BETTY VE TELENOVELAS
El fenómeno turco ha llegado a España para quedarse y sigue triunfando en Nova y Antena 3. Repasamos los personajes más memorables que lo han hecho posible.
Ha llegado el momento de despedir 2021 y toca hacer balance de lo que ha sucedido en estos últimos doce meses. Desde el punto de vista de las series turcas, 2021 ha sido la confirmación de algo que ya se intuía hace exactamente un año. El fenómeno turco que atravesó nuestras fronteras con la llegada de 'Fatmagül' a Nova hace casi cuatro años ha llegado para quedarse y, además, se ha posicionado entre las preferencias de los espectadores ocupando los primeros puestos de los rankings de audiencia.
Habría mucho que reflexionar, analizar, recordar y destacar de estos 12 meses. Hemos sido testigos privilegiados de grandes historias, inolvidables escenas y brillantes interpretaciones. Pero, sin duda, hay 10 personajes que han protagonizado el fenómeno turco en 2021.
Desde hace unas semanas las noches de los domingos tienen nombre propio: Asya, el papel que interpreta Cansu Dere en 'Infiel', que se ha convertido, además, en la primera actriz turca en visitar nuestro país confirmando su condición de reina del fenómeno turco en España.
Asya ha conquistado a la audiencia porque es un personaje cargado de verdad. Asya es real cuando sufre al descubrir la infidelidad de su marido. Asya es real cuando se derrumba al descubrir las mentiras de sus amigos. Asya es real cuando ejecuta su venganza dejando en evidencia a cuantos la traicionaron. Asya es real cuando idea un maquiavélico plan para retener la custodia de su hijo. Asya es real cuando se divierte abriéndole los ojos a Derin. Asya es real porque tiene grandes momentos y es real porque también se equivoca.
Y eso es lo que nos atrapa. Que cuando comienza un nuevo capítulo nunca sabemos qué Asya vamos a encontrar. Ya hemos descubierto muchas de sus aristas, pero ¿qué otras sorpresas nos deparará este fascinante personaje?
‘Infiel’ también nos ha permitido reencontrarnos con Caner Cindoruk. Lo conocimos como Sarp, el marido de ida y vuelta de Bahar en ‘Mujer’. Entonces provocó una auténtica división de opiniones. Por una parte, fue una de las grandes víctimas de la historia (es difícil olvidar la maldición de las peras romanas). Por otra parte, le costó asumir su condición de ex marido tras su ‘resurrección’ y, sobre todo, el derecho de Bahar a seguir con su vida en su ausencia.
Si como Sarp había lugar para la discrepancia, con Volkan la unanimidad es casi absoluta. Volkan ha sido el marido infiel que engañó a su esposa con otra. Volkan ha sido el marido que no hubiera tenido ningún problema en seguir indefinidamente con su juego a doble banda. Volkan es el ex marido que vuelve con la mochila del rencor bien cargada dispuesto a vengar las supuestas humillaciones recibidas.
Pero, eso sí, Volkan también es el ex marido que no puede evitar buscar mil y una excusas para seguir en contacto con Asya. En teoría, Volkan es feliz con su nueva familia, pero una y otra vez termina llamando a la puerta de Asya. ¿Mantiene la esperanza de que esa puerta se abra para dar paso a una segunda oportunidad?
‘Mujer’ fue la primera serie turca en emitirse en una cadena generalista en España y, además, fue todo un éxito en audiencia. Desde el primer momento, los espectadores conectamos con esa mujer que llegó a nuestras vidas en su peor momento, cuando lo había perdido prácticamente todo: su marido, su casa, su trabajo y hasta su salud. Pero hay algo que Bahar nunca perdió: la esperanza. Y su esperanza tenía nombres propios: Nisan y Doruk, sus hijos, su motor, su combustible, su motivo para salir adelante.
Pero Bahar no solo fue madre. También fue mujer. Y fuimos testigos del terremoto emocional que supuso para ella reencontrarse con ese marido que creía muerto y buscarle acomodo en su nueva realidad.
