SALUD Y ALCOHOL
Existen muchos mitos alimenticios en los que se habla de comidas y bebidas buenas o malas para la salud. Sin embargo, son solo eso, mitos. Te contamos la realidad acerca de uno de ellos.
No nos ponemos de acuerdo. Cada día aparecen nuevos alimentos o bebidas cuyas propiedades son buenas o malas para la salud. Además, parece que lo que un día era beneficioso, al día siguiente puede ser muy perjudicial para el organismo. Pero la evidencia científica es la encargada de disiparnos todas esas dudas que se plantean en nuestro día a día sobre lo que comemos y bebemos. Así, varios estudios han desmentido a lo largo de los años el famoso mito sobre los beneficios de beber una copa de vino al día.
Al vino se le han atribuido propiedades de todo tipo. Quizás, la más sonada, es la de que esta bebida posee antioxidantes que son buenos para el corazón, siendo el más importante de ellos el resveratol. Este polifenol se encuentra en las uvas de forma natural y es cierto que tiene muchas cualidades beneficiosas para la salud. De hecho, se la conoce como la ‘molécula de la eterna juventud’, porque además de ser un fuerte antioxidante, es antiinflamatoria y anticancerígena. Así, se dice que puede prevenir el daño de los vasos sanguíneos, reducir el colesterol y prevenir los coágulos.
Entonces, si esta sustancia está presente en el vino, ¿es este bueno para nuestra salud?
El vino es una bebida alcohólica y el alcohol está directamente relacionado con problemas cardíacos y con la aparición de ciertos tipos de cáncer. Es un hecho que puede acortar nuestra esperanza de vida y que puede ser muy dañino para nuestra salud. La Organización Mundial de la Salud asegura que el alcohol es el tercer factor de riesgo más importante de muerte prematura e incapacidad en el mundo y que, por tanto, constituye un grave peligro para la salud pública.
No existe un límite seguro. El alcohol no es beneficioso. Por este motivo, el vino, que es una bebida alcohólica, tampoco lo es. Además, la presencia de revesterol es tan ínfima comparada con la presencia de alcohol que esta molécula no puede manifestar sus beneficios en nuestro organismo. Sus efectos se contrarrestan con los del alcohol.
¿Y sus propiedades antivíricas?
Con la pandemia de coronavirus que afecta a todo el globo, han surgido voces que aseguraban que los antioxidantes vegetales presentes en el vino podían tener propiedades antivíricas. De este modo, se presentaba al vino como un remedio casero para combatir la COVID-19.
Debido a este revuelo, la Federación Española de Enólogos tuvo retractarse de un comunicado lanzado el 20 de marzo de 2020 en el que afirmaban que: "el consumo moderado de vino, vinculado al consumo responsable, puede contribuir a una mejor higiene de la cavidad bucal y la faringe, esta última zona donde anidan los virus durante las infecciones”.
Los últimos descubrimientos
Recientemente, en el Congreso Europeo e Internacional sobre Obesidad (EOICO), se ha desmentido uno de los últimos bulos: ¿puede el consumo moderado de vino evitar enfermedades que desencadenan alteraciones metabólicas?
Un estudio llevado a cabo por investigadores de Corea del Sur asegura que “el riesgo de obesidad y síndrome metabólico aumenta en proporción del consumo de alcohol cuando los adultos hombres y mujeres beben más de la mitad de la dosis estándar recomendada”, que es de 14 gramos al día. De este modo, las personas que consumen al menos 7 gramos de alcohol todos los días, tienen un mayor riesgo de padecer enfermedades relacionadas con problemas metabólicos.
Para realizar este estudio, los científicos analizaron los datos de consumo de alcohol y salud de 14 millones de hombres y 12 millones de mujeres registrados en el Sistema de Salud Pública de Corea del Sur entre los años 2015 y 2016. Este consumo de alcohol se vio directamente relacionado con la aparición de problemas cardiovasculares, la obesidad y el sobrepeso, las alteraciones de azúcar y grasa en sangre y la presión arterial.
De este modo, como puede leerse en el estudio, en comparación con los hombres abstemios, aquellos que consumían entre 7 y 14 gramos de alcohol diarios, presentaban un riesgo un 10% mayor de padecer obesidad y síndrome metabólico. Este porcentaje va en aumento cuanto mayor sea el consumo de alcohol. Por ejemplo, si se superan las dos copas diarias, el riesgo de padecer obesidad asciende en un 34% y el de desarrollar problemas metabólicos en un 43%.
En el caso de las mujeres ocurre algo parecido, sin embargo el riesgo de desarrollar problemas metabólicos no asciende tanto como en el caso de los hombres bebedores.
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