Que no te engañen
Seguramente lo hayas visto en más de una cocina o tal vez incluso lo tengas: los filtros que se ponen en el grifo de la cocina para que el agua que consumes tenga menos sabor a cloro. También existen en jarritas en las que recoges el agua del grifo, la mantienes x tiempo y un mecanismo de dentro de la jarra, el filtro, le quita ese sabor al cloro. ¿Tiene sentido esto más allá de quitar ese sabor a cloro (y de sacarte las perras por haberlo comprado)? Veamos qué dicen los expertos en la materia.
La cloración del agua, que ya tiene años, permitió contener enfermedades como el tifus, el cólera o la disentería. Potabilizar el agua fue un factor determinante para acabar ocnn muchas epidemias. Es cierto que el cloro deja un cierto sabor en el agua, dependiendo d ela cantidad empleada y para eso se utilizan los filtros, para quitar ese sabor. Aunque, si no quieres gastarte el dinero, tiene la misma eficacia metiendo el agua en una botella de cristal, sin tapón, en la nevera. Verás que ese pequeño gusto a cloro desaparece…
Sobre las jarras, se supone que mejoran la calidad del agua en términos de sabor y olor y eliminan el sabor a cloro o reducen la concentración de sustancias como el plomo. Sin embargo, según un informe de la Agencia Nacional de Seguridad Sanitaria de la Alimentación, el Medio Ambiente y Trabajo francesa (ANSES), esto debería revisarse, teniendo en cuenta que de la misma manera que suprimen sustancias no deseadas también es posible que se deshagan de sustancias que sí conviene mantener y que son beneficiosas. Para ANSES, estos utensilios pueden ser responsables de la disminución del pH o de una alteración de la calidad microbiológica del agua, lo que la hace un medio favorable para la proliferación de microorganismos patógenos.
¿Qué nos venden con los filtros? “Que recoge los contaminantes del agua. ¿Cuál es la realidad? Que el agua no tiene contaminantes, el agua de red se analiza y revisa permanentemente para que no tenga ningún contaminante nocivo para la salud. Otra cosa es que nos guste más o menos el sabor, eso va por gustos, pero es imprescindible dejar claro que toda el agua es segura”, explica la farmacéutica Gemma del Caño.
Y añade: “Las membranas por la que va pasando el agua recogen ciertos elementos que en absoluto son nocivos como el cloro que utilizamos en las cantidades necesarias para consumir el agua sin ningún riesgo. Es un error relacionar el sabor del agua con la seguridad, aunque con frecuencia lo asociamos a eso. Si algo no me gusta es que está malo, pero los controles que pasa nuestra agua de red garantiza que podemos abrir el grifo y consumir con toda tranquilidad. Si no te gusta el sabor del agua y quieres ponerlo, pues lo pones, pero que no te digan que es más saludable. Eliminar estos compuestos mejora la salud incluso menos que comerte una manzana al día. No es malo tenerlos, pero tampoco es necesario porque se puede garantizar un agua perfectamente segura día a día”, explica.
La experta va incluso más allá y nos aclara las posibles bondades del agua embotellada: “Lo mismo ocurre con el agua envasada, no hay ventajas en la salud, salvo que te guste el sabor, gastar más dinero y ser poco respetuoso con el medio ambiente”, finaliza.