ENFERMEDAD MULTIFACTORIAL
Actualmente, la dermatitis atópica afecta a un 30% de los niños, afectando de forma importante a la calidad de vida de los pacientes y sus familias. En este artículo os explico cuáles son los factores que la desencadenan y cómo prevenirla.
En los últimos años, desde las consultas de pediatría venimos observando un aumento llamativo en los casos de dermatitis atópica y sus complicaciones asociadas, sobre todo infecciones cutáneas, como el impétigo o el molusco contagioso. Esto ha llevado a los expertos a investigar sobre los factores predisponentes más importantes de esta enfermedad y sus estrategias de prevención.
La dermatitis atópica es un proceso inflamatorio de la piel caracterizado por un picor intenso y piel seca, como descamada en diversas zonas que varían según la edad de presentación.
Su evolución suele ser crónica y cursa en brotes disminuyendo la intensidad conforme los niños son más mayores. Afecta de forma importante a la calidad de vida de los pacientes y sus familias, pudiendo repercutir sobre el sueño, el aumento en el riesgo de infecciones y los cuidados necesarios y continuados que requieren este tipo de pieles.
Si queréis datos sobre la incidencia de dermatitis atópica, os diré que, actualmente, alrededor de un 30% de niños la padecen. De estos, el 60% desarrollan algún brote de dermatitis en los primeros 6 meses de vida y en torno al 85% debutan antes de los 5 años. En el 70-80% de los niños que padecen dermatitis tópica hay antecedentes familiares opersonales de enfermedades alérgicas como asma, alergias alimentarias o rinitis, lo que explica la estrecha relación de este cuadro con la predisposición a sufrir alguna alergia.
El aumento de incidencia de la dermatitis atópica en las últimas décadas, sobre todo en países desarrollados, ha llevado a investigar sobre los posibles factores desencadenantes.
No existe una única causa que desencadene la dermatitis atópica, sino que se trata de una enfermedad multifactorial, en la que hay muchos factores implicados, incluyendo genéticos y ambientales.
La carga genética supone el factor predisponente más claro, ya que la mayoría de los niños con dermatitis atópica tienen un antecedente familiar de atopia (ya sea dermatitis, rinitis o asma). Los niños con dermatitis atópica nacen ya con una predisposición genética que afecta a la función barrera de la piel, haciéndola más sensible a los factores ambientales.
Diversos estudios han demostrado que hay múltiples factores ambientales que pueden aumentar la respuesta inflamatoria de la piel en pacientes predispuestos. Este grupo incluye:
El estrés también se ha descrito como factor desencadenante de un brote de dermatitis atópica, ya que puede alterar la respuesta inmunitaria generando una respuesta exagerada de la piel.
Diversos estudios han demostrado que los niños alimentados con lactancia materna durante más de 4 meses tienen menos riesgo de padecer dermatitis atópica en un futuro.
En los casos de dermatitis atópica moderada o grave en niños menores de 5 años se deberían descartar posibles alergias alimentarias a la leche, al huevo o a los frutos secos, ya que la restricción de estos alimentos podrían mejorar muchos los síntomas.
Por lo demás, el papel de la dieta en la dermatitis todavía no está bien definido.
Las diferentes incidencias de dermatitis atópica entre países subdesarrollados y países desarrollados ha llevado a desarrollar la idea de que en países desarrollados la exposición de los niños a determinados gérmenes es menor debido a una higiene "excesiva" que puede evitar la maduración normal del sistema inmunológico. De este modo, una menor incidencia de infecciones en edades tempranas puede condicionar mayor probabilidad de padecer dermatitis atópica.
Dentro de las recomendaciones dermatológicas para prevenir los brotes de dermatitis se aconseja: