NÚMERO DE SERIE
La madre de Perry (Alexander Skarsgard) llega a Monterrey en busca de la verdad. Los enfrentamientos entre Meryl Streep y Nicole Kidman suman puntos en esta inesperada segunda temporada en la que Celeste y sus amigas deberán volver a hacer piña.
Cómo hacer necesaria (y atractiva) una segunda tanda de'Big Little Lies', una de las grandes miniseries de hace dos temporadas, protagonizada por un gran elenco de actrices femeninas. Cómo retomar con la misma elegancia esa historia de venganza de las mujeres de Monterrey, cuyas últimas imágenes, tras el fatal desenlace, nos las mostraban en la playa, superando el trago, más tranquilas, junto a sus hijos. Vistos los tres primeros episodios (HBO ha estrenado hoy el primero), 'Big Little Lies' regresa con la mejor artillería posible concentrada en un personaje, la afligida madre de Perry, el asesinado, interpretada nada menos que por Meryl Streep. Palabras mayores.
La señora llega para observar, analizar y sacar sus propias conclusiones. Mary Louise, con su apariencia angelical y su cadenita con una cruz, pero con el colmillo a punto, está decidida a poner patas arriba las aparentemente perfectas vidas de su nuera Celeste (Nicole Kidman) y sus resueltas amigas. Meses después de que Bonnie (Zoe Kravitz) empujara por las escaleras a Perry, ella es la única que arrastra la culpa, que no sabe cómo disimular su contradicción. El resto, Celeste, Madeline (Reese Witherspoon), Jane (Shailene Woodley) y Renata (Laura Dern), actúan en el primer día en el colegio Otter Bay, como si nada hubiera pasado. Pero, mientras la policía continúa intentando atar cabos, es Mary Louise la que, cual infiltrada, comenzará a sonsacar a unos y a otros, empezando por, para ella, la caprichosa Madeline, con la que se producen unos cara a cara la mar de divertidos. Mary Louise desconfía de ella, de la gente bajita como ella, se mofa de sus tacones, le recuerda a una compañera de instituto, a una amiga traidora que, en realidad, era una insulsa. La Streep logra hipnotizar con cada una de sus frases lapidarias. Es capaz de pedir perdón a Madeline mientras se ríe de ella. Quiere saber la verdad de lo que ocurrió aquella noche en la que su hijo murió tras caer por una escalera. Sabe que miente. Cada vez que estas dos se juntan se producen los chispazos. Y no podemos evitar una mueca de placer al ver a la siempre resolutiva Madeline contra las cuerdas.
Pero los grandes momentos llegan con Celeste. El tour de force entre Nicole Kidman y Meryl Streep comienza al primer segundo, cuando Celeste se despierta de una pesadilla recurrente ante la mirada atónita de su suegra. Mary Louise es la madre de Perry, un maltratador y violador, no parece saber la verdad, y le muestra su apoyo, especialmente cuando sus hijos gemelos se pelean en el coche y les grita para que se callen. Esa abuela les habla de respeto hacía su madre, hacía las mujeres. Mientras Renata se hace fotos mostrando su empoderamiento para la portada de una revista y Madeline se come dos cupcakes, "una por cada muslo", Celeste debe vivir entre el feliz recuerdo del padre de sus hijos y el maltrato que sufría en silencio. Para que entendamos a estas dos mujeres –la madre que busca la verdad, la esposa que la esconde por vergüenza y temor– la serie las une alrededor de la mesa. Los chavales se vuelven a pelear, y la señora los consuela porque ve en ellos la furia contenida. Y, de pronto, la abuelita Mary Louise suelta un grito que asusta a esos niños, a Celeste. Un grito de dolor desgarrador, de madre (muy Meryl Streep, claro). "¿No estás enfadada?", le pregunta a Celeste. Pero la abuela sabe que algo pasa, porque su nuera ha hablado de violación en uno de sus sueños, y en otro, de asesinato. Curiosamente, en una de sus sesiones con la psicóloga, es Celeste la que grita como si no hubiera un mañana.
En los siguientes episodios, Mary Louise se planteará quedarse a vivir allí, a investigar por su cuenta. Malmete a Celeste contra Madeline, ve cómo Celeste cuida de sus nietos, intenta apoyarla, pero es difícil para ella creer que su hijo era el villano en esta historia. Y como no hay dos sin tres, otra gran trama está relacionada, como no podía ser de otra manera, con el hijo de Jane y Perry, fruto de una violación. Para la abuela es también su nieto, y serán estas y otras verdades las que pondrán en un primer plano a esas víctimas o personajes secundarios que pasaban desapercibidos en la primera entrega. A pesar de comenzar con cierta desunión, las mujeres se van reencontrando poco a poco, de nuevo, frente a la posibilidad de ser descubiertas. El personaje de Meryl Streep logra que las veamos enfrentarse a sus demonios, demostrando su vulnerabilidad, su remordimiento, haciéndolas dudar. Ojalá que Mary Louise sepa dónde se mete y cuáles pueden ser las consecuencias trágicas de remover los secretos y mentiras en una comunidad aparentemente impecable y que no contaba con su indiscreta presencia.
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