Al final, de Bahar, sin duda, recordaremos su valentía y su fortaleza. Bahar se enfrentó a incalculables problemas, pero, por muchas veces que se cayese, siempre lograba levantarse y aquella mujer desesperada terminó demostrando que al final del túnel siempre hay una luz.
Si Bahar representó la esperanza en ‘Mujer’, su alter ego en la historia, su hermana Sirin fue el ejemplo perfecto de la desesperación. Sirin buscó desesperadamente arrebatarle su vida a Bahar. Sirin quería todo aquello que tenía su hermana: desde la atención de sus padres al amor de su marido. Sirin fue el origen de la desgracia de Bahar al provocar la ‘muerte’ de Sarp y también causó su último gran dolor matando por segunda vez a su marido.
Pero el gran mérito de Sirin y por el que siempre será recordada es por haber desesperado a toda la audiencia. Cuando pensábamos que Sirin había atravesado ya todos los límites, que no había mayor maldad que la ya planeada y ejecutada, Sirin ladeaba la cabeza, se acomodaba sus rizos, miraba a cámara y los espectadores nos echábamos a temblar porque sabíamos que su maléfico cerebro se había activado con una nueva maldad. Y así, de principio a fin, Sirin fue fiel a sí misma y a un odio que nada ni nadie fue capaz de anular.
Si creíamos que habíamos cubierto el cupo de hermanas conflictivas con Sirin, era porque aún no habíamos conocido a la Safiye de ‘Inocentes’, uno de los personajes más ricos e intensos de todo este año. Si nos quedamos con la primera impresión, Safiye es la bruja perversa del cuento. Controla con mano de hierro a sus hermanos y trata con crueldad a todos cuantos tienen la osadía de intentar acercarse a ellos.
Sin embargo, el tiempo nos ha revelado que Safiye es mucho más que una vecina antipática y desagradable. Safiye es una víctima de una madre infeliz y de una amalgama de decisiones que se vio obligada a tomar y que la condenaron a una vida que impide que tanto ella como quienes la rodean sean felices.
Tuvimos un momento de esperanza con el regreso de Naci. Safiye se había soltado el pelo, había atravesado el umbral de la puerta y hasta rozaba con las yemas de sus dedos alguna superficie. Pero los traumas de Safiye son mucho más complicados. Van más allá de su obsesión por la limpieza, su fobia al contacto físico o su fijación con el número cuatro.
Safiye no es la mala del cuento. Safiye es una víctima, que necesita que alguien le tienda la mano y la ayude a salir del bucle de autodestrucción en el que entró hace 20 años.
Y si Safiye necesita ayuda, su hermano Han también la necesita, aunque él tenga la capacidad de mantener la compostura y las apariencias. Cuando conoces a Han, ves a un auténtico dios griego ataviado cual príncipe azul: es guapo, atractivo, educado, servicial, atento, protector… En ese punto todas entendimos perfectamente que Inci aceptase casarse con él a los pocos días de conocerle.
Sin embargo, debajo de su impecable traje y su modélica educación, Han oculta tantos o más traumas que su hermana mayor. Y el mayor problema de Han no es que pase de príncipe a mendigo por las noches. El mayor problema de Han es que no es consciente de la gravedad de su estado emocional. O quizá lo más preocupante sea que tal vez sí es consciente, pero se niega a buscarle solución.
Han no da miedo acurrucado entre la basura. Han da miedo cuando su mirada se nubla, su mandíbula se tensa, sus dedos se contraen y se convierte en un hombre controlador y sobreprotector que no mide la intensidad de su ira.
Y, aún así, nos pasa como con Safiye. Queremos salir huyendo lo más lejos posible de él, pero, a la vez, también queremos ayudarlo a salir de ese túnel del miedo a la soledad y el abandono que lo persigue desde que era niño. Han no controla los límites de su territorio porque sea un monstruo. Han controla esas supuestas amenazas de la peor manera posible porque siente auténtico pavor a perder a quienes quiere.
Aunque sin mucha convicción, ha aceptado recibir ayuda profesional. ¿Ha llegado a tiempo? ¿Será posible su recuperación? ¿Habrá sido un primer paso para que toda la familia pueda vivir una vida sana y feliz?
