UN GUAPO DE HOLLYWOOD
Jude Law ha hablado sobre el paso del tiempo y cómo se arrepiente de no haber aprovechado más su atractivo físico en su carrera ya que ahora dice que está "flácido y calvo".
Jude Law se dio a conocer a finales de los 90 y principios de los 2000 con películas tan icónicos como El talento de Mr. Ripley o The Holiday. Cintas que lo llevaron al estrellato y por las que se hizo famoso en el mundo del cine. El actor siempre ha sido reconocido como uno de los actores más atractivos de Hollywood aunque no siempre ha buscado proyectos donde fuese "el guapo".
"Nunca sentí que realmente me inclinase por interpretar a alguien guapo, pero sí es verdad que había roles que requerían una energía atractiva", reconoce en una reciente entrevista que ha ofrecido a DuJourdonde reflexiona sobre el paso del tiempo.
"Yo intentaba ir en contra de mi apariencia cuando tenía 20 años; y ahora que estoy flácido y calvo, me hubiera gustado aprovecharme más de ella", bromeaba Law sobre cómo ha cambiado físicamente.
Sin embargo, al igual que reconoce no haberse aprovechado más de su apariencia física de hace años, también confiesa que le ha sido satisfactorio representar, en sus últimos papeles, un personaje que se aleje de este atractivo.
De esta forma, Jude Law se ha metido de lleno en representar a Enrique VIII en la película histórica Firebrand, un rol que no destaca por su atractivo físico ya que se tuvo que caracterizar para parecer mucho más viejo y con un aspecto descuidado: "Dedico bastante tiempo cada mañana a realizar esta caracterización tan pesada. Me quedaría con ella el resto del día", lamenta entre risas.
De hecho, ha confesado que tuvo que empaparse de un olor horrible al interpretar al monarca. "Leí varios relatos interesantes de que se podía oler a Enrique VIII a tres habitaciones de distancia.", afirmaba el actor. Es más, Jude Law pidió ayuda a una perfumista especializada para crear un aroma que oliese realmente mal.
Resulta curioso como su papel ha cambiado tanto a lo largo de su trayectoria artística. Lo que está claro es que, pese a ganarse la reputación de rompecorazones, su recorrido artístico ha pegado un giro y ahora, aunque se lamente de no aprovechar esa juventud, agradece que no solo se le reconozca por ese atractivo habitual.