DESMONTAMOS EL MITO
No des por hecho todo lo que te contaron de pequeña y encuentra la respuesta en la ciencia.
Cuando eras pequeña, ¿cuántas veces te han repetido que jamás te tragaras un chicle? Las teorías que nos advierten de los peligros de este dulce masticable son varias y todas tienen consecuencias catastróficas: algunas dicen que esta goma pegajosa se queda adherida en las paredes del intestino y otras dicen que puedes tardar varios años hasta que tu organismo la acaba expulsando.
El mito del chicle lo podemos escuchar infinitas veces, pero la verdad es que no tiene un fundamento científico. Si eres de las que hoy en día, sigue temiendo despistarse mientras mastica chicle por miedo a tragarlo, este artículo te ayudará a sacarte un peso de encima.
La ciencia desmonta el mito del chicle
Según científicos de la American Chemical Society, el chicle es un producto pensado para ser ingerido y, por lo tanto, comestible. En este sentido, no es ni más ni menos peligroso que el resto de productos alimenticios.
Ahora bien, su composición sí que lo hace de asimilación más lenta que otros alimentos, es decir, tardamos más en expulsarlo. Pero en ningún caso nos causa daño al llegar al intestino o al estómago.
¿Qué lleva el chicle?
Los chicles están compuestos, básicamente, de goma, edulcorantes y sustancias que hacen que la pasta se ablande y la podamos masticar. La goma que se utiliza para hacer los chicles es de caucho de butilo.
Esta característica, aparentemente, sí que nos podría alarmar, ya que el caucho lo encontramos en muchos objetos no aptos para el consumo alimenticio, como tapones o pelotas. Pero, según los científicos, la cantidad de este tipo de goma que lleva el chicle, si bien no la podemos digerir, sí que la expulsamos en pocos días -y no al cabo de años cómo nos habían hecho creer-.
Un vídeo del canal de YouTube, Reaction, especializado en química, con la colaboración American Chemical Society, explica qué recorrido hace el chile desde que los ingerimos hasta que es expulsado a través de las heces.
La vida del chicle en tu cuerpo
Fase 1
En una primera fase, el chicle entra en contacto con nuestra boca y dientes; es cuando lo masticamos. Este movimiento activa los músculos que se encargan de llevar lo que ingieres a los órganos digestivos. Una vez lo tragas y llega al estómago, este lo mezcla con los jugos gástricos.
Fase 2
En la segunda fase, las enzimas digestivas descomponen el alimento y se quedan los nutrientes que necesita nuestro organismo, es decir, glúcidos, lípidos, proteínas, vitaminas, agua y sales minerales. El resto lo desecha.
Como ya te habrás dado cuenta, el cuerpo es sabio y, como tal, sabe que los chicles no tienenningún valor nutricional. De este modo, los identifica como desechos y los junta con el resto de residuos que no va a utilizar.
Fase 3
Esta es la última parte de la digestión, en la que el intestino grueso se encarga de convertir y expulsar los desechos en forma de heces. Y hasta aquí la corta vida que tiene el chicle dentro de tu cuerpo.
En realidad, no hay mejor consejo que el de pasar el mito del chile por el filtro de la lógica: si las teorías fueran ciertas e ingerirlo fuera tan peligroso para nuestro organismo, jamás se comercializaría un tipo de producto así. Menos aún entre el público infantil.
Un apunte importante: siempre debemos vigilar no excedernos con los chicles, porque una ingesta sobrepasada, al igual que con otro producto, sí que nos podría traer complicaciones.
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