GESTIÓN DE EMOCIONES
Las rabietas son un signo desesperado de que el niño necesita nuestra ayuda inmediata. Veamos cómo actuar antes, durante y después.
La etapa de las rabietas es difícil, tanto para ti como madre o padre, como para tu hijo. A menudo, estos comportamientos tan extremos nos incomodan y, si se producen delante de los demás, nos preocupan también las miradas externas y los “qué dirán”.
También es un momento fuerte para tu hijo, que no sabe cómo poder controlar eso que está sintiendo y busca con desesperación que tú seas su calma y su lugar seguro.
Las rabietas son algo normal en el desarrollo
Es importante que identifiquemos que las rabietas o pataletas que vemos en los niños a partir de los 12-18 meses y hasta los 4 años, aproximadamente, son totalmente normales. Hasta cierto punto son, incluso, algo esperado debido a que a estas edades no cuentan con la capacidad neurológica de poder controlar y gestionar asertivamente sus emociones o impulsos.
¿Cuáles son los detonantes de las rabietas?
Estos desbordes emocionales pueden darse debido a varios factores y es muy importante que podamos identificar qué está causando esa conducta y para poder llegar a la raíz. Así, podremos acompañar a nuestro hijo con una visión mucho más completa.
Los factores que pueden detonar las rabietas son muchos, pero destacan:
Si tenemos en cuenta estos posibles detonantes, podremos ser capaces de descubrir la causa de la rabieta y, de esta forma, ayudar a nuestro hijo de una manera mucho más consciente y efectiva.
¿Qué debemos evitar ante un rabieta?
Cómo actuar ante la rabieta de nuestro hijo
Los pasos que nos van a ayudar a acompañar mejor, y que al mismo tiempo les van a aportar recursos a los peques para aprender a gestionar sus emociones, son los siguientes:
Qué hacer cuando la rabieta ha terminado
Una vez el comportamiento extremo se haya acabado y vuelva la calma, podemos esperar un poco y retomar el tema con el niño. Ahora sí será el momento indicado para poner algunos ejemplos, reconocer algo que hayas observado como mejora, partiendo de alguna otra ocasión, y comentar con él los motivos que causaron ese enfado y esa emoción tan fuerte.
Recuerda que esta etapa es transitoria y que tu hijo no lo hace adrede. Irá mejorando conforme su cerebro vaya creciendo y madurando. Además, al utilizar estas estrategias verás cambios y un aprendizaje significativo en la gestión de sus emociones.
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