UNA COSTUMBRE HABITUAL QUE PUEDE SER PERJUDICIAL
Abrir la ventana por la noche en verano, es lo que hacemos todos cuando tenemos calor, pero esto puede producir algunos efectos negativos en la salud, como concluyen varios estudios científicos.
Al caer el sol en verano, se pueden dar tres situaciones que nos impiden dormir con normalidad: la noche calurosa, la noche tropical y la noche tórrida. En todas ellas, hace mucho calor, pero hay algunas diferencias sustanciales entre la una y la otra.
Cuando una noche es calurosa, la temperatura mínima oscila entre los 18 y los 20 °C, y no tiene por qué haber una humedad alta. En cambio, en una noche tropical, la mínima es igual o superior a los 20 °C y la humedad es alta. Por último, la cosa se complica con un episodio de noche tórrida: la temperatura no baja de 25 °C y hasta se puede acercar a los 30 °C, además de haber un elevado nivel de humedad.
Con estas circunstancias, lo normal es hacer algo que hacemos todos automáticamente: abrir la ventana. Pero, ojo, este simple gesto de lo más habitual puede comportar otras consecuencias.
Esto es lo que se han preguntado los investigadores de la Universidad Johannes Gutenberg, en Maguncia (Alemania), y otros tantos científicos de otras partes del mundo que se han interesado por este tema y han publicado estudios sobre ello, por ejemplo, en Annual Review Of Public Health o en Noise And Health. Incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) también se ha pronunciado al respecto.
Las conclusiones son prácticamente las mismas en cada una de las investigaciones. Al abrir la ventana, estamos más expuestos a los ruidos de la calle (sobre todo si es una vía bastante transitada) y esto hace aumentar las hormonas del estrés, como el cortisol, la adrenalina, la epinefrina y la noradrenalina. Su liberación puede debilitar el sistema inmunitario, incrementar el riesgo de enfermedades cardiovasculares y desequilibrios hormonales, y provocar estrés oxidativo vascular (las células de venas y arterias se dañan) y disfunción endotelial (las células del endotelio no funcionan correctamente).
Asimismo, puede tener una afectación negativa en la hormona del crecimiento, elevar los niveles de colesterol y la presión arterial.
Durante el día, el ruido de la ciudad lo tenemos interiorizado y el cerebro bloquea estos estímulos ambientes, sin embargo, por la noche se supone que todo debe estar en silencio (o el máximo posible) y, por eso, nos molesta más y nos despertamos.
Según la revista Noise And Health, explica que este estado de alerta por la noche cuando escuchamos un ruido viene ya desde nuestros antepasados, ya que recibían estos sonidos molestos como un posible peligro.
Además de poner el ventilador, tienes otras alternativas para no pasar tanto calor, como las que te contamos a continuación: