EXCESOS

Trucos para no engordar en Semana Santa

Quien más quien menos va a hacer algún exceso gastronómico en Semana Santa –esperemos que más de uno–, y, para que no nos acaben pasando factura, nada mejor que seguir estos consejos para llegar al final de las vacaciones con el mismo peso con el que empezamos.

Una confitería de Sevilla reparte 3.000 torrijas al personal sanitario por su labor ante la pandemia del coronavirusiStock

Lo dice la nutrición moderna y lo corrobora cualquiera que tenga un mínimo de sentido común: no podemos vivir obsesionadas con la báscula y las calorías, sintiéndonos culpables ante cualquier exceso y fomentando un odio hacia nuestros cuerpos que tantos males sigue causando de forma transversal a varias generaciones de mujeres. Las cifras hablan por sí solas: según un estudio publicado en Escritos de Psicología, que analizaba la percepción del propio cuerpo en adolescentes de entre 13 y 18 años, un 35,6% de chicas que no tienen ni sobrepeso ni obesidad se perciben gordas, una cifra que se reduce al 16,9% en el caso de ellos.

Así pues, si tenemos pensado salir en Semana Santa y celebrar que hemos llegado hasta aquí en este año tan complicado, nada mejor que hacerlo con alegría y sin culpa, pero siempre siguiendo algunas pautas para que los excesos no nos pasen factura. Y no hablamos únicamente del peso: ¿quién quiere llegar de vacaciones empachada y con molestias digestivas?

Excesos solo cuando toca

Que hayamos decidido darnos un respiro en nuestras rutinas de alimentación no significa que tengamos que hacerlo de forma ininterrumpida durante varios días seguidos. Esto significa que si salimos a comer y decidimos repetir de todos los platos, tomar postre y alcohol e incorporar alimentos calóricos y poco saludables, este exceso debe limitarse a la hora del almuerzo, y luego lo aconsejable es tratar de seguir con nuestras rutinas. Que te pases puntualmente no significa que haya que abrir el grifo y acabar cenando galletas con chocolate y helado. Así pues, si te excedes a mediodía, lo más sensato es cenar una cremita de verduras, un yogur con fruta o una tortilla francesa, por mencionar algunas propuestas ligeras y saludables. Esto nos lleva al siguiente punto.

No te saltes comidas

Un truco frecuente es saltarnos una comida para compensar los excesos de la anterior. No lo hagas a no ser que estés muy pero que muy llena, porque lo único que conseguirás será llegar a la próxima con un hambre canina y, si te saltas la cena, acabarás desayunando un cochinillo. Come poco y ligero pero a todas las horas, ¡verás como tu cuerpo lo agradece!

Plato saludable | iStock

No te pases con el alcohol

Lo ideal es no excedernos con todos aquellos alimentos que aportan calorías vacías, lo que significa que solo nos aportan calorías pero ningún nutriente significativo. El alcohol es el más común, de manera que lo mejor es tratar de racionarlo y no caer en excesos. Un buen consejo es servirnos un vaso de agua y uno de vino o cerveza, y no repetir de alcohol hasta no haber tomado el agua. No solo nos mantendremos hidratadas, algo fundamental cuando bebemos alcohol, sino también saciadas.

Verde que te quiero verde

¿Tienes pensado pegarte la comilona de tu vida? Procura que en tu plato haya algo de verde, aunque sea para acompañar el plato principal, ya que la verdura o ensalada te irá saciando sin apenas aportar calorías, lo que te hará comer menos del alimento principal y más calórico sin apenas darte cuenta.

‘Dessert swap’

Fans de los postres, aquí tenéis el truco definitivo para comer postres y disfrutarlos de lo lindo reduciendo muchísimo el aporte calórico. Es tan sencillo como incorporar la fruta a nuestras creaciones, y convertirla, por decirlo de alguna manera, en una guarnición del plato principal, que puede ser un cheesecake, una panacotta o un tiramisú. Así pues, en lugar de tomar una ración entera de tu postre favorito, lo ideal es que te sirvas media o un cuarto (tu cuerpo agradecerá igualmente el placer que le brindas, sin importarle tanto las cantidades) y la acompañes de unas fresas cortaditas con menta, unas rodajas de naranja, frutos rojos, plátano o macedonia.

Haz ejercicio

No decimos que salgas a correr la maratón a las 7 de la mañana si estás de vacaciones, sino que incorpores el movimiento a tu día a día sin que suponga un engorro. Por ejemplo, en lugar de una sobremesa larguísima o una siesta después de comer, ¿qué tal un paseíto de una hora mientras haces la digestión? Sube escaleras, evita el ascensor, camina, salta… En definitiva, ¡muévete! Si vas a pasar la Semana Santa en tu ciudad aprovecha el parón para ir al gimnasio cuando te sea posible, aunque sea para hacer alguna actividad tranquila como yoga o Pilates.

Ve al baño

El estreñimiento a menudo nos pasa factura cuando salimos de casa, y más tras este año incierto en que nos hemos acostumbrado a estar en ella. Para evitarlo, te recomendamos llevar en el bolso unas semillas de lino e incorporarla a tus platos: puedes añadirlas a un yogur, o a tus ensaladas, o combinarlas con tus cereales de desayuno. El kiwi o la ciruela en ayunas también funcionan, además de beber abundante agua, algo que a menudo se nos olvida cuando estamos de vacaciones.

Prepara la bolsa de basura

Es un consejo muy útil después de periodos vacacionales en que hemos bajado la guardia y llenado nuestra despensa de productos calóricos y poco nutritivos. En cuanto acaben las vacaciones y decidas volver a tus rutinas habituales, ya puedes apartar la tentación de tu vista, de lo contrario volverás a caer en menos que canta un gallo: coge una bolsa de basura y acaba con esos snacks salados que te han sobrado, el helado, las chuches o la bollería industrial. ¡Sin piedad con ellas!