BETTY VE TELENOVELAS
Mientras en nuestras retinas aún pervive el recuerdo de una niña con una mochila azul con alas blancas en 'Mi Hija', ahora llega otra pequeña con la misma capacidad para ganarse nuestro corazón en 'Hermanos'. Quisimos a Öykü y, sin duda, querremos a Emel.
Una de las claves de una buena interpretación es la capacidad para que las emociones traspasen la pantalla. Beren Gökyildiz lo hizo con creces con su papel de Öykü en 'Mi hija', una de las series más vistas del pasado año. Ahora llega a nuestras vidas Aylin Akpinar y todo indica que su trabajo como Emel, la pequeña de los 'Hermanos', también logrará cautivarnos.
Una emotiva tarjeta de presentación
Y la mejor muestra es su tarjeta de presentación. A Emel la conocemos a través de un grito desgarrador. El grito de una niña que llama a su madre. El grito cargado de dolor de una pequeña que se siente desamparada al perder a sus padres. Pero, al mismo tiempo, también conocemos a la Emel alegre y divertida que disfruta de su inocente travesura matutina de robarle los huevos de las gallinas de su tía. ¿Qué divierte más a Emel? ¿Su charla mañanera con las gallinas a las que pide un respetuoso permiso para “tomar prestada” su producción o hacer rabiar a su tía con sus andanzas infantiles?
Nos hace reír esa Emel risueña y nos emociona la Emel bañada en llanto en el entierro de sus padres.
Justo lo mismo que nos sucedió hace tiempo con Öykü. Admirábamos su madurez, su capacidad de adaptación y su valentía para actuar como una niña mucho mayor. ¿Alguien ha olvidado su viaje en metro rumbo a su colegio? Y nos enternecía su retahíla de estaciones de metro cuando descubrimos por qué las repetía una y otra vez. ¿Alguien ha olvidado el orden correcto del recorrido a su colegio?
La estabilidad perdida
Emel parecía tener una vida tranquila hasta que el destino (y el villano de turno) decidieron arrebatársela. Era la pequeña de una gran familia feliz, pero su felicidad se vio truncada por un camión y una caída nada accidental.
Ahora Emel va a tener que adaptarse a su nueva realidad. Ya no tiene a sus padres para cuidarla. Ya no tiene la casa en la que siempre vivió. Ya no tiene muchos de sus recuerdos infantiles.
Pero Emel conserva algo muy valioso. Tiene a sus hermanos mayores dispuestos a esforzarse al máximo por ella. Tiene a su tío, que, aunque le cueste más de una pelea conyugal, no parece dispuesto a arrojar a sus sobrinos a la indigencia.
Va a ser duro. Está siendo ya duro. Si para los adultos los cambios no siempre son fáciles, ¿cómo no van a serlo para una criatura? Si sus hermanos mayores no logran esconder las lágrimas y el miedo por un futuro incierto, ¿cómo puede hacerlo una niña? Si ese gallinero parece más un estercolero a través de la pantalla, ¿cómo lo verán unos ojos infantiles?
Y esa sensación de pánico a lo desconocido también lo vivió Öykü el día que llegó a casa de su tía y solo se encontró su maleta amarilla y una carta. Para Öykü la vida también dio un giro de 180 grados, pero, en su caso, la situación era aún más angustiosa.
Öykü no solo tenía que enfrentarse a una vida desconocida. También tenía que hacerlo rodeada de desconocidos. Es cierto que Demir era su padre, pero, recordemos que su primer encuentro con la "mocosa" no fue nada halagüeño. Es más, el casi presidiario aceptó hacerse cargo de la niña para evitar ser definitivamente un presidiario.
Emel cuenta con la ventaja de que sus hermanos no le han soltado la mano en ningún momento. Siempre está uno de ellos dispuesto para abrazarla, para consolarla, para tranquilizarla, para decirle que todo está bien.
