POR BETTY M. MARTÍNEZ

Daniela Romo, Claudia Álvarez, David Zepeda y otras razones para 'Vencer el desamor' en Nova

Una viuda que descubre que su marido era casi un desconocido. Una madre que descubre que su hijo padece síndrome de Asperger. Una mujer que descubre que su marido ha muerto justo después de dar a luz a su segundo bebé. Una adolescente que descubre que el hombre que iba a "arreglarle" la vida se la ha complicado aún más. Son las cuatro mujeres que protagonizan 'Vencer el desamor', la nueva telenovela de tarde de Nova.

Una historia distinta

Cuatro mujeres y cuatro historias que acabarán entremezcladas por azares del destino. Todas ellas deberán enfrentar sus propios problemas, sus dolores, sus angustias, sus miedos y, al mismo tiempo, deberán aprender a convivir, a compartir y a confiar las unas en las otras.

Y ahí es donde radica el interés inicial de esta historia. Ellas son prácticamente las protagonistas indiscutibles. Evidentemente hay personajes masculinos, pero el gran peso de la trama, al menos en estos primeros compases, recae en ellas.

Son ellas quienes captan nuestra atención con sus personalidades diferentes, sus caracteres opuestos, sus trayectorias vitales distintas, pero con algo en común: todas están viviendo el que quizá sea el peor momento de sus vidas.

Como suele decirse, es en los malos momentos cuando compruebas de verdad quién está a tu lado y quién se pone de lado, y es ahora, en su situación más delicada, cuando sus rumbos se van a cruzar para iniciar un nuevo camino en el que las decisiones de unas repercutirán en las otras.

Va a ser interesante comprobar si la suegra y la nuera que no se soportan logran convivir en cierta armonía. Va a ser interesante comprobar si la mujer engañada aprenderá a tolerar a la hija ilegítima de su marido. Va a ser interesante ver cómo todas esas mujeres hechas y derechas integran en sus vidas a una adolescente que ha vivido mucho más de lo que debería.

Bárbara, la gran matriarca

Daniela Romo vuelve a ser la gran matriarca de la historia. Vuelve a ser la madre de tres hijos y vuelve a ser la suegra que tiene sus más y sus menos alguna de sus nueras.

Pero, al margen de ser madre, Bárbara también es mujer. Y justo la conocemos cuando vive su particular crisis existencial. Se ha pasado la vida siendo esposa y madre y, ahora, con los hijos emancipados y su marido jubilado, era su momento. Era el momento de hacer todo aquello que siempre soñó y nunca pudo hacer. Era el momento de viajar a París. Era el momento de divorciarse.

Sin embargo, el destino le tenía preparado otro movimiento. En vez de debutar como mujer divorciada, le toca estrenar el título de viuda.

Pero el dolor propio de haber perdido a su compañero de vida no es su mayor preocupación. Su angustia reside en haber descubierto que su marido tenía un arma. Que ese hombre que se pasaba la vida viendo el fútbol y reclamando la comida en la mesa a su hora escondía demasiados secretos.

¿Cómo reaccionará la señora de su casa al descubrir la infidelidad de su marido? ¿Cómo gestionará que su situación económica no es tan estable como pensaba? ¿Cómo se enfrentará a una vida en solitario después de haber pasado media vida acompañada?

Ariadna, madre coraje

Y si Daniela Romo vuelve a ser la gran matriarca, Claudia Álvarez vuelve a ser su nuera y, tal y como sucediera en 'En tierras salvajes', su relación es francamente mejorable.

Bárbara no puede soportar que Eduardo haya formado una familia con Ariadna sin pasar previamente por el altar o el juzgado y tampoco pierde la oportunidad de cuestionar la educación que su nuera da a su nieto.

Sin embargo, Ariadna está lejos de ser la mujer que cree Bárbara. Sus esfuerzos se concentran en el bienestar y la felicidad del pequeño Tadeo y más desde que le diagnosticaron el síndrome de Asperger. Al jarrón de agua fría que supone la noticia le sigue la tranquilidad de tener ya respuestas a muchas preguntas. Tadeo no es un niño "berrenchudo". Tadeo es un niño especial y, como tal, debe ser tratado y educado.

Ariadna es consciente de que se enfrentan muchos cambios, muchas complicaciones y muchos gastos, pero enfrenta el futuro con energía y entusiasmo. Ella está dispuesta a llamar a todas las puertas y pedir toda la ayuda que sea necesaria para su hijo.