Si en ‘Inocentes’ lidiamos cada semana con la salud mental de sus principales protagonistas, en ‘Mi hija’ sufrimos con la enfermedad que amenazó la vida de la pequeña Öykü. Seguro que muchos espectadores aún recuerdan a la perfección la retahíla de estaciones de metro de Estambul y, sobre todo, ninguno ha podido olvidar a aquella niña que con su mochila azul con alas blancas consiguió hacer realidad su gran sueño: tener una familia.
Pero, además, Öykü consiguió ser una más en nuestras respectivas familias con su inocencia, pero también con su madurez. Öykü era una niña que disfrutaba estrenando un bonito vestido, pero también era capaz de mirar fijamente a su padre y recriminarle los errores que cometía. Y, además, no dudaba en asumir responsabilidades y decisiones que no le correspondían con tal de proteger a quienes quería.
En ‘Mi hija’ en más de una ocasión la hija tuvo que actuar como adulta para afianzar el nexo de unión con su padre porque, si recordamos, Demir no recibió con demasiado entusiasmo la noticia de su paternidad. En un principio, para Demir aquella mocosa no era más que un billete a la libertad. Mientras esa niña estuviera con él, él no estaría en la cárcel.
Sin embargo, la ternura de Öykü lo fue cautivando y llegó un momento en el que Demir asumió que su vida ya no tendría sentido sin su pequeña princesa. Y ahí conocimos a un nuevo Demir. Un Demir que se esforzaba día a día por cuidar, atender y proteger a su pequeña, incluso de aquellos retazos del pasado que amenazaban la estabilidad de su presente.
Demir y Öykü eran más fuertes y juntos lucharon contra todas las amenazas: la enfermedad, la madre reaparecida, el enemigo reconvertido en tío, los problemas económicos…
La llegada de ‘Tierra amarga’ trajo la novedad de poder disfrutar de una serie turca en las tardes de una cadena generalista y, al margen, del arranque con el triángulo amoroso entre Demir, Züleyha y Yilmaz, hay un personaje clave en toda esta historia: Hünkar, la gran matriarca.
Hünkar fue clave en los primeros compases de esta serie porque fue la artífice del matrimonio entre su hijo y Züleyha a base de unos cuantos movimientos propios de una gran estratega. Porque Hünkar siempre ha tenido claros sus objetivos: conservar su condición de primera familia de Çukurova.
Pero Hünkar no solo ha sido la gran matriarca que ha velado por el buen nombre y el patrimonio familiar, sino que también tiene un interesante cofre de secretos. Ya hemos descubierto alguno que llevaba oculto varias décadas y que responde al nombre de Fekeli, pero ¿qué otras sorpresas nos deparará?
Si bien 2021 ha consolidado a Antena 3 como referente del fenómeno turco, no hay que perder de vista que Nova sigue posicionando sus series turcas entre lo más visto de los canales temáticos.
Pero, sin duda, si hay un personaje que representa el éxito de las series turcas en la TDT esa es Elif, esa niña a la que llevamos varias temporadas viendo crecer y que ha conseguido conservar la fidelidad de la audiencia, que no quiere perderse ni un detalle de su azarosa vida. Porque Elif ha vivido en su corta vida muchas vidas. Ya hemos perdido la cuenta de cuántas veces ha sido secuestrada, cuántas se ha perdido, cuántas ha estado alejada de su madre, cuántos odios ha generado, cuánto cariño ha sembrado a su paso. Elif y sus trenzas son ya parte de la historia del fenómeno turco en España.
Habría muchos otros personajes de los que hablar. De Derin o Nil en ‘Infiel’. De Arif, Ceyda o Enver de ‘Mujer’. De Inci o Gülben de ‘Inocentes’. De Onur o Candan de ‘Mi hija’. De Demir, Yilmaz, Züleyha o Müjgan de ‘Tierra amarga’. De los Karaçay de ‘Ciudad cruel’. De los Sadoglu y los Aslambey de ‘Hercai’. De los Gürpinar y los Gülpinar de ‘Paramparça’. De los Akarzu de ‘Mar de amores’.
Porque todos ellos y muchos otros han contribuido a convertir 2021 en el año de la confirmación del éxito de las series turcas en España.