Una amenaza en la sombra
Pero pese a las buenas intenciones de sus hermanos mayores, en nuestro cerebro empieza a aparecer la duda. ¿Será capaz Kadir de hacerse cargo de todos los gastos? Le sobra voluntad, carácter, decisión y entrega, pero le falta un trabajo. Tiene el orgullo suficiente para no permanecer donde no los quieren, pero no tiene donde cobijar a sus hermanos. Omer y Asiye también están dispuestos a ayudar con la economía doméstica, pero ¿serán capaces de enfrentar todo lo que se les viene encima?
Y vuelve a partir el corazón que haya tenido que ser un adolescente el que tomara la decisión sobre el futuro de su familia. Sus tíos se han reunido en el salón supuestamente para debatir la situación, pero parecía que solo estaban tomando el té. Todos decían que había que hacer algo, pero sus propuestas eran todo menos soluciones.
¿Irse con quien no tiene trabajo? Para eso ya se quedan con Kadir, que, al menos, va a poner ganas y empeño en encontrar un empleo.
¿Llevarse a Emel a un internado a Alemania? Al menos esta era una solución viable, aunque inaceptable por parte de los hermanos. ¿Separarse en el peor momento de su vida?
Pero no podemos dejar de pensar en esta opción. No nos gusta, pero ¿llegará el momento en el que Kadir tenga que plantearse seriamente esta decisión? Omer y Asiye, aun siendo muy jóvenes, son lo suficientemente mayores para valerse por sí mismos y para asumir la situación con entereza. Pero Emel es aún una niña. Asiye ya renunció un día a parte de su cena para que la pequeña no se quedase con hambre, ¿qué pasará si esa renuncia tiene que volverse recurrente?
Algo parecido sucedía con Öykü y el orfanato. Era la peor opción. Ni ella ni nosotros queríamos ni pensarlo, pero hubo un dramático momento en el que fue la única solución.
Eso sí, Öykü al menos podía recibir la visita de su padre y de su tío Ugur, aunque para ello tuvieran que recurrir a los trucos más inverosímiles. ¿Cómo olvidar la emoción que pusieron aquellos payasos en su visita al orfanato? Y, sobre todo, ¿cómo olvidar a aquellas ilustres y supuestamente elegantes señoras de la alta sociedad que visitaban a las niñas?
El ángel de la guarda
Si bien Emel tiene a sus hermanos, hay que recordar que Öykü también contaba con el cariño y el apoyo de su particular ángel de la guarda. Candan fue la mejor amiga, la mejor hermana mayor, la mejor madre. Su compromiso y su cariño hacia la pequeña son incuestionables. Puso absolutamente todo de su parte para darle a esa niña un hogar y una familia.
Emel ya tiene una familia y es muy probable que sus hermanos se esfuercen al máximo para convertir ese gallinero en un hogar, pero, visto que su tía se niega en rotundo a darles el cariño maternal que necesitan ahora mismo, ¿habrá alguien que les tienda la mano sincera y desinteresadamente? ¿Habrá alguna puerta que se les abra o seguirán recibiendo portazos?
Öykü nos emocionó en mil y una ocasiones. Consiguió que recuperásemos el libro del niño rubio de nuestra estantería para releerlo con la misma intensidad que ella cada noche. Logró que buscásemos una mochila azul con alas cada vez que entrábamos en un centro comercial. Hizo que buscáramos en Google una enfermedad rara de nombre impronunciable para saber más de su tratamiento. Provocó que la serie de "la niña" se convirtiese en la serie de "la princesa".
A Emel acabamos de descubrirla. Nos queda mucho por saber de ella. Nos quedan muchas emociones por compartir con ella. Pero las primeras impresiones, a veces, son las más importantes. Y, si una actriz es capaz de arrancarnos las lágrimas con un simple plato de arroz con leche, es que hay mucho talento por descubrir. ¿A alguien que no quiera acompañar a Emel en su nueva vida?