Pero en ese viaje que está a punto de emprender se siente sola. Su pareja, el padre de su hijo, el hijo de Bárbara, Eduardo Falcón (Juan Diego Covarrubias) está mucho más interesado en incrementar su patrimonio que en invertir en el futuro de su hijo. Es más, se instala en la postura de la negación. "Su hijo no puede ser un discapacitado", repite una y otra vez.

Sin embargo, su escasa implicación con las necesidades de su hijo solo es una muestra más de la inestabilidad que demuestra Eduardo en todas las facetas de su vida. Es incapaz de mantener un empleo. Ve con envidia la buena posición de sus hermanos. E incluso no titubea al pedir a sus padres que hipotequen su casa para que él pueda presumir de haber comprado un apartamento.

Quizá sea un poco pronto para decirlo, pero la relación entre Eduardo y Ariadna parece condenada al fracaso y es posible que no falte mucho para ese desastre. Es más, la duda no es su ruptura. La duda está en saber cuándo sucederá.

Y, sobre todo, será interesante ver cómo Bárbara y Ariadna consiguen limar todas las asperezas, cómo consiguen aprender a convivir, cómo consiguen encajar sus caracteres y sus diferentes formas de ver la vida para conseguir el objetivo de ambas: que Tadeo sea un niño feliz.

Dafne, el secreto de Joaquín

Bárbara sabe ya que su marido le ocultaba cosas, pero probablemente ni imagine que uno de sus secretos tiene nombre y apellido: Dafne Falcón (Julia Urbini), la hija que Joaquín tuvo con otra mujer.

Si descubrir su existencia ya va a ser un golpe duro, más lo será aún enterarse de que esa hija ilegítima tiene el mismo derecho que sus hijos a la herencia de su padre. Porque una cosa es saber de su existencia y otra tenerla frente a frente día a día.

Pero, además, Dafne arrastra su propia tragedia. Queda viuda justo cuando nace su segundo hijo y la herencia de ese padre del que nunca quiso saber nada es su única oportunidad para salir adelante.

Por ahora, solo Gael conoce su existencia y ha reaccionado con enorme sorpresa, pero bastante serenidad, pero ¿cómo reaccionarán sus hermanos? ¿Aceptarán de buen grado a su nueva hermana y, por consiguiente, heredera de pleno derecho?

Gemma, la víctima

En cuanto a Gemma, la cuarta protagonista de esta historia, comparte con sus compañeras el hecho de estar a punto de vivir su peor pesadilla. Es una alumna aplicada y tiene muchas aspiraciones, pero la responsabilidad también le pesa. En su casa hay demasiadas necesidades como para plantearse un futuro universitario.

Y son precisamente en las carencias que sufre la familia el caldo de cultivo donde Cuauhtémoc incide para lograr su objetivo. No el de formar una familia con Gemma. No el de ayudar a sus padres a salir adelante. No. Sus intenciones son otras mucho más turbias y que traerán consecuencias que ningún fajo de billetes logrará borrar.

Álvaro, ¿el hombre de la casa?

En cuanto a los personajes masculinos, por ahora son los hijos de Bárbara quienes captan toda nuestra atención y nuestro interés porque, al igual que las mujeres de esta historia, tienen caracteres y personalidades totalmente opuestas.

Si Eduardo es un inmaduro de manual, Álvaro (David Zepeda) parece haber nacido con la responsabilidad como gen principal. No solo es un brillante arquitecto, sino que ha formado un sólido matrimonio con Olga.

Pero, aunque no tiene la volubilidad de Eduardo, Álvaro también está asistiendo a su particular descenso a los infiernos. Su reputación profesional está en cuestión. Y su matrimonio está lejos de ser idílico.

Porque, por mucho que Bárbara considere a Olga (Altair Jarabo) la mejor de las nueras, la arquitecta está mucho más concentrada en defender la viabilidad de su empresa que en sostener la estabilidad de su matrimonio.

Si la pareja de Eduardo y Ariadna pende de un hilo, la de Álvaro y Olga parece un tabique apolillado que puede desplomarse en cualquier momento.

De Gael por ahora poco podemos decir. Bastante tiene el personaje de Emmanuel Palomares con cargar con el secreto de su padre sobre la existencia de Dafne. ¿Cómo conseguirá comunicárselo al resto de la familia?

En definitiva, son cuatro mujeres que van a tener que "cambiar el chip" . Deben dejar atrás el cliché decimonónico de que lo mejor para una mujer es ser "la señora de" para convertirse en mujeres libres, autónomas e independientes que toman sus propias decisiones.

Y en ese recorrido, sin duda, contarán con el aliento y el apoyo de una audiencia que, tras conocerlas en su peor momento vital, desea verlas salir adelante tras 'Vencer el desamor'.