación amorosa con una mujer. Aunque el doloroso drama está ahí, en la serie el toque cómico gana por goleada y también lo hace en el arranque de esta tercera temporada con un rocambolesco funeral –con breve aparición pero muy loca de Madelyn, la novia de Norman (Jane Symour)– y con Sandy inmerso en el papeleo administrativo que conlleva la muerte de su amigo.

Los líos con la herencia de Norman

Los guionistas optan rápido por pasar página. La serie no se centra tanto en cómo superar el duelo, que también, sino en las consecuencias materiales que llegan con la muerte de Norman. El ex agente deja a Sandy como albacea de sus propiedades, o lo que es lo mismo, se debe encargar de administrar el dinero. A Sandy no le hace mucha gracia pero no le queda otra. Peor lo llevan la hija de Norman, Phoebe (Lisa Edelstein, ‘House’)– y su nieto Robby (Haley Joel Osment, ‘El sexto sentido’). Ambos reclamarán su parte de asignación a Sandy, pero siempre desde el absurdo, pues no olvidemos que Phoebe es una ex adicta de la que Sandy desconfía y Robby se presenta ahora como un adepto a la Cienciología (lo que da bastante cancha a Chuck Lorre para desmelenarse con tan polémico tema).

El efecto dominó por la muerte de Norman no queda ahí, pues también afecta al propio Sandy y a su hija Mindy (Sarah Baker) herederos a su vez de un dinero importante que les podría cambiar la vida, tal vez, a peor. Como dice sarcásticamente el propio Sandy: "La muerte es algo duro, pero organizar su herencia es aun peor". En esta espiral de encuentros y desencuentros –no hay nada peor que jugar con el dinero– habrá tiempo para malentendidos de todo tipo y reflexiones habituales surgidas de las diferencias generacionales –entre otras, en las clases de interpretación de Andy– y ataques frontales a los ofendiditos (el chiste nazi sobre el Mercedes de Himmler como no podía ser de otra forma resurge de nuevo).

El fichaje de la arrolladora Kathleen Turner

Temporada 3 de 'El método Kominsky' | Netflix

Esta serie ha obrado un pequeño milagro. Si en el pasado Michael Douglas se reencontraba con Danny DeVito, que hacía de su doctor en una escena en la que le exploraba la próstata, en la tercera temporada es Kathleen Turner la que se apunta a una intervención entre amigos. Los tres coincidieron en 'Tras el corazón verde' (1984) y aunque la Turner ya asomó brevemente en la segunda temporada como la ex mujer de Sandy es ahora cuando su personaje toma relevancia. A partir del segundo episodio, la actriz se hace dueña del tinglado, proporcionándonos algunas magníficas escenas juntos. Interpreta a Roz, que llega para dar apoyo a su ex marido, pero también a su hija, que duda ahora de la relación con su maduro novio Martin (Paul Reiser está francamente divertido en esta temporada y surge con más fuerza como personaje masculino de más edad para compensar la falta de Arkin).

El personaje de Kathleen Turner también representa el perdón, pues se llevaba de uñas con Sandy y por circunstancias de la vida ahora ya no siente ese desprecio hacía él. Son cosas del karma, como desearle a Sandy que no se rinda, un mensaje que surge como aliciente para aquellos que creen que a cierta edad ya no se pueden perseguir los sueños. En este aspecto, ‘El método Kominsky’ vuelve a dar una lección de vida. Nunca es tarde, aunque seas un septuagenario. Sandy en el pasado rechazó un anuncio que hizo finalmente Elliot Gould; ahora será diferente.

El cameo de Morgan Freeman (no es el único)

Morgan Freeman en 'El método Kominsky' | Netflix

Como ya se adelantó hace un mes, Morgan Freeman es el principal cameo de esta última temporada. ¡Y vaya cameo! El ganador del Oscar se interpreta a sí mismo ya que participa en una serie de televisión ficticia, lo que aporta a ‘El método Kominsky’ la oportunidad de ver tele dentro de la tele, es decir, cómo son las bambalinas de un rodaje (eso sí, con mucha guasa). Su principal relación será también con Sandy, ya que ambos son dos actores veteranos que pueden aportar luz en el difícil camino de los aspirantes de la escuela de interpretación del protagonista. Hay una escena que mantienen un cara a cara que es canela fina.

Además, el director Barry Levinson hace de sí mismo, en una subtrama que también tiene al omnipresente Sandy como protagonista. Sirve como remate especial a la serie tras sus tres temporadas y que está relacionada con ‘El viejo y el mar’, de Hemingway, otro guiño a la edad y al inexorable paso del tiempo. Como guinda, el sugerente recuerdo a su serie ‘Dos hombres y medio’, con la participación del actor Jon Cryer que se convierte sin saberlo en portador de una inmensa felicidad para Sandy. Una forma bastante chula de Chuck Lorre de unir dos de sus series más icónicas.