BETTY VE TELENOVELAS
Hace casi 20 años 'Rubí' rompió con todos los moldes del género telenovelero. Y ahora, esta nueva versión que acaba de estrenar Nova en las noches de los jueves mantiene la esencia de aquella historia que nos impactó.
'Rubí' conquistó con su historia por diferente, novedosa e innovadora. ¿Por qué? Porque esta vez la protagonista no es una damisela en apuros que sufre mil y una desgracias por el amor de un valiente galán. En esta ocasión, el rol más destacado se lo lleva la villana de la historia, entendiendo por villana, una mujer que lucha por aquello que cree y, sobre todo, que quiere, dejando a un lado los convencionalismos y sin preocuparse por los daños colaterales que causa su ambición.
Te damos 5 razones para no perderte 'Rubí' cada semana en Nova.
La ambición hecha mujer
Si hubiese que buscar una palabra para definir a Rubí probablemente fuera ambición. Tal vez también tenga una buena dosis de maldad en su interior, pero su problema fundamental es que la ambición domina todas y cada una del resto de sus emociones y de sus sentimientos.
Rubí quiere tener dinero, fama, poder. Quiere vivir sin mirar los precios. Quiere vestir modelos de marca. Quiere cenar en buenos restaurantes. Quiere tomar el sol en un yate. Quiere viajar a Dubai.
Hasta aquí no hay nada criticable. Todos tenemos sueños, ilusiones, aspiraciones. El problema empieza cuando eliges el camino para alcanzar tus objetivos. Rubí es inteligente y ha conseguido, cortesía del trabajo de su hermana, estudiar en una universidad privada. Tiene ante sí la oportunidad de formarse en un entorno de prestigio, un buen punto de partida para iniciar una brillante trayectoria profesional con la que financiar todos sus caprichos.
Sin embargo, Rubí ha optado por otro camino. Ella ve la universidad como una oportunidad, pero no para formarse o para hacer contactos de cara a un futuro contrato laboral. No. Para ella la universidad privada es un coto de hombres ricos donde ella va a cazar un marido que le garantice la vida que ella cree merecer.
Por ahora ya hemos conocido a la primera de sus víctimas. Una simple foto ha sido suficiente para asegurarse una beca de estudios. Y hay dos nuevos hombres en su punto de mira.
La duda ahora mismo está en saber hasta dónde será capaz de llegar Rubí. ¿Será capaz de renunciar al amor verdadero por una cuenta corriente más saneada? ¿Será capaz de traicionar a su mejor, y parece que casi única amiga, por una vida más desahogada? ¿Existe algún límite para Rubí o es firme defensora del todo vale?
Mientras encontramos respuestas a esas preguntas nos queda seguir descubriendo a este personaje intrigante, sorprendente y fascinante al que Camila Sodi da vida desde los pelos de la cabeza hasta la punta de los dedos de los pies. Cada paso, cada mirada, cada sonrisa, cada movimiento de cadera, cada golpe de melena tiene un objetivo claro: dejar atrás la pobreza.
Los galanes, en el punto de mira
El profesor Mendieta ha sido la primera víctima de Rubí, aunque, si somos justos, él cayó en la trampa solo. Nadie le obligó a mensajearse con una alumna en un tono nada académico y tampoco nadie le obligó a saltarse su norma de no recibir alumnas en su despacho. Y, además, el daño ocasionado por Rubí ha sido casi anecdótico teniendo en cuenta lo que intuimos que está dispuesta a hacer.
De hecho, ya hemos descubierto que no le costaría demasiado interponerse en la relación de su presunta mejor amiga y su novio. Hay que ser muy retorcida para sonreírle a Maribel y asegurarle que estará presente en su primera cita con Héctor como apoyo moral y después aprovechar la primera oportunidad para dejarla en evidencia. Y no olvidemos el despliegue de maquillaje, vestido y actitud para deslumbrar al recién llegado.
Afortunadamente Héctor (Rodrigo Guirao) ha entrado en razón, se ha disculpado por su actitud absolutamente fuera de lugar y ha apostado por su relación con Maribel. La duda está en saber si ese compromiso es firme y sólido o puede verse alterado por el brillo de otra piedra preciosa.
Eso sí, en esa ecuación hay que tener en cuenta a Alejandro, el siempre solvente José Ron. Héctor tal vez tenga un yate espléndido, pero Alejandro tiene una personalidad encantadora. No solo es buen profesional, sino que tiene una buena dosis de sentido común.
Habrá que comprobar si su madurez es suficiente para lidiar con el torbellino que es Rubí. Todo indica que se han gustado. Y mucho. Pero, ¿será suficiente el amor en esta historia? ¿Será capaz de controlar la ambición de Rubí? ¿Será capaz de retenerla a su lado?
