SALUD MENTAL
El trastorno límite de la personalidad afecta al 1,6% de la población, pero sigue siendo una de las enfermedades mentales más desconocidas. Aunque puede ser difícil de diagnosticar, existen tratamientos efectivos para mejorar la calidad de vida de quienes lo padecen. Descubre en qué consiste y cómo se manifiesta este trastorno.
Quizás no tengas claro en qué cosiste el Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) o que confundas sus síntomas con los que corresponden a otras dolencias mentales, como el trastorno bipolar, el ciclotímico, la depresión mayor, o episodios de estrés postraumático o ansiedad por abuso de sustancias o conductas alimentarias.
En NovaMás estamos convencidos de que la información es poder, por lo que nos hemos propuesto arrojar un poco de luz sobre el TLP y divulgar en qué consiste y cómo se manifiesta para que cuidar de la salud mental–propia y ajena- sea una tarea más fácil para todos.
Según el Instituto Nacional de Salud Mental, esta enfermedad afecta gravemente a la capacidad de una persona de controlar sus emociones. Esta pérdida de control emocional hace que las personas que viven con TLP experimenten un torbellino emocional.
Este trastorno se caracteriza por un patrón persistente de cambios rápidos y fuertes en su estado de ánimo, hecho que afecta directamente en cómo se perciben a sí mismas –tienen una imagen y un sentido de la identidad inestable y distorsionado- y, por supuesto, en la manera que tienen de relacionarse con otras personas.
Quienes padecen TLP suelen ser personas inestables, inseguras e impulsivas que pasan de idealizar a una persona a devaluarla en poco tiempo. Además, tienen un fuerte miedo al abandono y una tendencia a polarizar el bien y el mal y a ver las situaciones en extremos.
La Biblioteca Nacional de Medicina afirma que, aunque los científicos no están seguros de la causa del TLP, es una afección más común en personas que han pasado por experiencias traumáticas en su infancia, como maltrato, abuso, abandono o situaciones de conflicto. Diversas investigaciones sugieren que los factores genéticos, como los antecedentes familiares, aumentan el riesgo de desarrollarlo.
1. Inestabilidad emocional
Las personas con TLP enfrentan cambios de ánimo extremos que pueden durar horas o días y que usualmente son desencadenados por eventos externos o interpersonales. Pueden pasar de la euforia a la tristeza o la ira con rapidez.
Pueden cambiar de forma brusca y dramática su propia imagen, que se refleja con cambios súbitos en los objetivos, los valores, las opiniones, las carreras o los amigos. A menudo se sienten vacíos por dentro.
2. Relaciones inestables y temor al abandono
El miedo constante a ser abandonados lleva a quienes padecen este trastorno a realizar grandes esfuerzos por evitarlo, incluso en situaciones donde la posibilidad de abandono es mínima. Pueden sentir pánico cuando alguien importante para ellos llega tarde o anula un compromiso.
Esto se traduce en relaciones interpersonales intensas y conflictivas, caracterizadas por patrones de idealización y devaluación. Pueden idealizar a un cuidador o amante y, de repente, desilusionarse, menospreciarle y enojarse.
3. Impulsividad y conductas de riesgo
La impulsividad es otra característica del TLP, que puede manifestarse en comportamientos de riesgo como apostar, consumir drogas, mantener relaciones sexuales sin protección, comer impulsivamente, conducir imprudentemente o hacerse daño.
El índice de autolesiones y conductas suicidas en los pacientes que sufren TLP es 40 veces mayor que en el resto de la población, según el Manual MSD. Las personas con este trastorno que están pensando en hacerse daño o en intentar suicidarse necesitan ayuda de inmediato. El Ministerio de Sanidad promueve la línea telefónica 025 para ayudar y atender a las personas con tendencias suicidas.
Un psiquiatra, un psicólogo o un trabajador social clínico puede diagnosticar TLP tras una evaluación psicológica en la que se identifican patrones específicos en cuanto a las relaciones, la imagen corporal y las emociones, que normalmente responden a los criterios del DSM-5, como cambios de humor, impulsividad, ira, sentimientos de vacío y paranoia, entre otros.
En cuanto al tratamiento, la psicoterapia es la piedra angular para el TLP, y entre las terapias más eficaces está la terapia dialéctico-conductual (TDC), la cual ayuda a los pacientes a manejar sus emociones y a mejorar sus habilidades interpersonales. En algunos casos, se utilizan medicamentos para controlar los síntomas asociados, aunque no suelen ser el tratamiento principal.
Muchas personas que son diagnosticadas logran reducir la intensidad de sus síntomas y mejorar su calidad de vida con el tratamiento adecuado. Además, un buen sistema de apoyo y la disposición para mantener una rutina terapéutica son clave para que los afectados puedan establecer relaciones más estables y alcanzar una mayor tranquilidad emocional.