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Anatomía de una mentira: cómo una guionista de Anatomía de Grey se inventó que tenía cáncer

Elizabeth Finch, quien trabajó durante ocho años en la popular serie Anatomía de Grey, asegura que se arrepiente de todas sus mentiras. Esta es su historia.

Dicen que la realidad suele superar a la ficción y en el caso de Anatomía de Grey podría ser verdad. Y es que una de sus guionistas, Elisabeth Finch, que trabajó en el popular drama médico de la cadena ABC desde 2014 hasta su despido en 2022, se inventó que tenía un extraño tipo de cáncer y llevó su mentira hasta las últimas consecuencias.

Su historia ha sido desgranada en Anatomy of Lies, una serie documental de tres episodios estrenada en EEUU a través de Peacock (de momento no tiene casa en España), basándose en un artículo de la periodista Evgenia Peretz en Vanity Fair, siendo ella misma productora también de la versión audiovisual.

Elisabeth Finch también hizo de exta en Anatomía de Grey | ABC

Desde el inicio de su carrera, Elizabeth Finch se sintió atraída por escribir sobre temas traumáticos (en el instituto escribió una obra de teatro sobre el abuso familiar) y persiguió su sueño de ser guionista, estudiando en la Universidad del Sur de California. Uno de sus primeros trabajos fue en la serie de HBO True Blood, pero ella estaba obsesionada con entrar en Anatomía de Grey. Y lo logró gracias a un artículo viral en la revista Elle donde narraba que había sido diagnosticada con condrosarcoma, un tipo raro de cáncer de hueso.

A partir de ahí, no solo consiguió formar parte del equipo de su serie favorita (donde escribió 13 episodios y produjo 172), sino que se convirtió en la persona de referencia siempre que había que abordar el cáncer. Por ejemplo, su "experiencia" fue utilizada en el episodio '¿Tiene alguien un mapa?' (temporada 15, episodio 7), en el cual el personaje Catherine Avery enfrenta una cirugía de alto riesgo tras ser diagnosticada de condrosarcoma.

Para mantener su farsa, Finch se rapaba la cabeza y hacía "pausas para vomitar" durante el horario laboral. En una ocasión, le dio una bofetada a una compañera que trató de recogerla en la clínica donde supuestamente recibía su tratamiento contra el cáncer. Esa es una muestra de la falta de compañerismo que agravaba la mentira principal. Por ejemplo, Kiley Donovan, también guionista de la serie, relata en el documental que contó a Finch una historia personal dolorosa (ella era el fruto de la violación de su padre a su madre), que luego fue transformada en un episodio de la serie sin su consentimiento.

La verdad salió a la luz en 2020, cuando Finch ingresó a un centro de salud mental tras una etapa de estrés. Allí conoció a otra paciente Jen Beyer, con quien inició una amistad y posteriormente una relación sentimental. Beyer, enfermera de profesión, empezó a sospechar de la veracidad de las historias de Finch cuando, al revisar su Facebook, descubrió una fotografía de Finch en tratamiento para el cáncer: observó un puerto para la medicación que debería haberle dejado una cicatriz en un lugar de su cuerpo donde no lo tenía.

No era la única mentira que descubrió a través de su historial de fotos. Según Finch, sufría estrés postraumático por la muerte de una amiga en un tiroteo en una sinagoga, pero en las fechas del suceso Elizabeth aparecía en fotos de fiesta en otro lugar. Tras confrontarla, Finch admitió que había mentido, pero se negó a confesar públicamente. Fue entonces cuando Beyer escribió a Shonda Rhimes, creadora de Anatomía de Grey, destapando la verdad y provocando su despido.

Desde su entorno, señalan que el comportamiento de la guionista se debía a un deseo de atención insaciable. En una entrevista en diciembre de 2022, Finch confesó que en 2007 tuvo una operación de rodilla y que en aquel momento sintió un enorme apoyo y atención por parte de sus amigos, pero que cuando se curó desapareció. Y a partir de ahí fue comenzando a tejer su red de mentiras hasta que todo se le fue de las manos.

El día del estreno del documental, Finch publicó una disculpa en Instagram (posteriormente puso su cuenta como privada) en la que reconocía que "'Lo siento' parece una palabra muy pequeña en comparación con lo que he hecho, pero es la más verdadera", y aseguraba que había buscado "tratamiento de salud mental durante casi tres años". Y añadía: "La verdad es que no hay excusa, no hay justificación; nada hará que mis mentiras estén bien. Nada borra el trauma que causé: el miedo, el dolor, la ira, las lágrimas, el tiempo. Y nada me importa más que hacerme responsable en todos los sentidos".