En plena fiesta en un apartamento parisino, Sam cree que es hora de retirarse. Sin embargo, la noche se alarga y, a la mañana siguiente, cuando despierta y abre la puerta, Sam descubre que los invitados se han convertido en no-muertos y que la ciudad ha sido asolada. Ya se sabe que el cine de zombis nunca muere: aquí, el género recluta a Denis Lavant para la causa.