NÚMERO DE SERIE
La serie es una adaptación del podcast que contó la historia real de Christopher Duntsch, un cirujano que mutiló y mató a varios pacientes con la impunidad del sistema.
Gordo, desmejorado, con gesto serio, impertérrito. Así aparece Joshua Jackson en la primera escena de 'Dr. Death', serie a modo de flashback que relata los años en los que Christopher Duntsch operó a una treintena de pacientes en varios hospitales causándoles daños irreversibles. Basándose en el podcast que sacó a la luz su macabra historia, la ficción muestra con absoluta crudeza cómo este neurocirujano dejaba desangrarse a sus pacientes con total impunidad. En gran medida por el sistema médico en sí mismo y empezando porque los médicos no se acusan unos a otros.
Sus antecedentes son los de un tipo normal, con una educación normal. Pero no debió aprender nada bueno de su padre, un fisioterapeuta y misionero cristiano; tampoco de su madre, profesora de escuela. El golpe que no pareció superar fue el de ser rechazado para jugar al fútbol americano, su gran pasión. Como no daba la talla decidió dedicarse a la medicina. Le costó lo suyo, años y años de estudio, hasta graduarse en Memphis con un doctorado. Talento poco, según se supo después. Es más, el sistema ya hizo la vista gorda desde el principio: practicó un centenar de cirugías al completar su residencia, cuando lo habitual es hacer mil.
Como aparentemente parecía un tipo normal, en 2010 comenzó una relación con Wendy Renee Young, la que sería la madre de sus dos hijos. La pareja se mudó a Dallas. De todas las opciones Christopher Duntsch eligió la neurocirugía, especializándose en cirugía de columna. No porque fuera especial sino porque comprendió rápidamente que podía
ganar mucho más dinero ya que estaba endeudado hasta las cejas. Digamos que vocación tampoco mucha. Su currículum, ese que presentaba con orgullo cuando pedía trabajo, era tan espectacular que por haber había hasta títulos que no existían y que se inventó. El sistema no investigó y Christopher Duntsch fue considerado desde el principio una eminencia.
En 2011 empieza a ejercer en Texas. A lo largo de los dos próximos años –¡dos años!– provocaría lesiones a 33 de sus 38 pacientes. Ya desde el inicio sus operaciones seguirían un patrón con procedimientos fuera de toda lógica. Algunos compañeros que veían callaban, otros, los que señala la serie, advirtieron con toda razón que en su mesa de operaciones lo que pasaba no era normal. Sin ninguna supervisión, Christopher Duntsch llegó a operar bajo los efectos de las drogas y el alcohol. El sistema hizo que su negligente actitud pasara desapercibida y que siguiera ejerciendo sin control alguno. La serie cuenta desde el arranque cómo Christopher Duntsch no sabía ni coger un bisturí.
En el hospital Baylor comenzó su carnicería. Después de sus operaciones, sus pacientes acababan con dolor crónico, paralizados y sin movilidad, anclados a una silla de ruedas de por vida. Algunos fallecieron por infecciones relacionadas con las operaciones fallidas o desangrados en la camilla. Para muchos que le vieron en acción era un tipo enajenado. Pero no hicieron nada. Silencio. La serie contrapone la bondad y confianza de estas personas que dejan su vida en manos del médico, a la inhumana e infame actitud de este. De una forma explícita y bastante cruda muestra cómo Duntsch hurgaba en las vísceras hasta conseguir que el paciente se desangrase o cómo podía permanecer horas y horas a sus anchas en una operación que podría haberse resuelto en una. Un tipo peligroso a ojos de los enfermeros que le acompañaban, pero que no impidieron que siguiera ejerciendo.
Como por entonces los funcionarios del hospital no tenían obligación de denunciar este tipo de conductas todo quedó tapado. Este hospital no llevó a juicio a Duntsch por temor a tener que pagar una demanda y llegaron a un acuerdo en el que el médico renunciaba como si no hubiera pasado nada y el hospital poco menos que le daba una carta de recomendación. Tremenda injusticia que provocó que pudiera seguir con su maquiavélica tortura sistematizada.
'Dr. Death' arranca con el presente para viajar al pasado, al hospital de Dallas al que recaló tras sus inicios sanguinarios. Como cuenta la serie, dos médicos alertaron sobre Duntsch y consiguieron que su licencia fuera revocada: el doctor Randall Kirby (interpretado por Christian Slater) y el doctor Robert Henderson (Alec Baldwin). Pero antes de llegar a eso –recordemos que en el anterior centro en teoría no había pasado nada malo– el despiadado doctor volvió a hacer de las suyas aunque parezca inconcebible.
En Dallas mató a una paciente y mutiló a otra. Su bata hecha jirones, como detalla la serie, y su comportamiento enajenado dieron la voz de alarma. Cualquiera con un conocimiento básico de anatomía sabría que lo que hacía no estaba bien. Los que le veían intentaban racionalizar la actitud de un demente, un asesino con bata blanca. En sus operaciones fueron habituales todo tipo de barbaridades. Cortó la médula espinal a uno, a otro le recetó más medicamento de la cuenta, a otra le agujereó la tráquea. El bisturí en manos de un sociópata. En la serie se muestra todo con todo tipo de detalles. Como cuando dejó una esponja dentro de la garganta a una paciente. Como cuando operó a un amigo y le separó la columna de la base del cráneo dejándole inmóvil. O como cuando le clavó a otro unos tornillos de la columna en el tejido muscular, haciendo agujeros en el hueso sin sentido.
En 2013, tras la denuncia de Randall Kirby, se le suspendió la licencia. Duntsch se mudó a Denver, se declaró en quiebra y fue arrestado tras robar en una tienda. En 2014, varios pacientes demandaron al hospital Baylor. Por fin, en 2015, y por temor a que se volviese a mudar y siguiera operando, le investigaron –a punto estuvieron de prescribir sus delitos– y le acusaron de cinco cargos de agresión agravada y uno de lesión. Tuvieron que probar que sus actos eran deliberados según la ley de Texas. Su abogado argumentó que Duntsch no era un criminal sino solo "un mal cirujano". Cuando se separó de Wendy, Duntsch había enviado un email en el que reconocía que se quería convertir en un asesino a sangre fría, en un mensaje en el que afirmaba que iba a construir un imperio. Aunque el mensaje claramente era el de un perturbado, la defensa explicó que había sido solamente “sarcástico”.
Sin embargo, Duntsch perdió y su caso creó un precedente en EE UU al condenar a un médico con cargos penales durante su trabajo. En 2017 fue acusado de herir a propósito a una treintena de pacientes durante sus cirugías. Dos de ellos murieron y otros dos perdieron la movilidad. Fue condenado solo por la mutilación a un paciente (cuando sus crímenes habían sido muchos otros), pero eso sí a cadena perpetua. A los 50 años sigue en prisión. De conseguir la libertad condicional sería en 2045.