LA PERCEPCIÓN DEL TIEMPO
Los niños suelen percibir el transcurso del tiempo como algo más duradero que los adultos. Te exponemos el porqué de este fenómeno según la explicación de una experta y cómo puedes conseguir ralentizar tus recuerdos.
El tiempo avanza sin cesar y es un hecho que no podemos controlar. Pero aunque el ritmo del transcurso de las horas sea el mismo para todos, la percepción de este varía en función de cada individuo. Mientras nos sumergimos en actividades amenas, el tiempo parece volar, pero en situaciones monótonas, los minutos pueden resultar eternos. Así lo expone la doctora Esther Samper, médica y divulgadora científica, en la revista Cultura Científica. En ese sentido, dice, "existe un fenómeno peculiar, que se ha constatado ampliamente en psicología: en general, el tiempo nos parece que pasa más rápido conforme vamos cumpliendo años". Así pues, la doctora intenta explicar por qué ocurre este fenómeno y expone algunas de las hipótesis que procuran resolver esta cuestión.
Una hipótesis, propuesta por el profesor de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Duke, Adrian Bejan, sugiere que el envejecimiento afecta el procesamiento cerebral de la información visual. Si percibimos menos imágenes por segundo a medida que envejecemos, podríamos experimentar la ilusión de que el tiempo pasa más rápido. Esto se explica con el hecho de que el envejecimiento provoca daños que retrasan el flujo de señales sinápticas, así como la complejidad de las redes neuronales incrementa.
Otra perspectiva que pretende explicar la percepción del transcurso del tiempo es la del psicólogo Clifford Lazarus, que expone que este fenómeno vendría condicionado por un "metrónomo neural" interno, que varía entre niños y adultos. Esta teoría se respalda por un estudio hecho por el propio Lazarus que constató el hecho de que los niños tenían una sensación de mayor temporalidad cuando se les preguntaba sobre el tiempo transcurrido en un período determinado, en comparativa con los adultos.
La disparidad en la percepción del tiempo también podría estar vinculada a cómo cuantificamos el tiempo en distintas etapas de la vida. Para un niño, un año constituye una parte significativa de su vida, mientras que para un adulto mayor, representa una fracción más pequeña. "Esto puede generar la sensación de que el tiempo fluía más lento en la infancia, porque una misma unidad de tiempo implicaba mucho más dentro del total de experiencias vividas", explica la doctora.
"La intensidad emocional asociada con las experiencias de la infancia y la adolescencia podría contribuir a este fenómeno", añade Samper. Los momentos emocionalmente cargados tienden a dejar huellas más profundas en la memoria y las etapas más tempranas de la vida suelen estar llenas de novedades.
La misma doctora Samper sugiere que para ralentizar la percepción del tiempo es necesario escapar de la rutina y buscar nuevas experiencias. Ya que, tal y como expone, la monotonía acorta nuestra visión del tiempo. Así pues, buscar la novedad podría ser la clave para vivir una vida más plena y hacer que el tiempo parezca transcurrir más lentamente.