LUCIUS, HIJO DE MÁXIMO
Tomar el testigo de un gran gladiador no es una tarea fácil, y Paul Mescal, protagonista de Gladiator II, ha contado con toda sinceridad cómo lo consiguió, y a qué no renunció.
La esperada secuela de Gladiator, cuyas primeras críticas ya están creando hype, llega a los cines el 15 de noviembre y así ha contado Paul Mescal su transformación física en el programa de Graham Norton.
Cuando le preguntan cómo ha sido el proceso de "convertirse en un gladiador", Paul responde con su humor habitual:
"Va de montones de, en plan, pechugas de pollo y levantar peso. A mi entrenador no le gustará que diga esto, pero mi entrenador es el hombre más enorme que he visto en toda mi vida", asegura mientras los demás se ríen.
Y cuenta cómo, cuando se conocieron, lo primero que hizo fue decirle que se quedara en ropa interior, y pasó a inspeccionarlo.
"Estoy ahí plantado en calzoncillos. Tengo un poco de resaca, y empieza a rodearme como un tiburón, procesando. Y dice: 'Vale, hay un lienzo con el que trabajar'. Y entonces empieza básicamente a poner nota a mis partes del cuerpo diciendo, 'los brazos nos van a costar'", cuenta Paul entre divertido y traumatizado.
"Es completamente un problema del primer mundo", añade, consciente de que hay mayores razones para pasarlo mal. El actor explica que también le mandaban sus comidas establecidas a casa para que mantuviera su dieta.
Y, aunque cumplió, confiesa que hubo dos cosas que se negó a renunciar: fumar y beber.
"Hice todo lo que me pidió, pero me gusta beber, y me gusta fumar, así que tracé la línea en esas dos", dice, orgulloso. Así que consiguió esculpir su físico sin dejar esos dos pequeños hábitos de nada.
Gladiator II, del legendario director Ridley Scott, continúa la epopeya de poder, intriga y venganza ambientada en la Antigua Roma. Años después de presenciar la muerte del admirado héroe Máximo a manos de su tío, Lucio (Paul Mescal) se ve forzado a entrar en el Coliseo tras ser testigo de la conquista de su hogar por parte de los tiránicos emperadores que dirigen Roma con puño de hierro. Con un corazón desbordante de furia y el futuro del imperio en juego, Lucio debe rememorar su pasado en busca de la fuerza y el honor que devuelvan al pueblo la gloria perdida de Roma.