EMBARAZO
La bolsa amniótica es el espacio donde el bebé va a desarrollarse, y está formada por dos membranas muy resistentes que, unidas a la placenta, forman un saco y contiene en su interior el líquido amniótico y al feto.
La bolsa amniótica es como un airbag para el bebé. Su función principal es protegerle de todo lo que sucede en el exterior (temperatura, infecciones, golpes…), y además, el líquido amniótico jugará un papel importante en el desarrollo del feto a lo largo del embarazo.
A partir de las 37 semanas, el bebé puede nacer en cualquier momento. La mayoría de las mujeres iniciarán el parto sintiendo contracciones cada vez más regulares e intensas pero sin romper la bolsa. Ésta puede mantenerse intacta hasta el final o romperse en cualquier momento del trabajo de parto. Incluso el bebé podría nacer sin que llegue a romperse en lo que llamamos un parto velado, ¡dicen que traen suerte!.
Sólo un 12% de las mujeres romperán la bolsa antes de iniciar el trabajo de parto. Si estás de más de 37 semanas, es que tu bebé ya está preparado para nacer, y éste es el primer paso que ha dado para que el parto se desencadene. Pero romper la bolsa no significa que el parto haya empezado, ya que para eso necesitamos contracciones regulares e intensas que no desaparezcan si descansamos.
El 80% de las mujeres iniciarán ese parto en las primeras 12 horas tras romper la bolsa, y el 95% lo harán en las primeras 24 horas.
Romper la bolsa no es peligroso para el bebé. El riesgo asociado que podemos encontrar es un aumento de las posibilidades de infección, que pasan del 0,5% al 1%.
Para disminuir este riesgo, lo más importante es reducir al máximo los tactos vaginales. En algunos hospitales se administra por protocolo tratamiento antibiótico preventivo, aunque no hay evidencia científica que apoye esta actuación por rutina si la mujer no tiene signos de infección como la fiebre.
Lo primero será mantener la calma, ya que como os he contado es una fase normal del parto y no supone un riesgo para el bebé.
A continuació, tendremos que fijarnos en algunos detalles que nos harán valorar los tiempos para irnos al hospital:
Si el color del líquido es claro (como agua), tu embarazo ha sido normal y el bebé está en posición cefálica, se mueve según su patrón de movimientos habitual, y tu temperatura corporal es normal… puedes tomártelo con calma. No hay prisa para ir al hospital porque todo está bien y tu cuerpo necesita sentirse tranquilo y calmado en un lugar seguro para que las contracciones empiecen.
Si por el contrario, alguno de estos factores fallan (el bebé está de nalgas, el líquido es sanguinolento o verdoso, tenemos fiebre, el bebé ha disminuido sus movimientos habituales…), tendríamos que acudir al hospital para valorar.
El líquido amniótico puede ser de color amarillo o verdoso cuando el bebé ha hecho su primera caca (el meconio). Un 20% de los bebés, pasadas las 40 semanas de embarazo, harán su primera caca dentro del útero. Esto es totalmente normal, no es peligroso y se asocia a la madurez intestinal del feto.
Otras veces, el meconio dentro del útero puede estar asociado a una respuesta del bebé ante las contracciones. Y en algunos casos, los menos habituales, se asocia a un estrés fetal debido a que su oxigenación se ha visto comprometida por algún motivo.
Por eso, si rompes la bolsa en casa y el líquido es amarillo o verdoso, tenemos que acudir para observar y valorar todo en conjunto. Ante esta situación, la auscultación de la frecuencia del bebé junto con el resto de condiciones (aspecto del líquido, movimientos, temperatura de la madre…) nos dará información sobre su bienestar.
Y recuerda siempre, ¡los movimientos del bebé van a ser el principal signo de que se encuentra en buen estado!