FINAL DE TEMPORADA
'La Casa del Dragón' ha llegado a su fin con un episodio 10 digno de ovación. Bajo el título 'La Reina Negra', HBO Max prometía dejarnos sin aliento (y tanto que lo ha hecho). No sigas leyendo si no quieres una lluvia de SPOILERS.
El 1x10 de 'La Casa del Dragón' ha sido un episodio lleno de estrategia, tragedia, sangre y mucho drama, al más puro estilo 'Juego de Tronos'.
Entre todo el despliegue de los negros ha llamado la atención de los seguidores del universo de George R.R. Martin la reacción de uno de los verdes. Se trata del príncipe Aemond y ha protagonizado junto a Vhagar una de las escenas más memorables del episodio.
¡A partir de este momento empiezan los SPOILERS! Si aún no has visto el final de la primera temporada de 'La Casa del Dragón', huye o te lo destriparemos.
Desde que Rhaenyra decide mandar a sus hijos como emisarios sabemos que algo malo va a pasar. Y es que la 'Danza de Dragones' no podría empezar de una forma más reseñable.
Lucerys Velaryon, el segundo hijo de la reina negra, es enviado junto a Arrax, su joven dragón, a Bastión de Tormentas, hogar de los Baratheon. El joven emisario viaja en busca de apoyo a la causa de su madre, pero aterriza en el enclave bajo la atenta mirada de Vhagar, la dragona de Aemond, y es que su primo ha llegado antes con la misma causa para el trono de su hermano Aegon.
Aemond se la tiene jurada a Lucerys, pues es quien le arrebató su ojo años atrás, y desde entonces quiere vengarse del 'pequeño bastardo', pero, en un primer momento, Borros Baratheon frena la disputa entre ambos bajo su techo y Lucerys huye del lugar con Arrax.
Como un tiburón que huele a kilómetros a su presa, Aemond vuela con Vhagar para darle 'caza' a Lucerys en un tiempo inclemente de lluvia y viento, y el joven está cada vez más asustado.
En un momento inesperado, Arrax deja de responder ante Lucerys y lanza un 'dracarys' contra Vhagar para defenderse. Las palabras del rey Viserys, siempre sabio, retumban en nuestra cabeza: "La idea de que controlamos a los dragones es una ilusión".
Lucerys y Arrax salen a un claro y parece que abandonaron la tormenta, pero la tragedia siempre llega en el momento más inesperado.
De un bocado, Vhagar despedaza a Arrax y, por consiguiente, a Lucerys. Sin embargo, Aemond no parece muy contento con esta trágica muerte e incluso trata de detener a su dragona centenaria. ¡No, Vhagar, sírveme a mí!, le increpa. Pero es demasiado tarde y el instinto es más fuerte.
¿Por qué Aemond reacciona así? La impresión que nos deja 'La Casa del Dragón' es que Aemond no pensaba matar a Lucerys y que él nunca le ordenó a Vhagar que acabara con su vida. Es decir, sería la decisión propia de su dragona al sentirse atacada por el fuego de Arrax.
Es más, Aemond queda impactado y visiblemente aterrorizado al ver 'la que ha liado' al matar a uno de los hijos de Rhaenyra. Y es que sabe que acaba de iniciar oficialmente la guerra, la 'Danza de los Dragones', pues la respuesta de Rhaenyra no será pacífica precisamente.
La muerte no es un accidente en los libros
Sin embargo, a diferencia de lo que nos ha 'contado' 'La Casa del Dragón' sobre la intención de Aemond, en 'Fuego y Sangre' caben menos interpretaciones.
Al llegar Lucerys a Bastión de Tormentas, la reciente prometida de Aemond, una de las hijas de Borros Baratheon, se habría burlado del hijo de Viserys I por haber perdido el ojo a manos de un crío, e incluso sugiere que también le quitó un testículo. Este acto hace a Aemond estallar y enfrentarse al hijo de Rhaenyra.
Tal y como en la serie, Borros frena la disputa, pero Vhagar y Aemond logran alcanzar a Arrax y Lucerys en el aire de igual forma. Y es aquí donde cambia radicalmente la historia: según escribe George R.R. Martin, Vaghar nunca tomó su propia decisión al matar al joven y a su dragón, sino que Aemond siempre tuvo la intención de acabar con ellos cegado por la ira y la sed de venganza.
Una vez más se demuestra que la serie está intentando 'suavizar' a los bandos de 'La Casa del Dragón', dando más grises a sus personajes y preparando una guerra que no se divide en buenos y malos.
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