Maribel, el modelo a imitar
Y por si la ambición no fuese suficiente para alimentar la rabia de Rubí, también entra en escena la envidia. Porque Rubí envidia todo lo que tiene Maribel (Kimberly dos Ramos), exceptuando obviamente su prótesis. ¿Por qué la envidia? Porque no solo es guapa e inteligente como la propia Rubí, sino que además tiene todo lo que Rubí quiere y que se resume en una palabra: dinero.
Maribel no acapara miradas, piropos y suspiros, pero tiene una tarjeta de crédito sin límite de gasto, un armario lleno de vestidos de las marcas más caras y prestigiosas y una mansión espectacular.
Pero la cuestión no está solo en la envidia y los celos, sino en la absoluta falta de escrúpulos, empatía y consideración de Rubí, que no tiene el más mínimo remordimiento en adelantar por la derecha a su ‘amiga’ e intentar robarle el novio.
Y lo peor es que Maribel ni siquiera ve venir el movimiento. No ve que las aparentemente inocentes bromas de Rubí sí tienen intención de hacer daño. No ve que Rubí precipita que Héctor sepa la verdad sobre su pierna. No ve que Rubí ve su amistad como una escalera mecánica hacia la alta sociedad. ¿Abrirá Maribel los ojos? ¿Será demasiado tarde o llegará a tiempo de salvar su propia felicidad?
La versión de la protagonista
En esta historia no solo conocemos el origen y el pasado de Rubí. No solo vemos cómo va subiendo peldaños hacia su sueño de mujer de portada. También vemos el futuro, que viene siendo el presente de aquella Rubí. Y lo hacemos a través de la entrevista que le hace Carla Rangel (Ela Velden). Aunque más que de entrevista, habría que hablar de monólogo. Rubí apenas contesta preguntas. Ella es la protagonista de su historia y es ella quien decide qué, cuándo y cómo cuenta su versión de los hechos.
Si Rubí muestra una arrogancia que ya la conocíamos, Carla nos intriga por su insistencia. Es evidente que Rubí es un personaje fascinante para cualquier periodista, no solo por su trayectoria vital, que todo apunta a que es apasionante, sino también por su personalidad, que sigue siendo sorprendente. Pero, aún así, en Carla hay algo más. Hay como un interés personal que todavía no logramos descifrar. ¿Por qué insiste en su entrevista después de haber recibido un disparo? ¿Por qué vuelve a esa casa en la que es evidente que se siente incómoda e insegura? ¿Por qué ese interés en Rubí?
Y, visto desde otro punto de vista, ¿por qué aceptó Rubí contarle su historia a ella? ¿Por qué ahora?
Veinte años después
Y esa entrevista que tanto nos intriga nos sirve también para conocer el desenlace del ascenso social de Rubí. Aquella joven que quería comerse el mundo es hoy una mujer madura que vive encerrada en una desvencijada mansión con la única compañía de un misterioso hombre. ¿Quién es Boris? ¿Un servicial guardián de su seguridad o el carcelero de su prisión? ¿Por qué cuenta esa mansión con un sistema de seguridad tan meticuloso? ¿Es para proteger a Rubí de una amenaza exterior o es para evitar que salga al exterior?
Pero, sobre todo, nos sorprende la propia Rubí. Ahora es ella quien cojea y, además, tiene la cara desfigurada. ¿Qué pasó con su belleza? ¿Fue un accidente o alguien le arrebató lo que más quería?
Al margen del atrezo de su nueva vida, hay algo que nos sorprende más. Rubí ha perdido el brillo de la ilusión. Mantiene la soberbia y la arrogancia de su juventud, pero ha perdido alegría. La Rubí del presente está triste, sola, melancólica. La Rubí del presente sufre. ¿En qué momento se le borró la sonrisa de la cara? ¿En qué momento se le agotó la energía apabullante a aquella mujer que devoraba la vida?
Casi podríamos hacer un símil con otro personaje icónico. Escarlata O'Hara puso a Dios por testigo de que nunca más volvería a pasar hambre. Y cumplió su juramento, aunque en el proceso tuvo que recurrir a hacerse un vestido con unas cortinas. Rubí prometió ante la Virgen de Guadalupe que haría lo que que tuviese que hacer para evitar que la pobreza la devorase.
Sabemos que ahora vive en una gran mansión, que, pese a su pésimo estado de conservación, tiene bastante más glamour que la vecindad de su juventud. Pero, ¿qué pasó entre su promesa ante el altar y ese salón oscuro? ¿Logró su objetivo de que la pobreza no la devorara o fue la vida quien la devoró?
Confiemos en la profesionalidad de Carla para hacer todas las preguntas que nosotros nos planteamos y esperemos que Rubí tenga la generosidad de darnos las respuestas que ansiamos.