FAMILIA POLÍTICA

Suegras tóxicas: ¿mito o realidad?

La relación entre suegras y nueras resulta tensa en ocasiones, pero los motivos no son siempre los que parece.

Suele decirse que no solo te casas con una persona. Te casas con toda su familia. Algo que parece baladí, pero no lo es tanto. Porque una mala relación con la familia política puede acabar arruinando una relación de pareja.

Los conflictos pueden surgir entre cualquiera de los miembros, pero lo cierto es que la tradición popular suele estigmatizar especialmente la figura de la “suegra”. Incluso se habla de la suegra tóxica, curiosamente no tanto en el caso de la madre de la mujer, sino en el caso de la madre del hombre. ¿Hay algo de cierto en esta figura?

“Más que suegras tóxicas, existen suegras con comportamientos tóxicos o dañinos”, explica la psicóloga Sonia García. La misma, recientemente, abordaba este tema en sus redes sociales para ahondar en la visión de esta figura y recopilar datos. “No podríamos generalizar sobre si es o no una figura habitual. Lo que sí puedo decir es que por mi despacho han pasado y pasan un alto número de personas, de forma individual y parejas, que vienen a consulta por el tema de la suegra y la familia política y el alto sufrimiento emocional que les acarrea, así como la afectación y el desgaste en la pareja”.

La primera idea aclarar es que no existen personas tóxicas, sino personas con comportamientos tóxicos. En el caso de la figura de “suegra tóxica”, lo habitual es que esta persona caiga en la intromisión en la relación de la pareja. “Por ejemplo, dando opiniones o críticas que no se han pedido o que están fuera de lugar en temas como la relación, la educación de los hijos, la economía doméstica, la boda o la casa. Otro comportamiento suele ser competir por el amor del hijo o hija en cuestión. Después en cada caso encontraremos particularidades individuales y la ironía, el sarcasmo y el lenguaje indirecto suele estar presente”.

La otra gran pregunta es por qué esta relación tóxica se identifica más en el caso de los progenitores de una pareja masculina, que de una femenina. Es decir, “la madre del novio”, por norma general. “Este tipo de polémica tiene una base cultural y educacional en el que se dice que la suegra es mala y compite con la nuera por amor del hijo, mientras que del padre se dice que es la autoridad de la familia y que tiene que hacerse valer para que no hagan daño a su hija, de forma que si tiene un comportamiento poco ejemplar se le excusa”, argumenta Sonia García. No sin olvidar que a veces este tipo de estereotipos resulta especialmente dañino.

Suegra tóxica | iStock

Abordar el conflicto

Más allá del debate, lo cierto es que una relación de conflicto entre un miembro de la familia de tu pareja y tú puede ser un gran problema, sobre todo en el largo plazo. Así, antes de saber cómo abordarlo, lo ideal es identificar cuál es la raíz del problema. Puede ser que el fondo tenga que ver con el miedo a perder al hijo, con una forma tóxica de apego entre la madre y el hijo, o a veces, simplemente, por una cuestión de dominación o de egoísmo.

“Cuando se dan relaciones tóxicas entre un miembro de la pareja y su suegra tiene que ver más con las personalidades de cada uno y cada una que de unas características concretas”, apunta Sonia García. Es decir que, aunque una persona pueda ser más conflictiva, hay ciertos caracteres o formas de entender la vida que suelen chocar más entre sí. Un factor a tener en cuenta.

Otra cuestión es que el conflicto siempre se centra en una competición entre esas dos mujeres por el amor del hijo/marido, cuando a veces el conflicto precisamente es la relación del hijo con su familia o con su pareja. “A veces, la actitud tóxica viene por parte de la pareja y no tanto de la suegra, aunque al final si no se ponen límites por un lado y por otro el conflicto está servido”, insiste la psicóloga.

Cuando el conflicto ha resultado inevitable, solo queda saber cómo manejarlo para que no arrastre la relación de pareja consigo. Porque hacer como que no pasa nada no suele ser la mejor solución al problema.

Así, García propone abordarlo directamente. Porque al final, la relación es la de la pareja, y debe ser la pareja la que lo aborde. “Lo adecuado será que se lo traslademos con respeto a nuestra pareja y sea él o ella quien hable con su familia para solucionar dicho asunto”.

De esta forma, al final todo dependerá de dos opciones. “Si nuestra pareja no gestiona este asunto con su madre (o el familiar en cuestión) es entonces cuando aparece el verdadero problema. Si, por el contrario, nuestra pareja hace una gestión adecuada del tema, poniendo los límites necesarios a su madre, la sensación de equipo y complicidad en la pareja aumentará, ya que primará una sensación de respeto y de reconocimiento”.