AUTONOMÍA DE LOS NIÑOS
Llega un punto en la vida de nuestro hijo o hija en el que pide ir solo al colegio o por la calle. Como padres y madres, ¿cómo debemos afrontar este momento? ¿Qué consejos se le tienen que dar?
Aunque cada niño o niña tiene un nivel de madurez diferente y cada familia tiene unas dinámicas propias, la autonomía y la independencia de un menor implica tener varios aspectos en consideración. Te los cuento todos en este artículo.
¿A qué edad puede ir al cole solo un niño?
Es importante considerar que, aunque quisiéramos tener una edad específica que nos ayude a asegurar que todo saldrá bien y que nuestro hijo podrá ir y volver del colegio sano y salvo sin que se presente ningún percance, la realidad es que no existe una edad única para todos los niños.
No obstante, hay bastante consenso entre los expertos y profesionales de la educación en no recomendar que vayan solos por la calle los menores de 12 años.
La edad puede variar, sin embargo, hay que ser muy conscientes de que si hasta ahora hemos sido sobreprotectores puede que nuestros peques tengan una dependencia total de nosotros.
Hay que poner consciencia para cambiar actitudes, formas de educar y maneras de llevar nuestra crianza que puedan enviar mensajes equivocados. Si queremos que logren la autonomía, debemos fomentar su individualidad y capacitarlos.
Cómo ayudar a que nuestro hijo vaya solo por la calle
Antes de que nuestros hijos vayan solos por la calle, debemos capacitarlos y prepararlos. No se trata de dar una charla el día antes, si no de trabajar a lo largo de la crianza ciertos aspectos que faciliten que, llegado el momento, el menor pueda ir solo sin miedo y con herramientas para superar posibles situaciones.
Lo más importante a tener en cuenta es:
1. Compartir con ellos información relacionada con el tráfico, que implica vehículos y peatones: Explicarles el funcionamiento de los semáforos y darles toda la información que sea relevante para comenzar a hacerlos más conscientes de su seguridad en la calle.
2. No agobiarlos con inseguridades nuestras, puesto que, si se las transmitimos sin más, puede generar en ellos miedo e intranquilidad al respecto.
3. Escuchar sus inquietudes e intentar resolverlas con la máxima claridad posible.
4. Tener momentos de práctica y entrenamiento, en donde tengamos la oportunidad de ir soltando, poco a poco, aquella habilidad que buscamos lograr. Por ejemplo, podemos comenzar con distancias cortas en las que pueden ir acompañados de algún hermano. También podemos ir con ellos los primeros días, siguiendo la ruta que necesitarán seguir habitualmente, antes de dejar que la hagan solos.
5. Entrenarlos para que puedan estar preparados ante diversas situaciones o circunstancias: Enseñarles a distinguir personas sospechosas y situaciones de riesgo.
En definitiva, es un momento que implica de nuestro acompañamiento, debemos asegurarnos de que se sientan guiados, pero al mismo tiempo que puedan ir confiando en ellos mismos y en sus capacidades.