Salud sexual
Es cierto que los efectos secundarios de los anticonceptivos son cada vez menores, que muchas mujeres ni se enteran de estar tomándolos, que la carga de estrógenos y progesterona se ha ido reduciendo notablemente desde su introducción en el mercado en los años 60, y que son muchas las que al final acaban encontrando el mejor para ellas.
Pero también lo es que otras muchas acaban sufriendo ciertos cambios físicos y psicológicos cuando empiezan a tomar determinados anticonceptivos, hasta el punto, en muchos casos, de que acaban cambiando de método o recurriendo al socorrido preservativo. Estos son, por orden, los anticonceptivos con más efectos secundarios.
Píldoras y aro vaginal. Pese a que el formato es diferente, ya que las píldoras se toman a diario y el aro se coloca una vez al mes, la carga de estrógenos y progesterona de ambos métodos es similar. Muchas mujeres aseguran preferir el formato en pastillas porque no acaban de sentirse cómodas con el anillo colocado en la vagina durante tres semanas seguidas, y, además, en muchos casos puede molestar a sus parejas sexuales durante la penetración. Otras afirman, sin embargo, que es un método muy cómodo, que no implica tener que estar pendiente de las pastillas y de posibles alteraciones digestivas que hagan que el método pierda efectividad.
En cualquier caso, gran parte de mujeres sufren algunos efectos secundarios durante su uso, especialmente en los tres primeros meses pero también más tarde. Los más comunes suelen ser un descenso considerable de la libido, aumento de peso y retención de líquidos (aparición, por tanto, de celulitis súbita), tensión mamaria, acné, ligeros manchados durante el ciclo, náuseas, mareos, cefaleas, vómitos o malestar psicológico. Si es el caso, y las molestias no remiten pasados unos meses, es conveniente valorar un cambio de método.
Tanto los anticonceptivos inyectables como los parches ¬–que no dejan de ser sistemas diferentes para un mismo fin: la administración de hormonas que inhiben la ovulación–, pueden tener efectos secundarios similares. En el caso de estos últimos hay que tener en cuenta el riesgo de desprendimiento sin que la mujer se dé cuenta, y por tanto la pérdida completa de efectividad.
Implante. Esta barilla que se coloca en el brazo mediante anestesia local libera una hormona llamada etonogestrel, indicada para todas aquellas mujeres que tienen contraindicados los estrógenos (durante la lactancia, por sobrepeso, hipertensión, por ser fumadoras…). Además de los efectos secundarios propios de los anticonceptivos hormonales (migrañas, acné, retención de líquidos…), este método puede dar lugar a menstruaciones irregulares o incluso a la completa desaparición de la regla. Además, deja una pequeña cicatriz en el brazo.
Dispositivo intrauterino (DIU). Es un método muy fiable, ya que su eficacia ronda el 98%, cómodo y que facilita mucho la vida, ya que más allá de los controles, una vez colocado se puede disfrutar sin preocupación de relaciones sexuales sin riesgo de embarazo. Ni que decir tiene que este método anticonceptivo, lo mismo que los anteriores, no protege contra las enfermedades de transmisión sexual, de manera que es conveniente usar además preservativo. Sus principales efectos secundarios, que generalmente desaparecen al poco tiempo, son dolor leve o moderado, que puede ir acompañado de calambres y dolores en la espalda, manchas de sangre entre periodos, y periodos menstruales irregulares, que pueden ser también más intensos y dolorosos.
Preservativo masculino. Es un método muy extendido, ya que no solo protege contra embarazos no deseados, sino también contra patologías de transmisión sexual. Algunos de sus efectos secundarios más frecuentes son irritación y escozor, a menudo debido a una reacción al tipo de lubricante de algunos condones incluso para aquellos que no son alérgicos al látex (en este caso, conviene buscar otros materiales, como el poliuretano, polisopreno o nitrilo).
El preservativo tiene otros efectos secundarios de carácter psicológico, especialmente para el hombre, de los que se habla menos: puede provocar una pérdida de la erección y, con ella, del deseo sexual, hasta el punto de impedir que el coito se desarrolle con normalidad. En este caso, es importante trabajar en la relajación, y buscar maneras para introducir con naturalidad el preservativo en el juego sexual. Mucho cuidado, también, con los preservativos retardantes, que prometen alargar el coito y retrasar el orgasmo gracias a los efectos de la benzocaína, una sustancia química con propiedades anestésicas leves. Resulta muy molesta para muchos hombres, que sienten el pene ligeramente adormecido y acaba siendo peor el remedio que la enfermedad.
Preservativo femenino. Menos conocido y de uso menos frecuente, es un gran método sin efectos secundarios, ya que no suele producir reacciones alérgicas al estar fabricado con nitrilo. Al contrario de lo que ocurre con el preservativo masculino, el femenino no requiere la interrupción del acto sexual para su colocación, ya que se puede poner hasta ocho horas antes. Por otra parte, su anillo hace fricción con el clítoris, lo que para algunas mujeres incrementa el placer sexual y para otras lo reduce, ya que puede resultar ligeramente molesto. Otro de sus efectos negativos es que puede hacer algo de ruido durante la penetración.