CRUZAR LOS LÍMITES
Muchos abuelos se encargan de la crianza de los nietos de forma habitual. Pero... ¿qué pasa cuando se meten en la manera de educar si nadie se lo ha pedido? A raíz de esta pregunta ha nacido una nueva palabra: Gramnesia.
Hace unos días, una mamá me escribió diciéndome: "No sé cómo ponerle límites a mis padres. Me dicen cómo criar a mis hijos, pero cuando les digo algo, se ofenden". Y entonces pensé en un término que muchos hemos experimentado, pero que pocos han nombrado: "gramnesia", esa curiosa amnesia selectiva que parece afectar a algunos abuelos cuando se trata de la crianza de sus nietos.
Resulta que, aunque ellos mismos criaron con sus propias reglas (y en su momento odiaban que alguien más se metiera), ahora parecen haber olvidado lo difícil que es criar con espectadores opinando desde la tribuna.
Seguro que te sonará la frase: "Pero yo lo hacía así y tú saliste bien", ¿verdad? Si te han dicho esta frase, te abrazo. Es el argumento estrella de muchos abuelos cuando ven que hacemos las cosas de manera diferente. No importa si ahora sabemos más sobre desarrollo infantil, neurociencia o gestión emocional. Para ellos, su método fue infalible porque, a su parecer, todo salió bien.
Pero la realidad es que cada generación ha criado con lo mejor que ha tenido a su alcance. Nuestros padres hicieron lo mejor que pudieron con la información de su época. Nosotros hacemos lo mismo.
El problema no es que los abuelos quieran opinar o ayudar. El problema es cuando esa ayuda no fue solicitada y, en lugar de aliviar la carga, la hacen más pesada.
Porque no es lo mismo tener a los abuelos como apoyo, que sentir que hay que defender cada decisión. A veces, lo que los padres realmente necesitan no es que alguien les diga cómo hacerlo mejor, sino que simplemente les digan: "Lo estás haciendo bien".
Cuando veas que los abuelos (ya sean tus padres o tus suegros) cruzan la línea y se meten en temas en los que no se les ha pedido opinión, puedes reaccionar de la siguiente manera:
Los abuelos son un regalo, pero no son los padres. Hay una gran diferencia entre acompañar y dirigir. Y en esa línea delgada es donde muchas familias encuentran conflicto. Esto no significa excluirlos ni desvalorizar su experiencia, sino entender que lo que funcionó hace 30 años no siempre aplica hoy. La crianza ha cambiado, y ellos también pueden aprender nuevas formas de apoyar sin invadir.
Si hoy estás lidiando con la llamada gramnesia, recuerda esto: no tienes que criar bajo la aprobación de nadie más. Tu familia, tus reglas. Con respeto, pero con claridad. Y si todo falla, respira, sonríe y repite para ti mismo: "Estoy criando en mi época, con mis valores y con mis herramientas. Y eso está bien".