NÚMERO DE SERIE
El final definitivo de 'Mad Men' se acerca. El pasado domingo se estrenó el primero de los siete episodios que pondrán fin a la brillante serie creada por Matthew Weiner. La Season Premiere que acaba de estrenarse pone sobre la mesa dos cuestiones fundamentales: la serie roza en muchas ocasiones lo magistral aunque, al mismo tiempo, reclama inexorablemente su final.
SPOILERS
Que 'Mad Men' es una serie fundamental en la última década es innegable, como también lo es el hecho de que debe terminar justo ahora, cuando el relato global ha alcanzado su punto álgido y está sustentado por el fantástico armazón que suponen sus personajes.
Y es que 'Mad Men' es, sobre todo, una serie sobre personajes quiénes, siendo completamente infelices, trabajan para hacer creer a los demás que viven en un mundo feliz. Esa dualidad de lo que se sienten y de lo que venden a través de la publicidad se ha visto plasmada en el último episodio, con el título nada casual de Severance (ruptura). Como es habitual Don Draper es, a mucha distancia, lo mejor de cada capítulo. Sobre él recae todo el peso de la serie y, para bien y para mal, es el mayor responsable de que adoremos a 'Mad Men' y de que lo hagamos a pesar de sus defectos.
El episodio comienza con un capricho sexual de Don; el publicista, más cómodo cuando vive en la fantasía que en la realidad, continúa buscándose a sí mismo, pero lo hace (una vez más) en el sitio equivocado. Lo intenta a través de amantes a las que cree conocer, de historias fugaces, de sueños que se confunden con la realidad.
Por eso es tan acertada la muerte de Rachel, porque Don comienza a verse a sí mismo en peligro, desvaneciéndose. De ahí lo sublime del instante en el que Don apaga y enciende las luces del salón de su casa: no quiere ver su propio ocaso, lo que no quiere decir que no sepa que le acecha. Don contra Don. Don contra Dick Whitman.
Otro de los mejores momentos del capítulo ha estado protagonizado por Joan y Peggy, dos personajes que según el momento parecen completamente antagónicas y otras veces se muestran con muchas más similitudes que diferencias. Las dos sufren la sorna machista de la época durante una reunión de negocios y en el ascensor ambas mantienen un brillante (aunque brevísimo) diálogo sobre el machismo en el ambiente laboral.
Peggy le recrimina que su aspecto puede poner en entredicho su profesionalidad, algo que irrita profundamente a Joan, que se reafirma sobre sí misma yéndose de compras con modelos que destacan profusamente su voluptuosidad. Es Peggy quién, contradiciendo en parte su discurso, decide hacerse la recatada y no tener sexo durante una cita a ciegas. Y en ambos casos, las actrices han estado espectaculares.
Por otro lado, lo que sí empieza a notarse es una repetición en algunas tramas, sobre todo en lo referente a Don y su promiscuidad (algo sobradamente demostrado a lo largo de las siete temporadas) y el empeño de la serie de servir como retrato sociológico y testimonial de la época (la comparecencia televisada del presidente Nixon acerca de Vietnam). Al menos, con lo bueno y con lo malo, la serie sigue intacta de espíritu y fiel a sí misma.
Poca dada a los exabruptos y a los golpes de efecto, 'Mad Men' finalizará el próximo 17 de mayo. No será un final apoteósico ni lleno de adrenalina, sino que asistiremos a la caída final de Don Draper, el único capaz de encarnar el héroe y el anti héroe americano en un mismo personaje.