POR EL FILM UN AMOR
El actor Hugo Silva ha conseguido su primera nominación al Goya a los 46 años por su papel en la cinta de Isabel Coixet, Un Amor, y se ha mostrado muy agradecido a sus oportunidades anteriores, a su familia y a la carrera que se ha labrado todos estos años.
A sus 46 años y tras más de 20 de trayectoria, Hugo Silva ha conseguido su primera nominación al Goya por el odioso y manipulador Píter de Un amor, de Isabel Coixet, y este viernes estrena el thriller Faro, donde interpreta al padre de una adolescente en un proceso de duelo.
Aunque durante mucho tiempo al actor madrileño, que saltó a la fama con la serie Los hombres de Paco (2005-2021), sólo le llegaban papeles de guapo y de chico perfecto, está feliz, asegura, porque en los últimos años le proponen personajes más complejos.
"Con el tiempo y con la edad me llegan personajes más contradictorios, con más sombras y que no tienen por qué ser salvados, porque a un protagonista la mayoría de las veces hay que salvarlo debido a esa conexión con el público, desde la empatía o por ser un héroe", ha dicho a EFE.
Es el caso del vecino de Nat (Laia Costa) en Un amor, por el que el próximo 10 de febrero podría lograr el Goya al mejor actor de reparto, haciendo frente a Alex Brendemühl (Creatura), José Coronado (Cerrar los ojos), Juan Carlos Vellido (Bajo terapia) y Martxelo Rubio (20.000 especies de abejas).
"Creo que es un personaje que ha tocado a la gente, muchas personas me han dicho que conocen a alguien así o incluso que se han dado cuenta con la película de que conocen a alguien así y eso es algo muy emocionante y de agradecer", afirma.
En Faro, un filme de género con trasfondo de drama familiar dirigido por Ángeles Hernández y producido por David Matamoros (El hoyo), Silva es el padre de una adolescente que se enfrenta a la pérdida de su madre.
"Al principio de la película ves a una familia equilibrada y que funciona perfectamente, cada uno está en su sitio, pero cuando se produce una pérdida pues todo se tiene que volver a ubicar y eso me pareció muy interesante", asegura.
Hacer de padre en la ficción también es una novedad para Silva, aunque no en la vida real: ya que tiene dos mellizos de diez años.
"La paternidad te cambia la vida, pero también es un viaje sin retorno, yo creo que uno se puede realizar de muchas maneras, no necesariamente tiene que tener hijos, en mi caso me ha dado una perspectiva que no tenía pero esa es mi historia, también hay gente que tiene hijos y son un desastre".
Nacido en el madrileño barrio de San Blas, de familia sindicalista, Silva sostiene que siempre quiso ser actor: "A mí esto no me llegó por casualidad ni iba con un amigo a un casting y me cogieron a mí ni ninguna de estas historias, yo he querido ser actor desde que tengo uso de razón y en cuanto pude económicamente por mi cuenta, empecé a estudiar", afirma.
Si hay un momento decisivo en su trayectoria, tiene claro que fue trabajar en Los hombres de Paco. "Marcó totalmente mi carrera a nivel mediático, me dio un empujón, me puso en otro sitio".
También le obligó a aprender a lidiar con la fama. "Al principio la fama no la entendía, pero luego hubo un momento en que me di cuenta de que eran mis circunstancias vitales y que tenía que afrontarlas y gestionarlas y a partir de ahí, la verdad es que me fue bastante bien".
Aunque la de Un amor sea su primera nominación al Goya, se considera muy afortunado. "He tenido la oportunidad de trabajar muchísimo, muy seguido y sobre todo con unos compañeros y unas compañeras de un nivelazo salvaje", declara y menciona, entre otras, El Ministerio del tiempo, Nasdrovia, Las brujas de Zugarramurdi o una pequeña participación en Los amantes pasajeros de Pedro Almodóvar.
No niega que, como cualquier actor, ha soñado con el Goya. "Todos los que nos dedicamos a esto tenemos ilusión en un reconocimiento así, pero sobre todo me ha hecho ilusión por mi familia, por mis mayores, porque sé que están o estarían muy orgullosos", dice Silva, que en noviembre pasado perdió a su padre.
Le quedan, eso sí, sueños por cumplir, entre ellos, contar sus propias historias. En 2015 estrenó su primer corto como director, Supercool, que le sirvió de aprendizaje, pero sigue teniendo varias historias en la cabeza, "una cada semana", bromea.
"Tampoco tengo mucha prisa y creo que mientras esté actuando y trabajando las historias de los demás, sigo aprendiendo", asegura.