OLIVIA POPE

Kerry Washington habla de su "tóxico" trastorno alimenticio que la llevó a tener pensamientos suicidas

Kerry Washington se convirtió en una estrella con el éxito de Scandal y desde entonces ha tenido una prolífica carrera, pero la actriz se ha sincerado sobre los duros momentos que ha pasado lidiando con un TCA.

La actriz Kerry Washington se ha abierto como nunca sobre su lucha de años con un trastorno alimenticio.

La inolvidable Olivia Pope de Scandal ha escrito unas memorias, Thicker Than Water, donde habla sobre su "relación tóxica" con su cuerpo y con la comida, y cómo ha lidiado con ello.

Y en una entrevista en Good Morning America ha dado más detalles sobre su experiencia.

Kerry cuenta que su trastorno comenzó muy temprano, y que cuando empezó la universidad su relación con la comida y su cuerpo ya se había "convertido en un ciclo tóxico de auto-abuso que se nutría de herramientas como matarme de hambre, atracones, obsesión con mi cuerpo y ejercicio compulsivo", relata en el programa.

"Podía sentir cómo el abuso era una manera de verdaderamente herirme a mí misma, como si no quisiera estar aquí. Me asustó", confiesa. "Me asustaba no querer estar aquí porque tenía tanto dolor".

La protagonista de Little Fires Everywhere también afirma que contempló el suicidio, ante la pregunta de la presentadora.

"Sí, sí... El comportamiento eran pequeños actos para intentar destruirme a mí misma".

"La primera vez que me arrodillé, y recé a algún gran poder fue en plan, 'no puedo hacer esto, necesito ayuda', fue con mi trastorno alimenticio", recuerda. "Era buena en hacerme la 'perfecta'. Era buena con el control. Sabía cómo manejarme y era funcional y la comida me derribó", añade.

"La dismorfia corporal, el odio a mi cuerpo, estaba más allá de mi control y realmente me llevó a sentir que necesitaba ayuda porque no sabía cómo vivir así", destaca Kerry, enfatizando en la importancia de pedir ayuda".

Actualmente, Washington asegura que está mucho mejor, y por eso ha querido compartir su experiencia.

"Nunca diría que nunca me porto mal con la comida, pero ahora es muy diferente. No lo llevo al extremo. No hay ideas suicidas, ya no estoy ahí. El fondo ahora está mucho más alto donde solo tengo un poco de incomodidad pero es una forma de saber que me tengo que poner a raya. Pero es mucho más sano, mucho más fácil. Es mucho más cuerdo de lo que solía ser", asegura.

Ahora Kerry quiere ayudar con su historia a otros que se vean en esa misma situación, para que sepan que hay luz al final del túnel y formas de sanar.