El sexo no debe doler
Primera norma del placer: el sexo tiene que ser divertido y los orgasmos no deben doler.
Recordamos los orgasmos cuando han sido bestiales. Cuando el placer ha sido tal que hasta se nos anulan los sentidos. El placer, no el dolor. Un buen orgasmo nunca debe doler. Y sin embargo, debido a que el cuerpo humano está lleno de misterios, a veces estas pequeñas descargas de gusto nos hacen daño. Sí, estamos hablando de esos molestos calambres que salen de la nada justo después de un buen rato de sexo y nos fastidian el momento.
¿Qué causa esos orgasmos dolorosos? El nombre oficial para este malestar es disorgasmia, que quiere decir literalmente ‘dolor durante o después de su orgasmo’. Las personas que la padecen tras el momento del clímax no sienten placer sino un pinchazo abdominal muy fuerte que en ocasiones puede extenderse de la vagina a las extremidades inferiores y a la boca del estómago, incluso a la espalda. Para las mujeres que experimentan esta tortura, los calambres (parecidos a los menstruales) generalmente ocurren de inmediato y pueden seguir dando problemas unas horas después del sexo.
La razón es simple. Tu útero es un músculo que se contrae cuando llegas al orgasmo. Y al igual que sucede con cualquier otro músculo del cuerpo, en este también puedes sentir un poco de sobrecarga después de ‘entrenar’.
No obstante, en algunos casos esos calambres después del sexo también pueden ser la respuesta a una afección ginecológica subyacente. Es el caso de la enfermedad inflamatoria pélvica (EPI), la endometriosis, un quiste ovárico o los fibromas uterinos. Para decirlo con la mayor delicadeza posible, el dolor en esta parte del cuerpo generalmente se debe a la fricción que ocurre durante el sexo. Pero en el caso de la EIP y la endometriosis, la inflamación asociada con esas afecciones puede empeorar con las embestidas del pene; aunque este problema no está directamente relacionado con los orgasmos, sino con el dolor durante el sexo en general.
Los calambres durante el sexo son barrera seria para tu placer (porque repetimos: se supone que el sexo no debe doler), y también pueden deberse a una afección que necesita tratamiento, así que si no es la primera vez que te pasa, consulta a tu ginecólogo de inmediato para disponer de una evaluación correcta.
Si no tienes ninguna enfermedad subyacente, puedes probar a usar una almohadilla caliente en la región pélvica para intentar que tus músculos uterinos se relajen, y con el consentimiento del médico quizás tomar un antiinflamatorio para contrarrestar el dolor.
Pero una vez más, no te sientas mal por tener este problema y asumas que estás condenada a sufrir orgasmos tormentosos por el resto de tu vida. Si notas un cambio en tu cuerpo, siempre debes revisarlo. Todo tiene solución. Así que ya sabes, si tienes dolores intensos tras el clímax no lo dudes y ve al médico, pero nunca renuncies al sexo.