ESTRENA LA ORDEN EN EL FESTIVAL DE VENECIA
Jude Law ha plantado cara al auge de la ultraderecha en Estados Unidos con La Orden, su nueva película que ha presentado en el Festival de Venecia.
Una advertencia ante el auge de las ideologías subversivas y el supremacismo en Estados Unidos resonó hoy en el Festival de Venecia con la película La Orden, en la que Jude Law encarna la lucha contra los grupos radicales de los 80 y cuya trama evocó el asalto al Capitolio por parte de los acólitos de Donald Trump.
"Tristemente la relevancia de esta película habla por sí sola", lamentó el protagonista y productor en la rueda de presentación de la película, que compite por el León de Oro de la Mostra.
Su director Justin Kurzel, autor de Assassin's Creed (2016) o Macbeth (2015), ahonda en los orígenes de los grupos subversivos y racistas de Estados Unidos y la amenaza que suponen para el sistema democrático, basándose en la investigación The Silent Brotherhood.
La Orden fue uno de estos grupúsculos paramilitares, racistas y antisemitas que, entre 1983 y 1986, planeó una revolución contra el Gobierno federal para crear su propia patria "aria" siguiendo las instrucciones del controvertido libro ultraderechista Los diarios de Turner (1979).
La organización se financiaba a través de los atracos de bancos y, entre sus innumerables crímenes, fue la responsable del asesinato en 1984 del locutor judío de radio Alan Berg, tiroteado de noche a las puertas de su casa.
El filme es la historia de un agente del FBI (Jude Law) que descubre en su nuevo destino, entre las montañas de Idaho y el estado de Washington, no solo que estos radicales han echado raíces en el corazón mismo del país sino que actúan con total impunidad.
Comienza entonces una guerra sin cuartel para arrancar la cabeza de la bestia eliminando al líder de la formación neonazi, Bob Matthews, a quien da vida el actor británico Nicholas Hoult. O lo que es lo mismo, una batalla entre los defensores de la democracia y quienes se obstinan en derrocarla para crear un "nuevo orden".
"La película habla particularmente de acontecimientos de los comienzos de los 80 pero tiene muchas cosas que podemos ver como un germen de la actualidad y de los muchos retos a los que hacemos frente", sostuvo el realizador australiano.
Esto porque, en su opinión, el mundo "vive un tiempo de mucha división y mucho debate sobre el futuro" y, por ello, su obra trata de poner sobre la mesa que "una ideología increíblemente peligrosa puede crecer rápidamente", sostuvo.
El papel de Law, un federal de pasado herido, ha sido pensado como "una amalgama de los policías" que lucharon contra esa lacra, explicó el guionista Zach Baylin. "Me dejé bigote porque todos los agentes con los que hablé lo llevaban", especificó el actor.
Sin embargo La Orden, repleta de tiroteos y suspense, lleva al espectador a otras dos conclusiones bastante contemporáneas.
La primera, tal y como explicó el propio Law, es el modo en que determinados líderes y doctrinas logran manipular a la gente, crear verdaderos ejércitos, aprovechándose de las cicatrices del sistema, por ejemplo culpando a la inmigración del desempleo o de la inseguridad en las ciudades.
"La película resalta el sentido de familia y de comunidad que hace que las personas puedan sentirse seguras y protegidas a pesar de la dirección que se tome políticamente", advirtió el actor.
Y, por otro lado, aunque aluda a hechos de hace cuatro décadas, se subraya la vigencia del supremacismo en la sociedad estadounidense, apenas dos meses antes de unas elecciones que podrían suponer el regreso e Donald Trump a la Casa Blanca.
Tal es así que, según se recuerda al final, se hallaron copias de Los diarios de Turner aquel 6 de enero de 2021 en el que hordas de seguidores del magnate y expresidente asaltaron el Capitolio de Washington en protesta por los resultados electorales.
De hecho, antes de los disturbios pudo verse en la explanada que concentra el poder estadounidense una horca, una referencia al objetivo final de dicho libro, The Day of Rope, el día de la soga, cuando se imagina el ahorcamiento de los políticos y funcionarios.
La Biblia supremacista o de la ultraderecha, como se conoce al pasquín, ha sido retirada de plataformas como Amazon pero su peligro sigue campando por las calles de Estados Unidos.